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México D.F. Viernes 30 de abril de 2004

Leonardo García Tsao

La otra maldición

Justo cuando pensábamos que ya no era riesgoso ver una película mexicana, aparece Las lloronas, cinta evocadora de las peores expresiones del churro tradicional. En la actualidad es común que los cineastas debutantes -egresados de escuelas de cine, casi siempre- muestren desde sus primeros esfuerzos una destreza técnica, por lo menos. Los pocos churros totales de reciente memoria, La tregua y su complemento gemelo, Ya no los hacen como antes, se han debido respectivamente a dinosaurios como Alfonso Rosas Priego o Fernando Pérez Gavilán, sobrevivientes de ese Pleistoceno dominado por la añeja iniciativa privada.

Producida de manera independiente en Monterrey, Las lloronas es la ópera prima de Lorena Villarreal y se supone una nueva versión de la conocida maldición. Sin embargo, lo único sobrenatural del caso es la ineptitud de su manufactura. Desde que está embarazada, Esther (Tina Romero) es advertida por su madre (Magda Vizcaíno) sobre la posible muerte de su hijo, cosa que ocurre cuando una botella de refresco reta las leyes de la física y empuja la carriola del niño a una alberca. Veinte años después, la hija sobreviviente de la señora, Lucía (Elizabeth Avila), llega con su marido (Francisco Gattorno) y pequeño hijo al pueblo donde Esther vive con su madre pitonisa, y en cercanía con la otra parte de la familia: su hermana Francisca (Rosa María Bianchi), casada con Alfonso (José Sefami), el hijo de éste Hernán (Miguel Rodarte) y Diana (Elizabeth Valdez), la hija adolescente de ambos.

La familia es a todas luces disfuncional. Las mujeres se reúnen en las noches no a jugar canasta sino a leer el tarot; los hombres hacen intrigas oscuras sobre el suministro del agua al pueblo (donde no hay otros habitantes, por lo visto); Lucía se confiesa insatisfecha con su marido plasta y coquetea al mismo tiempo con Hernán y su ex novio, Luis (Rodrigo Mejía); Diana sufre malestares que revelan ser el embarazo más discreto de la historia. La mesa está puesta para un desastre múltiple. Al final, la mayoría de los varones -adultos o bebés- habrá palmado sin que ello pueda atribuirse a una maldición, sino más bien a la estupidez y/o al hecho de que ninguna de las mujeres sepa nadar.

Resulta difícil adivinar el género al que pertenece Las lloronas. A pesar de su horrorosa factura, no es una película de horror. Tiene momentos muy chistosos (a su pesar) pero tampoco se trata de una comedia. De hecho, cada actor está en un registro diferente. La debutante Ávila parece creerse en una comedia costumbrista, mientras Romero ensaya el gran guiñol y Rodarte se supone en la segunda parte de El Tigre de Santa Julia. Una actriz experimentada como Bianchi se ve comprensiblemente incómoda.

Varias veces los diálogos sugieren una comedia negra -al ver derramadas las cenizas de su hijo, Esther le reclama a su madre: "šMira lo que le hiciste al niño!"- pero el tono exaltado del asunto confirman que la cosa va en serio. Lo cual es grave. En el fondo, Las lloronas no es más que un fantasma de esa vieja maldición del cine mexicano: la falta consternante de profesionalismo. Aunque filmada con presupuesto -la posproducción se hizo en Los Angeles, por ejemplo- la película ostenta su amateurismo en cada fotograma. Sorprende a estas alturas encontrar una fotografía cuyo exagerado contraste oculta el rostro de los actores y hace transcurrir todo a oscuras; o una incorporación de temas musicales tan fuera de tono e inoportuna que se antoja hecha por un primate sordo (eso sí, la muerte accidental del personaje de Gattorno, al son de un movido tema de la Banda El Recodo, es una secuencia de humor involuntario para citar en fiestas y reuniones).

La carrera como cineasta de Lorena Villarreal ha iniciado de manera poco promisoria, digamos. En su currículum se apunta que estudió cinematografía en el Emerson College de Boston, lo cual nos lleva a la conjetura de que: a) se trata de una escuela patito como la AMCI, o b) faltó mucho a clases.

El cine de producción regiomontana en el último par de años no ha dado, hasta ahora, razones para celebrar su descentralización.

LAS LLORONAS

D: Lorena Villarreal/ G: Enrique Rentería, Lorena Villarreal/ F. en C: Alejandro Cantú/ M: Leoncio Lara - Bon/ Ed: Abraham Marcos, Christopher Gernon/ I: Rosa María Bianchi, Tina Romero, Elizabeth Avila, Gastón Melo, Miguel Rodarte, José Sefami/ P: Leyenda Films. México, 2003.

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