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México D.F. Viernes 26 de marzo de 2004

Leonardo García Tsao

La (mala) suerte de la fea

En Estados Unidos se ha vuelto un fenómeno común que más tarde un asesino en ser juzgado que en filmarse una película sobre sus crímenes. La misma generalmente estará destinada a la televisión, para seguir explotando un asunto generador de mucho rating. La historia de Aileen Wuornos, considerada la primera asesina en serie en ser ejecutada en la silla eléctrica, ya había sido objeto de un telefilme, Overkill: The Aileen Wuornos Story (Peter Levin, 1992) pero el tema se prestaba a otra versión cinematográfica.

Monster, asesina en serie, primer largometraje de Patty Jenkins, es lo que podría llamarse un proyecto de vanidad de su actriz protagónica, Charlize Theron, quien además ha fungido de productora. Si bien es difícil concebir a dos mujeres más radicalmente opuestas que Wuornos y Theron, ésta se ha sometido a un proceso de desfiguramiento -por medio del maquillaje, el aumento de peso y las prótesis dentales- para encarnar a una triste figura, entre patética y desagradable, condenada a ser una víctima toda su vida. Violada desde niña, Wuornos se dedicaba a la prostitución carreteril en Florida cuando conoce a la lesbiana Selby Wall (Christina Ricci), quien sería el amor de su vida. Poco después mata en defensa propia a un cliente abusivo, y Wuornos descubre una forma más fácil y satisfactoria de hacerse de dinero para mantener a su pareja: el robo y asesinato de clientes.

Sin embargo, la película no es uno de esos truculentos thrillers que examinan el modus operandi de un asesino que deja pistas en sus víctimas a ser descifradas por la policía. El enfoque de Monster es el de una marginada social que encuentra rechazo en todas las instancias de su vida. Aunque con suficiente material para construir algo realmente dramático, Jenkins permite que su historia se hunda en la inercia de la autocompasión. Una y otra vez se plantea que Wuornos no puede aspirar al espejismo de una vida feliz y convencional, lastrada no sólo por sus limitaciones sino por una pareja manipuladora. (En ese personaje, la película acentúa el lado ficticio del asunto: la verdadera pareja de Wuornos, llamada Tyria Moore, no era la jovencita reprimida que encarna Ricci, sino una machorra muy semejante en edad y físico a la propia Aileen).

La caracterización de Theron es impresionante como maquillaje pero poco convincente como actuación. Es una especie de ejercicio narcisista a la inversa, que provoca en el espectador el asombro de cómo una mujer tan bella es capaz de volverse tan fea. Wuornos queda reducida así a una máscara, a una serie de muecas que denotan desesperación e ira, pero deja poco margen para otros matices.

Nuevamente, la realidad supera por mucho a la ficción. El documentalista inglés Nick Broomfield ha filmado dos películas sobre el mismo caso: Aileen Wuornos: the selling of a serial killer (1992) y Aileen: life and death of a serial killer (2003, codirigida por Joan Churchill). Ambos documentales -aún inéditos aquí, por supuesto- pintan un retrato bastante más complejo sobre la figura de la asesina titular. Bajo un estilo participativo (similar al de Michael Moore, pero menos protagónico), Broomfield denuncia la explotación de la que Wuornos ha sido objeto: todos, su amante, su abogado, la policía, los políticos, los cineastas... sacan provecho de ella desde que es encarcelada hasta su muerte (promovida por el gobernador de Florida, Jeb Bush, hermano de ya-saben-quién).

Inclusive la verdadera Aileen Wuornos se presenta como un personaje menos repelente. Y bastante más conmovedor porque tiene la inteligencia de saberse explotada, pero no los recursos para salvarse. Así como a ratos muestra el rencor antimachista fraguado por años de abuso (a sus fiscales les desea "que violen a sus esposas y sus hijas"), en otros le otorga una cálida sonrisa de confianza a un documentalista genuinamente interesado en ella.

La distancia entre la ficción y el documental es la misma que hubo entre Los muchachos no lloran (Kimberly Peirce, 1999) y The Brandon Teena Story (Susan Muska, Greta Olafsdóttir, 1998). Jenkins se queda en la superficie de su melodramático relato, mientras Broomfield se compromete personalmente con las implicaciones políticas del asunto. Claro, se antojaría injusto comparar proyectos diferentes no sólo en género sino en enfoque. Pero la ficción suele tener la ventaja de las licencias dramáticas. Y los responsables de Monster no hicieron nada para aprovecharlas.

MONSTER, ASESINA EN SERIE

(Monster)

D y G: Patty Jenkins/ F. en C: Steven Bernstein /M: BT/ Ed: Arthur Coburn, Jane Kurson/ I: Charlize Theron, Christina Ricci, Bruce Dern, Lee Tergesen / P: MDP Worldwide, DEJ Productions, Denver and Delilah Productions, K/W Productions, Media 8 Entertainment, Zodiac Productions. EU, 2003.

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