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México D.F. Sábado 17 de abril de 2004

Surgió como emisora de la Casa de la Cultura y ha sido premiada por institución oficial

Desde 2001 la SCT ha negado permiso de operación a una difusora de Oxaca

Radio Calenda transmite programas tecnológicos, culturales e infantiles, dicen sus directivos

ALONSO URRUTIA ENVIADO

San Antonino, Oax. Detrás de la báscula y los restos de pollo del día que aún le quedan por vender en el negocio del que vive, Carlos Burguet da cuenta de lo que es Radio Calenda, estación comunitaria que desde hace tres años dirige: "La principal aportación de la radio es unir a las comunidades, porque cuando el egoísmo impera, atrasa, nos vuelve ignorantes y lo que tratamos es despertar conciencias a través del medio..."

Hace una pausa para vender las últimas cuatro cabezas y dos alas de pollo por cinco pesos y continúa, con claridad, hablando sobre los alcances de esta radio comunitaria que funciona, como casi todas ellas, sin permiso de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT): "Una de las prioridades es el impulso al campo. Hay un programa, Vamos al campo, en el cual invitamos a ingenieros agrónomos para que expliquen a los campesinos sobre el uso de pesticidas y agroquímicos, les enseñen algo del riego por goteo, porque aquí todo mundo saca agua y no se preocupa por los mantos acuíferos..."

Radio Calenda transmite para una región donde predomina la pobreza, y lo hace desde el quiosco del pueblo. En los sótanos del mismo, con una consola, una computadora y un transmisor difunden horas de programación: no hay recursos para más.

Si hay fallas en el equipo, aquellos que son radiotécnicos suelen apoyar para su compostura. La radio sólo aporta las refacciones y compensa con referencias a esos negocios su aporte a la estación.

Burguet no ha dejado el negocio del pollo porque es su único ingreso, pues en la radio nadie cobra, todos son voluntarios. Ni cómo cobrar en una estación comunitaria que sólo sobrevive financieramente para mantener la operación con el único apoyo de la energía eléctrica que paga el ayuntamiento, ya que la toma del alumbrado público.

Piratería, según el gobierno federal

Su historia es un compendio de los bandazos oficiales en materia de radios comunitarias. Surgida como emisora de la Casa de la Cultura del pueblo -según narra su fundador Emilio Santiago- en su pasado hay dos premios obtenidos en sendas convocatorias del Instituto Mexicano de la Juventud, instancia gubernamental que sucesivamente ha considerado los proyectos presentados por la ahora Radio Calenda como viables y dignos de ser respaldados para su ampliación.

No es lo que opina la SCT, que al paso del tiempo no ha cedido ni concedido el permiso. Tampoco han valido los expedientes entregados ni las cartas de apoyo firmadas, entre otros, por el pintor Francisco Toledo. Nada de eso ha movido la postura federal de considerarla, sin más, como una radio pirata.

Radio Calenda, la voz del valle AC, expone un diagnóstico diferente de la zona que da soporte y razón de ser al proyecto: "Oaxaca es sinónimo de pobreza y de diversos problemas derivados de ello, como migración, analfabetismo, desnutrición, destrucción del medio ambiente... Todo lo cual representa un círculo vicioso que se retroalimenta sin cesar".

En ese ámbito se ha insertado como radio de servicio social, y así lo percibe la gente que la usa, lo mismo para felicitar a sus parientes por la próxima boda de los hijos como para hacer un llamado a la comunidad, avisándole de la yegua, mula o gallinas que están perdidas. Así, entre canción y canción, los locutores sustituyen los comerciales por anuncios sociales.

"Algunas veces, cuando llegan a recuperar sus animales, llegan a pasar un donativo", señala Santiago.

Del Tren de chocolate a Romper el silencio...

El paso de la Casa de la Cultura a Radio Calenda se dio con el respaldo del entonces ayuntamiento perredista, que financió la compra de equipo. No fue fácil, reconoce Burguet, quien dice que cuando trabajó en el municipio, hace un tiempo, conoció a Santiago e idearon un proyecto de radio para apoyar el campo, que se financiaría con el presupuesto destinado por el ayuntamiento al desarrollo agropecuario.

Santiago, con la experiencia de la radio de la Casa de la Cultura, y Burguet, quien inició sus aficiones por la difusión con una estación que sólo emitía música y saludos en el mercado, promovieron la nueva Radio Calenda que, con la aportación de 60 mil pesos del municipio, comenzó a operar el 15 de septiembre de 2001, transmitiendo las fiestas patrias.

Calenda se asocia al festejo, explica Santiago, quien es maestro en la Normal Superior de Oaxaca: "Aunque no literalmente, pero calenda significa la anunciación de la fiesta. Cada vez que se hace una calenda es que al otro día hay fiesta, es un pequeño carnaval donde se regalan flores, mezcal y hay baile".

Ahora, tres años después, Radio Calenda se ha consolidado como estación comunitaria en el valle, con una potencia de transmisión que llega a Ocotlán, San Juan Chilateca, San Jacinto, Santa Rosa de Lima, Santiago Apóstol, Santa Ana y San Isidro Segache, San Pablo Huixtepec, La Ciénega y otras comunidades.

¿Las finanzas? Raquíticas, pero sobreviven con donativos, con muy pocos patrocinios y con el trabajo voluntario. Lo mismo hay maestros que estudiantes en la manufactura de la programación. Otros, como Enrique y Arturo Pérez, siembran flores -"son campesinos, pues"- y tras la jornada hacen un programa de música grupera. Tampoco cobran, quizá su remuneración sea la fama que tienen en el pueblo.

Calenda transmite casi todo el día. Los estudiantes del Cobao (Colegio de Bachilleres de Oaxaca) tienen un programa dirigido a los jóvenes; hay niños que realizan El tren de chocolate, que incluye temas infantiles, juegos y apoyos a tareas; Neuróticos Anónimos y Alcohólicos Anónimos tienen sus espacios y de vez en cuando hacen donativos; otras organizaciones no gubernamentales se coordinan para administrar sus espacios.

Un grupo de mujeres difunde cápsulas en zapoteco, que es el principio de lo que, dicen, podría ser la inclusión de programas tendentes a la recuperación del orgullo de ser indígenas, que se ha perdido tanto.

"Entre nosotros -lamenta Elena Martínez, una de las mujeres empeñadas en rescatar el zapoteco- existe la idea de que los indios somos mugrosos y es vergonzozo serlo. Pero tenemos cosas muy buenas, hay que rescatar las tradiciones, las buenas, claro", lo que pretende hacer con el apoyo de Radio Calenda.

Otra vertiente de la radio la conduce Martha Aguilar, quien tiene el programa de mujeres Rompiendo el silencio, y que recientemente ha ganado una beca de la fundación Packard para capacitarse y realizar junto con el grupo Teatro y Sida, del Distrito Federal, cápsulas y programas de salud sexual y reproductiva.

La sexualidad y la violencia contra las mujeres son temas recurrentes en su programa. Aguilar, estudiante de derecho, admite que esto ha despertado algún recelo entre los sectores conservadores del pueblo, quienes piensan que eso alienta la práctica sexual entre los jóvenes.

Ella lo niega: "es mejor explicarles cómo iniciar una vida sexual sin riesgos de contraer alguna enfermedad a que la chava salga embarazada. Es mejor que sepan cómo usar el condón".

Así opera la radio y así busca el reconocimiento oficial para crecer. Sin la autorización oficial el futuro de la radiodifusora es incierto, admite Burguet, quien señala que la peor crisis de la emisora se deriva del proceso de tramitación del permiso ante la SCT, el cual hasta ahora no se les ha concedido.

Como parte de los requisitos, tenían que entregar una carta que avalara el comodato que tienen del equipo. Eso bastó para que desde el ayuntamiento priísta acusaran a Burguet de pretender apropiarse de la radio. Hubo casi un juicio público en su contra, que en público reviró, ofreciendo su renuncia, pero anunciando que la división precipitaría el cierre de la estación.

Corría octubre de 2003 y la confrontación con el ayuntamiento pretendió ser aprovechada por un ala radical del perredismo local que intentó tomar la radio, pretextando que si había surgido de un ayuntamiento perredista, de una fracción de ese partido, la radio debía ser partidista. "Algunos de ellos ven a la emisora como botín político, para fines políticos. Nos ven muy tibios con el ayuntamiento, y por eso han querido tomarla para sí", afirmó Santiago.

"Quieren que sea algo así como muy panfletaria, así como muera el municipio, y no se trata de eso. La radio no hace política partidista, habla de la problemática social, ahí sí, quien quiera, que haga uso de los micrófonos."

Por ahora han retornado a la estabilidad, pero no hay visos de que vayan a obtener el permiso.

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