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México D.F. Lunes 6 de septiembre de 2004

El Pregón taurino de Fuentes, sucesión de lugares comunes, sostiene historiador

Con relación a la fiesta, positivismo obsoleto en nuestros intelectuales

Varios factores determinan actitudes colonizadas, afirma Jesús Flores Olague

LEONARDO PAEZ

Manolete (Jornada)"Nuestros intelectuales de la segunda mitad del siglo pasado para acá se han nutrido de una corriente heredada del porfiriato, el positivismo, que se deslinda de una cultura mestiza en aras de una cultura falsamente universal, reducida al progreso industrial. Ello subyace en el desdén generalizado del intelectual mexicano por la fiesta de los toros", señala el doctor en filosofía Jesús Flores Olague.

Poeta, pintor, maestro en historia y en sociología, investigador, "monero taurino" y aficionado de toda la vida, Flores Olague (Zacatecas, 1947) abunda: "Este positivismo trasnochado ve con desconfianza y prejuicio toda manifestación cultural que provenga de nuestras raíces prehispánica y española, en las que también se finca el desarrollo del toreo en este país. Ese es un aspecto. Otro, la irrupción del mundo anglosajón como prototipo de los mundos posibles después de la primera Guerra Mundial, que privilegia la técnica y el dominio sobre la naturaleza.

"Y un tercer factor es la dependencia cultural, más ficticia que real, con respecto a España, por una lengua y una religión con toda la carga ideológica allí metida y que condiciona a aceptar, incluso a los intelectuales, un modelo que se quiere superior por su condición de metrópoli a lo largo de 300 años. Por eso a un intelectual mexicano de la segunda mitad del siglo XX le resulta casi imposible aproximarse al fenómeno taurino como fenómeno cultural."

-¿El caso de Carlos Fuentes sería una excepción?

-No, Fuentes se aproxima a la fiesta de los toros en general y a la de México en particular como un turista. Tanto en su visión mitológico-taurina de El espejo enterrado como con el manoletismo inoportuno de su Pregón taurino en Sevilla, del que aquí nadie se ocupó con seriedad, refleja una visión turística de la fiesta, por decir lo menos.

-¿Lo menos?

-El futuro novelista viene de Santiago, de Buenos Aires y de Washington y ve a Manolete, que viene de Córdoba, todas instancias extrañas a la fiesta de México, de ahí que su Pregón taurino de abril de 2003, editado por la UNAM y la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, resulte una visión pobre y superficial de lo que ha representado la tauromaquia en el desarrollo cultural de México y de lo que ha significado la tauromaquia mexicana en la de España.

"Manolete, queridísimo y entregado desde luego -prosigue Flores Olague-, pero con él, allá y acá, toreros mexicanos sobresalientes. Si el autor de La muerte de Artemio Cruz hubiese tenido más ganas de vincular lo mexicano y lo español en materia taurina, habría destacado cómo se manifestaron los valores taurinos de uno y otro país en reiterados, memorables encuentros en ambos países, y cómo el ganado de lidia de cada uno contribuyó a la expresión de esos valores.

"La triste realidad, con perdón del rector Juan Ramón de la Fuente, es que el Pregón taurino de Fuentes es una sucesión de lugares comunes, lamentable en una pluma de su prestigio. Reiterados errores de fechas, atroz intento por definir la gaonera, fallidas descripciones de las tauromaquias de Gaona, Armilla, Silverio y Arruza, confusión de frases, etcétera; pero sensibilidad e información para haber destacado afinidades y diferencias entre las ricas expresiones tauromáquicas de diestros de Sevilla y de México triunfadores en ambos escenarios, para nada.

"Por lo demás, esta tendencia a la imaginación histórica no es nueva en Fuentes, que en su guión para la película de Cazals, Aquellos años, afirma que Juárez manda fusilar a Jesús González Ortega ¡y es fusilado!, siendo ello históricamente falso. Igual que sostener en el citado Pregón que España es la única cultura que aglutinó lo cristiano, lo árabe y lo judío cuando que sucesivos monarcas católicos, en cuanto pudieron, expulsaron a todo aquel que no entrara al aro del fundamentalismo cristiano. Estas culturas convivieron bajo el califato de Córdoba.

-¿Qué esperaba la afición pensante de México del Pregón taurino de Fuentes?

-Era una oportunidad de oro para hacer una valoración sustentada de la tauromaquia mexicana con relación a la española a partir de una cultura afín, pero no idéntica. El Pregón era la ocasión ideal, pero su texto repite, injustificadamente, el estereotipo de que España, también en lo taurino, es la estrella de Belén, y nosotros los pastores a la espera del mesías -concluye el doctor Flores Olague. 

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