ƑLA FIESTA EN PAZ?

Leonardo Páez

Defender lo indefendible

32 años de Toros y toreros

Programa denso, agotado y obsoleto

NO TODO ES bochorno y pena ajena entre ex alumnos de la carrera de comunicación. Hay quienes, a prudente distancia del negativismo y la amargura, ven con ojos esperanzados lo positivo que pueda quedar en medio de la degradación general de un país, vulgarizado con premeditación, alevosía y ventaja.

TRADUCIDO A TERMINOS más taurinos, los pesimistas afirman que la mierda prevalece en la fiesta brava mexicana, en tanto que los optimistas sostienen, alegres y glotones, que, una vez que te acostumbras, ya no sabe tan mal.

DE ESTE Y otros aspectos discutía recién con un viejo y próspero compañero universitario, él sí comunicólogo y especialista en marketing, no como otros que se malograron en el sinuoso camino de la crítica infructuosa y el periodismo terco, ése que no acaba de hallarle el gusto a lo que la mayoría, más por desidia que por apetito, hace tiempo saborea.

CON LA CONDICION de que no revelara su nombre, el compañero próspero, aficionado de dos o tres corridas de relumbrón durante la temporada grande en la Plaza México, sentenció con ceremoniosa pronunciación labiodental: "Te viste virulento en tu alusión al reconocimiento que el domingo pasado se le hizo en La Florecita al programa de televisión Toros y toreros. Se dicen rápido 32 años, pero tiene mérito haber mantenido en el aire durante tanto tiempo la emisión sobre un tema en decadencia. Sé de muy buena fuente que el Politécnico apenas asigna presupuesto para su producción", y enumeró otras buenas intenciones, anteponiendo repetidamente la larga vida del programa a su calidad e influencia.

SI DE PRODUCCION televisiva hablamos, le dije, un programa no dramático sino de información y análisis sobre la fiesta de los toros no tiene por qué ser caro y sí, en cambio, por obligación profesional, ha de ser imaginativo, apasionante y memorable, como lo es una gran faena precisamente.

DE FORMATO PLANO, como si se hubiese detenido en los años 60 pero sin la elocuencia ni la cultura de Pepe Alameda, falto de agilidad y de ritmo, con un tono fastidiado y monótono, con abundancia de lugares comunes, frases hechas y argumentos poco sustentados, sin el menor propósito de orientar, capacitar, debatir y señalar las causas de tantos bandazos taurinos y, por el contrario, propenso al amiguismo, a la coba, a ver toros bravos donde hay novillos repetidores y a calificar de toreros "de arte" a jóvenes adocenados, el programa Toros y toreros en su propuesta resulta, por lo menos, denso, agotado y obsoleto, repelente incluso para quienes quisieran aficionarse a tan insólito espectáculo.

EN DESCARGO DE la mediocridad y el amateurismo está el digno trabajo de los camarógrafos, aunque sin una edición que lo optimice, y un rico archivo fílmico, carente de perspectiva y análisis que lo contextualicen. Por el hecho de ser la única -Ƒo la última?- opción de programa taurino por televisión a nivel nacional, Toros y toreros, luego de 32 años, debería ser más consciente de su responsabilidad profesional, si no para exhibir a los taurinos siquiera para realzar el 45 aniversario de Canal Once.