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E C O N O M I A
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México D.F. Sábado 17 de abril de 2004

Samuel I. del Villar

A medio siglo de la devaluación estabilizadora

Este 17 de abril se cumple medio siglo de la devaluación del Sábado Santo de 1954, que marcó el inicio del llamado y añorado por muchos "milagro económico mexicano", o "desarrollo estabilizador", el concepto acuñado por Rafael Izquierdo que hizo famoso el secretario de Hacienda Antonio Ortiz Mena durante los gobiernos de los presidentes Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz, de tasas de crecimiento económico del doble que las de Estados Unidos e inflación tan baja como próxima a la de la economía vecina, la más poderosa del mundo y que conjugaría la "expansión económica" con "terminar con los ciclos recurrentes de inflación-devaluación".1

Las autoridades no sólo políticas, sino también las hacendarias y monetarias, en general tan desvinculadas de la historia del país, parecen pasar por alto su recuerdo e ignorar su significado. Pero, en su cincuentenario, es importante recordarla junto con la memoria del presidente Adolfo Ruiz Cortines, quien inició el periodo "milagroso" con Antonio Carrillo Flores como secretario de Hacienda, y sobre todo de su artífice, el director del Banco de México, Rodrigo Gómez, que se mantuvo todo el periodo y murió en su dirección al terminar el mismo en agosto de 1970.

En realidad, por su parte, desde 1951, Víctor Urquidi, un joven economista que sería asesor de Ortiz Mena, llamaba la atención sobre el imperativo de desarrollar "bases de una política fiscal y monetaria congruente con el desarrollo económico", con el objetivo de "contener la inflación sin retrasar el ritmo de desarrollo económico", y formulaba los lineamientos consecuentes.2 Desde una perspectiva política, el eje de la hacienda pública desarrolladora, en términos del presidente Adolfo Ruiz Cortines al abrir el periodo, fue "conseguir que las clases que obtienen ingresos más altos reduzcan sus gastos superfluos, destinen a las inversiones productivas una porción mayor de sus recursos, y se canalicen esas inversiones hacia los campos más esenciales de la actividad económica; adaptar la política crediticia a esos propósitos".3

La estabilidad cambiaria, de 12.50 pesos por dólar, fue el portaestandarte simbólico del desarrollo estabilizador. Sin embargo, tanto la estabilidad como el desarrollo que enmarcó hubieran sido inconcebibles si en el Sábado Santo del 17 de abril de 1954 el gobierno hacendario de Ruiz Cortines no hubiese devaluado (en 44.5 por ciento) el peso, de su nivel previo de 8.65 por dólar, que se fijó en 1948 al desvalorizarse (en 86 por ciento) su paridad antecedente, de 4.85.

La devaluación de 1954 debe calificarse como estabilizadora y por ello marcó un hito en relación con la precedente de 1948 y las subsecuentes a partir de la de 1976. Al combinar la corrección del déficit en la cuenta corriente con estos motores financieros de la inversión pública y privada se imprimió un formidable impulso al crecimiento estable, como lo reconoció el propio Ortiz Mena,4 en contraste con la devaluación de 1976, que señaló también un hito, pero en la desestabilización de la economía mexicana. De hecho, 1954, año de la devaluación estabilizadora, registró la tasa histórica de crecimiento más alta -de 10 por ciento- no sólo del periodo, sino enseguida de que la economía mexicana inició la recuperación de la Gran Depresión de 1933. Y en el gobierno de Ruiz Cortines la tasa de crecimiento del producto interno bruto promedio anual se elevó a 6.42 por ciento (frente a 5.78 durante el gobierno de Miguel Alemán) y la de inflación se redujo a 5.8 por ciento (frente a 9.86 en el gobierno previo).

ƑQué peculiaridades tuvo la devaluación de 1954 para cimentar y promover al mismo tiempo la estabilidad monetaria y el crecimiento económico durante más de tres lustros, en lugar de cimentar la desestabilización cambiaria, como la de 1948, y de la economía en su conjunto a partir de la de 1976? La explicación de sus condiciones y causas la ofreció el director del Banco de México, Rodrigo Gómez, a la Asociación de Banqueros de México a 11 días de su realización, al atribuir su oportunidad a "la naturaleza y magnitud de los factores de desequilibrio fundamental"5 que estaba en el intercambio económico con el exterior.

En 1953 el déficit en la balanza comercial alcanzó 259 millones de dólares. Y el saldo positivo en la cuenta corriente de la balanza de pagos de 31 millones de dólares en 1949, año en que se fijó la paridad de 8.65, y de 60 millones en 1950, se había convertido en un déficit de 101 millones de dólares para 1951. La disciplina presupuestal y la caída consecuente en la tasa de crecimiento ya no pudieron abatirlo, registrando un nivel de 47 millones en 1952 y de 82 en 1953. En 1954 la política hacendaria se orientó a la reactivación del crecimiento buscando neutralizar fallidamente los efectos de la sobrevaluación del tipo de cambio con una elevación de 25 por ciento en los aranceles de importación. Para el 14 de abril las reservas monetarias habían disminuido 17.6 por ciento respecto a su nivel al abrir el año y, "ante este desajuste fundamental de nuestra balanza de pagos y confiando plenamente en la capacidad de recuperación de mi país", Ruiz Cortines informó: "autoricé la modificación del tipo de cambio".6

La devaluación de 1954 se realizó con una reserva monetaria de un nivel cuatro veces superior al que existía en 1949, cuando se fijó el tipo de cambio en 8.65 pesos por dólar.7 Como resultado de la devaluación de 1954 la reserva se elevó 50 por ciento antes de dos semanas -según el informe del director del Banco de México a los banqueros-, consolidando de inmediato el tipo de cambio de 12.50 pesos e imprimiendo un formidable vigor al crecimiento económico. Don Rodrigo argumentó que la devaluación "debería haberse esperado a que la reserva fuese insuficiente para sostener el valor de nuestra moneda". Su lúcido razonamiento también vendría a explicar los fracasos de las políticas hacendarias ulteriores, que primero desestabilizaron y después estrangularon la economía. Registrar sus razones es importante tanto para entender el papel histórico de la estabilidad y devaluación del tipo de cambio en la evolución de la economía mexicana desde entonces como para ponderar la política hacendaria en curso y sus consecuencias medio siglo después:

 

...no se consideró prudente seguir agotando la reserva y recurrir al Fondo Monetario Internacional y a la Tesorería de los Estados Unidos en demanda de los créditos de apoyo, porque el uso de ellos en tales circunstancias, necesariamente, hubiera requerido, entre otras medidas, severas restricciones en el crédito bancario y en la cuantía de las obras públicas, como premisas indispensables para obtener el equilibrio en la balanza de pagos. Esas medidas habrían causado una aguda baja en la actividad de los negocios, todavía mayor que la experimentada en 1953, con repercusiones graves tales como fuerte disminución en las ventas, pérdidas en los negocios, quiebras de empresas y mayor desocupación en todo el país.

A la postre, todos esos sacrificios hubieran resultado inútiles, ya que, de no producirse cambios en la economía internacional, nos hubiéramos visto forzados en pocos meses al abandono de esa política y a la modificación del tipo de cambio en condiciones muy desfavorables. Evidentemente, ya con el desequilibrio de la balanza de pagos sin perspectiva de factores que pudiesen corregirlo adecuadamente, hubiera resultado temerario agotar la reserva en una lucha perdida de antemano y usar los créditos internacionales para afrontar la fuga de capitales que se había iniciado ya en forma violenta.

(...)

Esa espera hubiese sido temeraria: dado el desequilibrio fundamental que había en nuestra balanza de pagos al tipo de cambio anterior, la reserva se habría drenado, debilitando peligrosamente nuestra capacidad para estabilizar la economía a un nuevo tipo.

La oportunidad, seguridad y profesionalismo, políticos y económicos, con que actuó el gobierno de Ruiz Cortines en la Semana Santa de 1954 tendría consecuencias tan trascendentes que la paridad de 12.50 perduró cuatro gobiernos durante casi un cuarto de siglo. Dio la mayor seriedad y sustento históricos a la palabra presidencial en su Informe del primero de septiembre siguiente cuando sostuvo:

El gobierno reitera que es su firme decisión mantener el actual tipo de cambio y la absoluta convertibilidad del peso. Está seguro de lograrlo no sólo en lo que resta del sexenio, sino que dejará establecidas bases para la mayor firmeza de nuestra moneda.

Las devaluaciones subsecuentes desestabilizaron la economía, en 1976 y 1982, y estrangularon su crecimiento, en 1983-1988 y 1994. Y es que ignoraron, como se sigue ignorando, "la naturaleza y magnitud de los factores de desequilibrio fundamental".

1 Ortiz Mena, p. 49.

2 Véase: Víctor L. Urquidi, "El papel de la política fiscal y monetaria en el desarrollo económico", en El Trimestre Económico, Vol. XVIII, octubre-diciembre de 1951, No. 4, p.p. 636-653.

3 Adolfo Ruiz Cortines, discurso de toma de posesión, Diario de los debates, H. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, 42 Legislatura, primero de diciembre de 1952, p. 3.

4 Ortiz Mena, p. 38.

5 Rodrigo Gómez, "Discurso pronunciado en la XX Convención de la Asociación de Banqueros de México, celebrada en Acapulco, Guerrero, el 25 de abril de 1954", en Rodrigo Gómez, vida y obra, Banco de México y Fondo de Cultura Económica, México, DF, 1991, p.p. 205-211.

6 Adolfo Ruiz Cortines, Segundo Informe de Gobierno, Diario de los debates, H. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, 42 Legislatura, primero de septiembre de 1954, p.12.

7 De 201 millones de dólares en 1954 y de 42.5 millones en 1948. Id., p.p. 208-209.

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