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México D.F. Miércoles 10 de marzo de 2004

Neeli Cherkovski/ II y última

Charles Bukowski, Ƒdónde está?

ƑDónde está Bukowski? Yo pienso que se está tomando una cerveza fría con Henry Miller en el Purgatorio; su afinidad con Miller es constantemente sobrestimada, ambos escritores combinaron el humor y un punto de vista sardónico sobre la vida que plasmaron en una memorable prosa. Miller es otro autor que irrumpió en el campo de batalla de la guerra de los sexos, glorificando sus explosiones notablemente en Tropic of Cancer. The Rosy Crucifixion de Miller es una huida épica lejos del vertedero, repleto de gente delirante, que celebra la vida, igual que el alter ego de Bukowski, Henry Chinaski, quien va de una relación fallida hacia otra en Post Office, Women y en los relatos cortos. Miller y Bukowski logran una especie de payasada mental cuando se asoman, desde el punto de vista masculino, a los misterios de la mujer y a sus pequeños defectos también.

Cuando Bukowski escribió su primera obra extensa en prosa, Post Office, logró plenamente un objetivo con el que había soñado por más de un cuarto de siglo. Desde mediados de los años 40, Bukowski anhelaba escribir una novela, igual que los héroes toscos de su juventud: Ernest Hemingway, William Faulkner y Knut Hamsun (autor de la novela Hambre), que fueron los maestros a seguir; así pasó años enteros buscando su propia voz. Después de 15 años de lucha retornó a la poesía (1955), y sólo regresó a la prosa a finales de los años 60. Para 1970, cuando contaba con 50 años, se sentó y escribió Post Office en 24 indoloros días. "Carecía de desesperación", me dijo. "Necesitaba escribir algo que tuviera la oportunidad de hacer un poco de dinero."

Esta historia abre con la memorable y ahora famosa línea "Todo empezó por error". El error consiste en trabajar para la oficina postal, pero Bukowski quiere decir que absolutamente todo empieza como un error y uno simplemente tiene que darte cuenta. La novela se desarrolla en un estilo capitular, los personajes de Bukowski desfilan ante nosotros. Su patrón, descrito como La Piedra, es una auténtica obra de arte, la quintaesencia de un supervisor que hace del día laboral un infierno viviente para sus subordinados. Como Bukowski me comentaba constantemente, "La Piedra tenía un rostro imposible de penetrar. Trabajaba según el libro de reglas, pero ajustándolo lo suficiente para chingarme en todas las oportunidades que se le presentaban. Todo lo que tuve que hacer para escribir este libro fue recordar. Aun a pesar de que los hechos sucedieron 15 años antes, las cosas simplemente volvían a mí. Me sentaba y dejaba que la máquina de escribir hiciera el trabajo. Sabes, me hacía sentir como un genio".

Después, mi lecturas derivaron hacia la antigua Grecia, a la filosofía europea y los textos hindúes, tales como el Bhagavad-Gita. Puedo oír a Bukowski riendo y diciéndome, "amigo mío, eres un esnob". Pero a decir verdad, toda esa literatura antigua y filosófica tiene su lado rudo. Los griegos se pusieron los guantes y los usaron tal como lo hicieron la mayoría de los personajes de Bukowski; los filósofos enloquecen con la rabia hacia lo desconocido, una maldición que no puede ser delegada.

ƑDónde está Bukowski? ƑUn lugar común? En mis libreros están alineados todos esos libros dulcemente monstruosos, War all time, Love is a dog from hell, Hollywood, Septuagenarian stew (adoro éste en particular porque está dedicado a mí) y otros títulos, casi demasiados, lo cual significa qué tan poco es suficiente cuando los poemas emergen juntos, demasiado rápido para mi gusto. Aun así su poder está allí, lo suficientemente instantáneo para ofrecerle al panorama literario un ángulo fidedigno sobre Los Angeles, el patio de juegos de Bukowski, y su bostezo, su grito, su sueño, queja y agonía moral de la humanidad.

Hombre pleno

No vi a Bukowski en sus últimos días, o a Hank, como algunos de los que estuvimos cerca de él lo llamábamos, pero su editor, John Martin, me dijo que murió como un hombre pleno, un hombre que hizo bien su trabajo y recibió múltiples elogios en muchas partes del mundo. Es como siempre me decía: "El trabajo de un escritor es escribir". Llevó esa ética con él todos los días de su vida, aun cuando tuvo que sudar en muchos trabajos muy mal pagados. No por nada llamó a su máquina de escribir "mi ametralladora". Recuerdo que en los años 60 esa máquina negra estaba situada en el atribulado estudio de Hank. Nos reuníamos por allí en las noches cálidas y húmedas, pasándonos un six pack de cervezas, mientras esa máquina de escribir aguardaba pacientemente por una mente y dedos ágiles para mecanografiar un poema o un relato.

Regreso al librero, Bukowski se siente cómodo en su lugar, Ƒlugar común? Sólo cuando estoy de humor lo pienso. ƑDónde está? Está en mis venas, lo escucho. "Estas tierras, amordazadas, maniatadas, divididas, aferradas como un crucifijo en una mano muerta." Habla sobre Los Angeles, territorio del hogar, personificando, condenando a los constructores que pavimentan por encima de todo en beneficio de la ganancia probable. Escucho esa fría voz semejante a la de Bogart diciendo: "La muerte quiere más muerte y sus telarañas están atestadas".

En sus últimos años, ya de seguridad financiera, viviendo en una casa con vista al océano, en San Pedro, una parte de Los Angeles, Hank continuó escribiendo poemas. Algunos parecían más como fragmentos de diarios que piezas acabadas, lo cual está bien tomado en el contexto de su extensa obra. Se parodiaba y mantenía la conciencia autobiográfica bien abierta. Justo al final permaneció como un observador preciso de los detalles más comunes y más bajos de las actitudes humanas. En un poema posterior, de un humor tan incisivo como típicamente autorrevelatorio, nos informa que tiene un pájaro azul en su corazón, pero que no debemos decírselo a nadie. Así, el lector debe descubrir por sí mismo que esa imagen del poeta rudo no era más que una pose, una máscara que ocultaba la mente de un corazón sensible. Sin embargo, en La condenación de Buk escribió que estaba "preocupado porque no habría nada para beber en el infierno".

Traducción: Sergio Santiago Madariaga
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