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México D.F. Miércoles 17 de marzo de 2004

"Hay que ponerle punto final al oscurantismo que golpeó la imaginación": Kirchner

Anuncia el presidente argentino medidas para impulsar el cine

Prepara, junto con su homólogo de Brasil, un proyecto de legislación conjunta, informa en el Festival de Mar del Plata Rinden homenaje al realizador Fernando Pino Solanas por su trayectoria

STELLA CALLONI CORRESPONSAL

Buenos Aires, 16 de marzo. El cine argentino recibió fuerte respaldo del presidente Néstor Kirchner para favorecer el desarrollo de esa industria en diversos aspectos, después de destacar los logros alcanzados por la cinematografía local en el mundo, y los esfuerzos y capacidad de imaginación de los cineastas dejados por mucho tiempo en soledad.

Kirchner anunció que prepara, junto con su colega de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, con quien se reunirá esta semana en Río de Janeiro, un proyecto de legislación conjunta entre ambos países, como parte de la integración cultural y cinematográfica a que se han comprometido en el marco del Mercado Común del Sur (Mercosur) por "una integración profunda y real".

También habló de incorporar el cine a la educación. La 19 versión del Festival de Cine en Mar del Plata fue un buen escenario para estos anuncios, en momentos en que se realizó un homenaje a Fernando Pino Solanas por su trayectoria. Kirchner dio a conocer varias medidas para impulsar la industria cinematográfica, entre ellas establecer una excepción aduanera para la importación de material de celuloide.

También se refirió a la necesidad de sanar las heridas que dejó la crisis y de construir un nuevo cine en una acción para restaurar la pluralidad, la autoestima y fortalecer la identidad nacional. "Hay que ponerle punto final al oscurantismo que golpeó la imaginación, la creación y la idea de un país distinto", dijo Kirchner, evidentemente contagiado por el entusiasmo reinante.

Asimismo criticó la desigualdad en la competencia "entre David y Goliat" en evidente alusión a las enormes diferencias que se advierten entre las grandes producciones que llegan desde Estados Unidos y lo que se realiza con tanto esfuerzo en nuestros países. En este sentido destacó la reconocida calidad del cine argentino y de otros países latinoamericanos.

Kirchner y su esposa Cristina Fernández estuvieron presentes en el homenaje a Fernando Pino Solanas. Recientemente el cineasta argentino recibió el Oso de Oro en el Festival de Berlín, en el que fue reconocida su trayectoria y en el que produjo enorme impacto su película Memorias del saqueo. Todo lo que se ha escrito sobre estos años en Argentina se ve en imágenes con una intensidad que hace agonizar las palabras. Esta es la voz más alta que se haya escuchado desde un filme con gran belleza y una incontenible fuerza, sobre los restos que dejó en este país el huracán neoliberal.

Estímulo en un mundo de mezquindades

Pino Solanas reconoció recientemente, en una charla con esta corresponsal, que el premio de Berlín es un enorme estímulo, en un mundo de mezquindades, que aún lo asombran. "El triunfo de alguien molesta a otros, incapaces de compartir valores y felicidades."

Tuvimos oportunidad de ver su película en una función privada en Buenos Aires, y mirar, en ese destello de gran calidad fílmica y una sucesión de imágenes de impecable calidad y ritmo, a una Argentina en diversos periodos hasta aquella rebelión de diciembre de 2001, cuyas escenas Solanas filmó directamente en las calles.

Allí están las marchas, el alzamiento popular y la violencia represiva, pero vinculada con otros pasados de resistencia. Será muy difícil encontrar una película documental con este impacto. El guión está inspirado en una investigación de la socióloga Alcira Argumedo, que como Pino conforman lo que alguien ha llamado la intelectualidad real, a la que en momentos del huracán liberal, continuador de la dictadura militar (1976-1983), intentaron desaparecer de la escena.

Después de más de tres décadas de haber producido la Hora de los hornos, documental extraordinario, cuya dirección compartió con Octavio Gettino, y que sigue siendo una película de culto aquí, Pino Solanas cargó una cámara pequeña, que podía caber en el bolsillo -como él dice-, y con su hijo Juan Diego y otros jóvenes recorrió sin tregua caminos, rutas, marchas populares, tocó la enorme tragedia de un país muy rico y despoblado con más de la mitad de su población en la pobreza.

Fueron de un extremo al otro. Todo impacta en una sucesión sin respiro, donde se ve la mano de una edición cinematográfica impecable para las más de cien horas de material filmado. Solanas también destacó la solidaridad de periodistas y camarógrafos, que le brindaron su material.

Síntesis de fuerza extraordinaria

Logró una síntesis de fuerza extraordinaria, como sus imágenes de la desolación en los hermosas y viejas estaciones abandonadas de los ferrocarriles que privatizó Carlos Menem, destruyendo una de las vías más importantes económicas y de comunicación en un país disperso. La soledad de los pueblos que murieron sin el tren, el viento soplando sobre los despojos de las ciudades petroleras, que se convirtieron en pueblos fantasmas, son imágenes perturbadoras y sobrecogedoras.

Se supone, al finalizar la película, que si pueden verla aquellos pueblos donde sus gobiernos quieren vender los espejos del neoliberalismo actuaría como un alerta , una visión de lo que podía sobrevenir en cada país si no resisten aquellas imposiciones.

Para este hombre que volvió al país después del exilio con películas como El exilio de Gardel, y Sur, bajo el brazo, premios como el del Festival de Venecia, y que decidió participar en política como un diputado que lo exigió todo y en los años 90 fue vícima de un atentado a balazos que le produjeron heridas en sus piernas, esta cinta es como su gran regreso. Los balazos fueron el precio que pagó por acusar a Menem, adelantando la tragedia que vendría. "Todo eran mentiras, falsedades. Los grandes grupos económicos vendían su proyecto con una propaganda y publicidad increíbles y la complicidad de los sectores intelectuales que sabían lo que vendría después de esos cantos de sirena. Yo alerté sobre todo eso y no puedo pensar que sólo es Menem el culpable.

"Hubo muchos más, y fue muy doloroso para un pueblo que salía del horror de la dictadura ser traicionado sobre la traición. Se crearon esperanzas a sabiendas que todo ese proyecto llevaría al derrumbe del país. No dudo en decir que quise gritar contra esta historia, que me alentó el pueblo en las calles, aquellas fuerzas que siempre han sido parte de la historia nacional, que caen y resurgen. Quise mostrar que todo esto traía una historia del pasado de resistencias a veces olvidadas. Vivimos una década (1889-1999) y más, hasta fines de 2001, de un increíble totalitarismo económico y cultural. Fue un modelo político y cultural absoluto, que se impuso a sangre y fuego. El que desafiaba y se salía de eso estaba condenado", señala.

En el año 1968 cuando terminó de filmar con Gettino La Hora de los hornos, se había propuesto rescatar la hisoria y la pasión revolucionaria que estaba en toda América, cuando ya nadie creía que pudiera haber otro camino para salir de la dependencia y la opresión. "Estábamos siempre bajo dictaduras.

"En Memorias del saqueo quise decir lo que significaba el neoliberalismo en carne propia, las traiciones, la política de ajuste, vistos los resultados en esos rostros que la cámara capta para siempre y que formarán parte de la memoria colectiva. Traté de dar una respuesta, mostrar el derrumbe y por qué había sucedido esa enorme tragedia. Había que contarlo y rescatar la resistencia popular." Lo dice a borbotones como un hombre que se parece a un volcán.

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