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México D.F. Domingo 21 de marzo de 2004

Angeles González Gamio

Florencia y Roma

No, no hablamos de dos ciudades italianas, hablamos de Florencia Riestra y de la colonia Roma. ƑPor qué? La encantadora Florencia y su compañero de vida, el culto Alfonso Bullé-Goyri, han creado un delicioso espacio de arte en una hermosa casona estilo francés, de principios del siglo XX, situada en la calle de Colima 166, en el corazón de la colonia Roma.

De larga presencia en el mundo del arte y las galerías, han creado Consultoría de Arte y Antigüedades, donde asesoran a particulares, empresas y bancos interesados en formar una colección, y también realizan avalúos y restauraciones.

En la década de los 80 del siglo pasado, aún tan presente, Florencia organizó los Salones Nacionales, desde la Dirección de Artes Plásticas del Instituto Nacional de Bellas Artes. Dedicados a la pintura, escultura, gráfica, tapiz, instalaciones y fotografía, constituían un impresionante foro en el que anualmente se mostraban alrededor de tres mil obras, en el vasto espacio del antiguo Auditorio Nacional, lo que permitía conocer lo que se estaba haciendo en todo el país.

Esto dio surgimiento a galerías que presentaban las corrientes artísticas de vanguardia, que vinieron a sumarse a las galerías tradicionales que mostraban autores consagrados, como los de la llamada generación de La Ruptura: José Luis Cuevas, Manuel Felguérez, Francisco Toledo y Rafael y Pedro Coronel. Todo esto desarrolló una crítica especializada, con personajes como Raquel Tibol, Teresa del Conde, Jorge Alberto Manrique, Antonio Rodríguez e Ida Rodríguez Prampolini, quienes también actuaban como jurados, según explica la pareja de galeristas, con profundo conocimiento del tema.

En esa época nacieron los museos Rufino Tamayo y el de Arte Contemporáneo, de Televisa, desgraciadamente ya desaparecido. Así se llegó a los inicios de los años 90, cuando, conjuntamente con la magna exposición México, 30 siglos de esplendor, que se presentó en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, se expuso la obra de los nuevos artistas plásticos en galerías de la misma ciudad.

Este auge se vio mermado por la crisis económica, política y social que asoló al país a mediados de la década de los 90; desaparecieron galerías, los Salones Nacionales ya habían dejado de existir y en su lugar surgieron las becas artísticas, que beneficiaron a una minoría, dejando sin apoyo económico y sin la posibilidad de darse a conocer a cientos de jóvenes, lo cual no les quita mérito a las becas pero sí resultan insuficientes en número, y los mismos beneficiados no tienen dónde mostrar su trabajo.

Ante ese panorama resulta importante la labor que están llevando a cabo Florencia y Alfonso, al hacer una relectura de los pasados 25 años de trabajo de una generación de artistas que, a pesar de todas las vicisitudes, se fueron consolidando en bienales y encuentros internacionales, y que ahora podemos retomar en una etapa ya madura y sólida.

En el breve tiempo que lleva reabierta la sede de la calle Colima, han expuesto a Francis Aly's, Juan Carlos Breceda, Germán Venegas, y en estos días se puede disfrutar la obra reciente de Roberto Turnbull. Es fascinante admirar en el señorial espacio, grandes cuadros que muestran obras de arte del siglo XXI, conviviendo con exquisitas antigüedades.

Y ya que estamos en el rumbo, recordemos algo de su historia: el 24 de enero de 1902 Edward Walter Orrín, el acaudalado empresario, dueño del famoso circo que llevaba su apellido y donde se hizo famoso el payaso Bell, adquirió los terrenos del llamado Potrero de Romita para fraccionarlos y desarrollar una colonia residencial. Las autoridades municipales de la época, seguramente honestas, solicitaron que se rehicieran los planos, que no cumplían con las condiciones de urbanización, lo que dio como resultado que la colonia tenga una excelente traza, con calles y banquetas amplias y bellos parques.

Precisamente en uno de ellos, conocido como Plaza Río de Janeiro, en la planta baja del edificio llamado popularmente Casa de las Brujas, por su extravagante arquitectura rematada con techos puntiagudos, se encuentra un encantador restaurancito, bien nombrado Los Placeres, con decoración art-deco de muy buen gusto. Ofrece una carta con pocos pero buenos platillos; mis favoritos: ensalada de cítricos, sopa fría de manzana, excelente para el calor que comienza; pollo gran masala, con su toque de curry, y de postre la pera al vino tinto. Tienen sus Noches de Opera los jueves, con magníficos cantantes; para reservar, al 55-14-76-86.

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