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México D.F. Lunes 26 de abril de 2004

RUTA SONORA

Patricia Peñaloza

98.5 y la cultura negociable

SI BIEN HABIA sido públicamente anunciada la partida del equipo radiofónico que durante 11 años capitaneó José Alvarez (fundador y director desde 1992 de Dial FM, y desde 1993 de Radioactivo), el hecho resulta sintomático, desalentador y preocupante, pues la eliminación del último concepto radiofónico emisor de rock de avanzada y sus géneros afines en la ciudad de México, ubicado en el 98.5 FM, es un signo que se suma a una serie de cierres de medios de expresión para jóvenes. Como ejemplos están la tentativa (ya cancelada) para remover el Tianguis del Chopo, la salida del programa de videos Much Music, de Canal Once, la lucha por subsistir del Multiforo Alicia y el Circo Volador ante sus respectivas delegaciones, el actual intento de la delegación Benito Juárez por suprimir el Centro Cultural La Pirámide, así como la posible desaparición de Rockotitlán. Frente a estos percances, ¿el Gobierno del Distrito Federal o el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes ofrecen alternativas? Muy pocas. Cada vez es más precario, si no es que nulo, el asomo siquiera de una verdadera política cultural para jóvenes. Programarán actividades y contaran con apenas un proyecto como el Faro de Oriente, pero un lineamiento profundo de formación intelectual y emocional para este sector, no se ve por ningún lado.

Los hechos


EN JUNIO DE 2003 (Ruta Sonora 04/07/03), Grupo Imagen Telecomunicaciones (GIT) fue adquirido por Organización Editorial Mexicana, con Olegario Vázquez Raña como titular y Ernesto Rivera como operador. José Alvarez renunció cuando los nuevos dueños despidieron a locutores y productores clave para su emisora. Hay que añadir que la concesión de esta frecuencia terminará el próximo 2 de julio. En entrevista, Alvarez advirtió que la estación musical no duraría más de un año, pues debía cumplir con compromisos como conciertos y la convocatoria del concurso de cortometrajes Máximo 9 minutos 85 segundos. Así, su programación salió del aire el 4 de abril y a partir de mayo emitirá noticias y programas hablados. A pesar de que la estación sí vendía, sus directivos cesaron este formato porque los noticiarios generan muchos más ingresos -aunque quizá en estos tiempos de sobreinformación y descrédito, menor rating.

LA SENSACION DE desamparo es similar a la ocurrida en 1995, cuando empresarios de Núcleo Radio Mil, en busca de mayor capital, aniquilaron Rock 101, fundada por Luis Gerardo Salas, tras 10 años al aire como la primera emisora en la ciudad en transmitir rock, género que a pesar de su comercialización aún cuestiona lo instituido y promueve una actitud crítica. Dada la necesidad de los escuchas, y tras el cierre de 101 y de la WFM de Alejandro González Iñárritu, ambos conceptos se fusionaron en Radioactivo; así lo expresaba Alvarez: "Quisimos unir el gusto musical de Rock 101 con la calidad de producción de WFM".

Y AUNQUE LA personalidad radioactiva se sustentaba en el elitismo, la pedantería y la complicidad con el monopolio promocional de rock (disqueras y promotoras de conciertos), la emisora supo combinar una programación musical actual con elementos informativos y sociales (24 horas de sexo, como hizo 101; documentales sobre Sarajevo e Israel; entrevistas con candidatos a puestos de elección popular; especiales que iban desde el Che Guevara hasta el cómic y Jesucristo; entrevistas e información especializada sobre grupos y géneros de calidad poco abordados en México, etcétera).

ASI, SUBSISTEN EN la FM Ibero Radio 90.9 y Orbita 105.7, que aunque cubren nichos específicos, no alcanzan la fuerza de las tres emisoras arriba citadas. La inexistencia de un proyecto contundente de rock deja desamparada a una clase media interesada en un concepto radiofónico que le genere lazos generacionales, y a una audiencia que no accede a Internet o a revistas extranjeras para mantenerse al tanto de la evolución cultural-musical-popular del mundo.

El trasfondo


UNA EMISORA DE radio consistente, capaz de dejar huella, no es sólo la que mejor música programa sino la que forja una comunidad sólida que comparte inquietudes, gustos, experiencias y vicisitudes que marcarán su tiempo y destino. De ahí su importancia cultural como centro de creación y enlace. Cuando una estación así es eliminada o deja de tener conexión con sus escuchas, para en su lugar atender los intereses de los emisores, queda un hueco en aquellos que buscan formar parte de algo que les dé identidad temporal y geográfica.

ASI, RADIOACTIVO FUE fruto del trabajo conjunto de un cúmulo de individuos que volcaron sus inquietudes sobre un espacio, que a su vez fue un eslabón más dentro de un proceso social del cual forman parte sus radioescuchas.

SIN EMBARGO, LA crisis de ofertas radiofónicas juveniles se veía venir desde que 98.5 no tenía ya competencia real (el anterior intento de estación con música de avanzada fue W Radical, en el 96.9, encabezada por Luis Gerardo Salas y esfumada en 2001). Y como se dijo al inicio de este texto, no es el de Radioactivo un caso aislado: la decisión de GIT de eliminar una emisora con tanto arrastre, se suma a la de muchas instancias que coartan espacios.

VISTO EN LO general, esta serie de iniciativas apunta a una clara línea de la derecha empresarial contra aquello que lleve a los jóvenes a pensar, inquietarse o expresarse. Y visto en lo particular, el que Imagen pase por encima de un proyecto de cohesión cultural como 98.5, con la ostentación de un noticiario más, no suena a interés social e informativo sino a un desprecio por la formación de las nuevas generaciones, y un obvio atajo para, mediante esa tribuna, ganar poder político e ir engarzando favores de cara a las elecciones de 2006.

SI DURANTE LOS gobiernos del PRI los grupos radiofónicos se cuidaron de no ser demasiado críticos con el poder por temor a perder sus concesiones, ahora que la Secretaría de Gobernación relajó su control, son los señores del dinero quienes dan la pauta: por un lado, la radio en México sigue en manos de unos cuantos grupos, los cuales han cimentado sus emporios en el halago al poder; por el otro, los anunciantes pretenden determinar los contenidos, en vez de que suceda a la inversa.

EL MEOLLO AQUI sigue siendo la anacrónica Ley de Radio y Televisión, que sigue considerando a las emisoras tan sólo como un negocio y no como puentes de socialización entre seres generadores de cultura. ¿Por qué una entidad cultural que con el tiempo deja de ser de sus emisores, para convertirse en una propiedad comunitaria, sigue considerándose un producto desechable, vendible al mejor postor? ¿Es posible seguir mercando con los patrimonios culturales y los fenómenos sociales?

El futuro


QUEDA A LAS estaciones dirigidas a jóvenes duplicar su compromiso con este sector tan menospreciado (¿olvidan los gobernantes lo fundamental del voto joven?). Es su obligación asumirse como espacios de discusión; ofrecer una programación musical de calidad y con contenidos inteligentes y espontáneos, y cumplir una misión pendiente: salir de la cabina, compartir lo que viven sus escuchas. En el caso de Orbita, del Instituto Mexicano de la Radio, grupo estatal, la responsabilidad se antoja mayor, justo para demostrar el interés oficial por los jóvenes.

EL OTRO RETO queda en manos de una audiencia desmoralizada, que debía salir a defender lo que es suyo. Desafortunadamente, muy poco ha defendido la banda al 98.5 o a otros proyectos desaparecidos, y en general ha mostrado más bien resignación. A esa generación le corresponde ofrecer nuevas propuestas, que sin duda seguirán teniendo trabas, hasta que autoridades y consorcios entiendan que la cultura no es negociable.

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