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México D.F. Viernes 5 de marzo de 2004

Leonardo García Tsao

Lo que el tedio se llevó

Extrañamente ninguneada en la pasada feria de los Oscares, Regreso a Cold Mountain es precisamente de esas películas que la academia hollywoodense gusta de premiar: basada en una novela de prestigio, con un tema noble (antibélico, además), un reparto de lujo y una grandilocuencia apreciable tanto en su preciosismo formal como en su duración. Es lo que Quentin Tarantino ha llamado coffee-table movies, es decir, el equivalente a esos libros de arte, grandes y lujosos, que se ponen en las mesas de centro como objeto decorativo.

Con la solemnidad que ya se ha vuelto marca registrada del director inglés Anthony Minghella, Regreso a Cold Mountain narra una historia de amor interrumpida por la Guerra de Secesión. El sureño Inman (Jude Law) se enamora de la refinada dama Ada Monroe (Nicole Kidman) justo antes de que Carolina del Norte se una al conflicto, y el hombre se aliste en el ejército confederado. La pareja sólo ha tenido oportunidad de darse un apasionado beso e intercambiar promesas, pero no consigue ni romper el turrón.

Así la historia enfoca, por una parte, los esfuerzos de Ada por sobrevivir en su abandonada granja en el pueblo epónimo; para ello, recibe la ayuda sustancial de Ruby Thewes (Renée Zellweger), una rústica lugareña con toda la sabiduría y la maña de la mujer del campo. Por otra, describe el viaje homérico de Inman por unirse a su amada, tras sufrir heridas en combate y volverse desertor. (La referencia a La Odisea se subraya con la presencia de unas sirenas traicioneras y una hechicera que no es necesariamente mala).

Minghella cede a la naturaleza episódica de su relato pero no encuentra el eje emocional que los vertebre. Si de por sí es difícil sostener una historia de amor cuando los enamorados en cuestión casi no comparten tiempo juntos, la química entre los actores principales nunca sugiere esa sublimación del momento privilegiado. Siempre glamorosa aún en las situaciones de zozobra, Kidman no sale de su habitual frialdad; mientras que Law expresa un afán obsesivo que podría interpretarse como un fiero instinto de supervivencia y nada más.

Carente de impulso dramático, la película avanza en tumbos, dependiendo de sus personajes secundarios que pueden ser excéntricos y/o malos. Por desgracia, la aparición de un predicador libidinoso y constipado (el infalible Philip Seymour Hoffman) es demasiado breve. En contraste, Ruby se vuelve cansina en lugar de adorable, según se plantea en teoría. (La grotesca sobreactuación de Zellweger es otra prueba de cómo la academia se va con la finta. La actriz recurre a la mueca constante como único rasgo de caracterización). Igualmente faltos de matices son los villanos Teague (Ray Winstone) y un rubio secuaz quizá secuestrado de la segunda parte de The Matrix, que siempre parecen estar esperando tras los árboles para fungir de oportunos antagonistas.

Filmada con el impecable buen gusto de lo que hoy pasa por película ambiciosa, Regreso a Cold Mountain se resuelve como una serie de cromos, de dominante tono ocre (las fuentes de luz son, con frecuencia, fogatas o atardeceres), estrategia que llega a su colmo en la secuencia amorosa, con las previsibles tomas de extremidades, torsos y rostros transidos por el éxtasis erótico.

Después de la inflada recepción de El paciente inglés, Minghella aspira a ser el nuevo David Lean (de hecho, Cold Mountain sigue de cerca el modelo de Dr. Zhivago: una historia de amor imposible insertada en un turbulento periodo histórico). Pero el clásico realizador inglés no sólo contaba historias épicas con buen gusto. Había también una grandeza de visión que Minghella no ha mostrado hasta ahora. Y, como va su carrera, resulta improbable que algún día lo haga. Por lo pronto, ya ni el Oscar le ha hecho mucho caso.

 

REGRESO A COLD MOUNTAIN

(Cold Mountain)

D: Anthony Minghella/ G: Anthony Minghella, basado en la novela de Charles Frazier / F. en C: John Seale/ M: Gabriel Yared/ Ed: Walter Murch/ I: Jude Law, Nicole Kidman, Renée Zellweger, Eileen Atkins, Brendan Gleeson/ P: Miramax Films, Mirage Enterprises, Bona FIDE Productions. EU, 2003.

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