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México D.F. Lunes 1 de marzo de 2004

Eduardo R. Huchim

Vecinal: dispendio de 50 millones

Conforme a la actual Ley de Participación Ciudadana, el primer domingo de agosto de este año deberán ser elegidos nuevos comités vecinales, esa figura prácticamente desconocida y cuya utilidad es muy escasa, no obstante lo cual el Instituto Electoral del Distrito Federal (IEDF) destinará 50 millones de pesos a la organización de tales comicios.

Creo que esa elección es un despropósito, aunque, desde luego, en tanto la ley así lo disponga, el IEDF tendrá que organizarla -y seguramente lo hará bien-, aunque es claro que habrá un inocultable fracaso en términos de concurrencia a las urnas.

La Ley de Participación Ciudadana, en sus términos actuales y en lo relativo a la elección vecinal conspira contra la participación ciudadana en las urnas, porque:

a) Prohíbe la participación de los partidos políticos, que son los principales motivadores para que los electores acudan a las urnas. Esta prohibición conlleva una intención no desestimable: propiciar que el proceso vecinal sea auténtica y exclusivamente ciudadano, pero en realidad su efecto es que no hay ni suficiente difusión ni suficiente motivación para la concurrencia a votar. Además, tampoco se evita la intervención de los partidos, que lo hacen de forma semiclandestina.

b) Prohíbe el uso de nombres y colores para identificar a las planillas participantes, las cuales sólo pueden diferenciarse por el número de registro, y de ese modo se dificulta conocer la tendencia ideológica o partidaria de los candidatos. En una ciudad tan grande, en la que frecuentemente los ciudadanos no conocen ni siquiera a los vecinos de junto o de enfrente, no es fácil saber por quién se va a votar si no hay pistas que, al menos, revelen sus tendencias. Esta circunstancia, obviamente, es un disuasivo para ir a votar.

Adicionalmente, las reformas acordadas por la actual legislatura de la Asamblea Legislativa del Distrito Fe-deral dejaron a la Ley de Participación Ciudadana un tanto cuanto contrahecha por errores como éste: el artículo 97 dice que la instalación de los comités vecinales será el primer lunes de agosto, es decir, un día después de la elección, pero también se dispone, en el artículo 90, que el cómputo de la elección será el martes siguiente al día de la elección. De esta suerte, los comités vecinales estarían instalándose antes de que se determinara quién ganó ni cómo quedarán integrados.

Si bien diputados perredistas como René Bejarano y Aleida Alavez no alcanzan a ver -o no quieren ver- los ostensibles signos que auguran un estrepitoso fracaso de la elección vecinal en términos de concurrencia a las urnas, lo cierto es que hay elementos sólidos -no opiniones voluntaristas- que permiten no esperar una asistencia mayor a 10 por ciento del electorado en los centros de votación. Algunas de estas razones, además de las señaladas anteriormente, son las siguientes:

1) La elección de comités vecinales no interesa a casi nadie, y casi nadie sabe quiénes son los integrantes de su respectivo comité ni qué hace ni dónde funciona.

2) Los ciudadanos del Distrito Federal han sido llamados a votar cuatro veces en cinco años, en elecciones y procesos de participación ciudadana organizados por el IEDF: en 1999, la primera elección vecinal; en 2000, la elección de jefe de Gobierno, diputados y jefes delegacionales; en 2002, el plebiscito sobre los segundos pisos, y en 2003, la elección de diputados locales y jefes delegacionales. Si finalmente se efectuara la elección vecinal, sería la quinta vez en seis años en que se llamaría a votar en el Distrito Federal. Este reiterado llamamiento incide en el desánimo del electorado.

3) La frías cifras muestran que en ninguno de los dos procesos de participación ciudadana organizados recientemente en el Distrito Federal se ha rebasado 10 por ciento del electorado: 9.5 en 1999 y 6.6 en 2002. ƑPor qué habría de ser diferente en 2004, si la tendencia de votación es decreciente incluso en las elecciones constitucionales?

Por todo ello afirmo que destinar 50 millones de pesos a una elección condenada al fracaso en términos de afluencia a las urnas, es un enorme e injustificado dispendio. Si se gastara esa suma y acudiera a votar 10 por ciento del padrón electoral del Distrito Federal (es decir, unos 684 mil ciudadanos), el costo de cada voto sería de 73 pesos 10 centavos.

Ese es el escenario optimista. En un escenario menos optimista, si acudiera a votar sólo 5 por ciento del padrón, ese costo por cada voto aumentaría a 146 pesos con 20 centavos.

Pregunto y me pregunto: Ƒes razonable este dispendio? ƑJustifican los inútiles afanes de control urbano una erogación de ese monto? En lo particular, yo pienso que ese dinero tendría una mejor utilidad en otros destinos del propio IEDF o de la ciudad. Por ejemplo, equivaldría a más de 70 mil pensiones para los hombres y mujeres de la tercera edad.

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