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México D.F. Martes 16 de marzo de 2004

ITACATE

Cristina Barros y Marco Buenrostro

Nuestro maíz

DESDE HACE MAS de 8 mil años, en las distintas regiones del México, cientos de campesinos generan al año, mediante la siembra de maíz, su propio trabajo; de esta manera se alimentan, proveen de alimentos a su familia e inclusive obtienen excedentes que intercambian para adquirir otros bienes. Así logran su autonomía e inician cadenas económicas mas largas. Esta labor supone un esfuerzo físico y también intelectual, pues para que el maíz produzca cada año hay que tomar en cuenta muy distintos elementos como el clima, el tipo de suelo o las plagas y enfermedades que puedan atacar a la planta.

MEDIANTE CONOCIMIENTOS heredados y una cuidadosa selección en cada ciclo, se mantiene actualizada la capacidad genética de la planta. Todas sus estrategias concurren para que su trabajo sea productivo.

A LO LARGO del tiempo los campesinos han logrado especializar por lo menos 42 diferentes razas de maíz, que a su vez tienen variantes de acuerdo con las microcondiciones.

CADA MAIZ TIENE un uso específico y calidad diferente. Recordemos los maíces reventadores, el cacahuacintle para hacer pozole y los que son mejores para alimentar a los niños y a los ancianos.

EN CUANTO A colores, el blanco es preferido para elaborar tortillas; los azules pueden tener uso ritual. Hay plantas de maíz de gran talla y pequeños que resisten a los vientos.

EXISTEN LOS DE ciclo corto, que fructifican en periodos que van de 80 a 90 días. Esta aportación de muchas generaciones constituye una riqueza para todos nosotros e inclusive tiene repercusiones en el mundo como apoyo para alimentar a millones de personas.

EL MAIZ ES el elemento básico de la milpa, que es una estrategia para aprovechar la potencialidad de la naturaleza. Además de las plantas cultivadas, hay otras que se inducen y otras más que crecen espontáneamente; todas serán aprovechadas.

LA VISION DE los pueblos indígenas y campesinos del país en relación con el sentido de la vida y de la naturaleza hace que las plantas que lo alimentan y le permiten existir tengan cierto carácter sagrado.

EN MUCHAS COMUNIDADES el maíz es el centro del ciclo ceremonial anual y marca el ritmo de la vida cotidiana; los diferentes productos de la milpa que se recogen conforme avanza el cultivo son esperados con gusto. Así, los niños van a la milpa a recoger dulces cañas tiernas o a traer quelites, espigas o elotes, para elaborar un sinnúmero de platillos.

CADA UNA DE las etapas, desde la preparación del terreno, la petición de lluvia, el que la planta se logre, los primeros elotes y la cosecha, cuentan con celebraciones de carácter personal o colectivo; cada petición tiene su ceremonia de agradecimiento.

No se puede separar al maíz de su contexto cultural, pues para la mayoría de los mexicanos es impensable la falta de esta preciada planta y sus productos.

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