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México D.F. Lunes 19 de enero de 2004

El trabajo colectivo, "muy serio y un juego", expresa el hijo de la artista surrealista

Pablo Weisz y Leonora Carrington exhiben seis cadáveres exquisitos

''Mi madre siempre fue respetuosa con mi labor; si acaso me hacía correcciones en la técnica'', señala el pintor Académica de EU anuncia libro sobre la relación de la creadora con la alquimia

MERRY MAC MASTERS

De nueva cuenta y en la más pura tradición surrealista, Leonora Carrington y su hijo Pablo Weisz han hecho una media docena de cadáveres exquisitos que se exhibe como parte de la muestra de obra reciente de Weisz Carrington, inaugurada ayer en la galería El Estudio (Alvaro Obregón 73, colonia Roma).

El cadáver exquisito es un juego surrealista de creación colectiva (escrita o gráfica) en el que cada integrante del grupo realiza parte de una obra sin conocer las restantes.

Pablo Weisz, quien radica en Richmond, Virginia, señala que cuando viene a México trata de hacer trabajos con su madre.

El método que utilizan para sus cadáveres exquisitos es el tradicional: ''Uno hace una parte y la tapa con un papel y cinta adhesiva para no influir en la otra persona. Mi madre hace la parte de arriba del cuadro y yo la de abajo o viceversa. Cuando se abre es una sorpresa. A la manera de los griegos es una especie de mitad león y mitad caballo. Como somos dos personas distintas, son dos sistemas diferentes".

Para Weisz Carrington estos trabajos son al mismo tiempo "muy serios y un juego".

"Los juegos son muy serios. Sin juegos la vida es muy desagradable. Por eso lo tomo in earnest seriousness (con seriedad serio)".

-¿Empezó a pintar por el solo hecho de que su madre es pintora?

-Esa es una explicación incompleta. Sí, el ambiente de mi casa, en el que crecí, por supuesto que tiene una influencia en mí. No sé cómo decirlo de una manera exacta, pero es como cuando algo te muerde. Entonces a uno se le queda una especie de enfermedad benigna que se llama querer hacer algo en un papel o en un cuadro.

-¿Pinta desde siempre?

-Empecé como cualquier niño dibujando cosas muy primitivas, pero con el tiempo participé en exposiciones de dibujo en la escuela. Mi mamá siempre fue extraordinaria en ese sentido. Nunca fue egoísta con su tiempo. Me decía: 'pinta, a ver qué sale'. A veces sí marcaba algunas correcciones, pero más bien trataba de no hacerlas. En cuestiones de técnica sí me decía con mucho tacto que no hay perspectiva o no hay sombra, etcétera, como cualquier buen maestro, pero sin meterse en lo que estaba haciendo.

-¿Siempre ha tenido influencia de su madre?

-Por supuesto que sí. Pero cualquier persona con ojo podrá ver las diferencias. Uno colores y técnicas muy distintas. Mis cuadros son más bien escenas en las que hay algo real y algo misterioso. Casi siempre trato de integrar una cosa real en el cuadro. Mi madre es completamente onírica. Tiene muchos aspectos mitológicos y subconscientes. En cuanto a lo mío no creo que sean sueños. Más bien se trata de una ventana entre el mundo de lo real y de lo irreal en la que... No sé si a usted le ha pasado: si cuando va manejando de repente hay un papel que se mueve, pero a usted le parece como un gato o un perro. Para mí eso es más significativo de lo que sería un sueño, porque los sueños se me olvidan. Casi nunca pongo un sueño en un cuadro; son cosas que se me ocurren durante el día. También tengo una influencia científica. Entonces veo cosas distintas, lo que influye en el tipo de cuadros que hago.

Pablo Weisz es patólogo y tiene a su cargo tres hospitales que atienden a personas sin recursos, veteranos del ejército de Estados Unidos. Apunta que sus personajes no son autorretratos: "Las caras que veo se me aparecen ya sea en los animales o en los humanos que pinto".

Si Weisz Carrington muestra, además de los cadávares exquisitos, varias acuarelas sobre papel, es debido a su facilidad para traerlas a México. En noviembre exhibirá acrílicos en la galería de Arte Contemporáneo Latinoamericano, en Los Angeles, California.

Describe las acuarelas como "mucho más espontáneas. Son imágenes que han salido de imágenes sugestivas por el trasfondo. Los acrílicos, por lo general, los planeo de antemano con un dibujo, cambio las composiciones. En las acuarelas, sin embargo, hay un fondo muy sugestivo. Me gusta mucho cómo la acuarela hace distintas formas con diferentes técnicas, mientras en el acrílico me enfrento a un espacio en blanco".

Por su parte, la investigadora estadunidense Susan Aberth, quien hizo su tesis doctoral sobre Leonora Carrington, convertirá su trabajo académico en un libro titulado La cocina alquimista, que se concentra en "los complementos de la alquimia, lo oculto y la esfera doméstica femenina, en particular". Se publicará hacia finales de 2004.

A pesar de que Aberth, quien es profesora de arte latinoamericano en la Universidad de Bard, tiene contacto con Leonora desde hace varios años, aclara: "Leonora nunca explica nada. No le gusta ser muy personal. Pero, como académica, he pasado la década anterior reuniendo todo lo escrito sobre ella y armándolo. Revisamos todas sus imágenes para rectificar títulos y fechas, para que esto se quede como un archivo permanente". 

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