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México D.F. Domingo 19 de septiembre de 2004

En el nombre de quién requirió del autor una ardua investigación de dos años

Javier López Moreno recrea en su primera novela cómo se fraguó el 11-S

HECTOR LEON /TODOCULTURA

En el nombre de quién, primera novela de Javier López Moreno, quien se retiró de la vida política y ahora se dedica a escribir, es una recreación novelística del 11 de septiembre de 2001.

''Aquella catástrofe me conmocionó. Creí entender que se inauguraba un nuevo, un fragoroso ciclo del terrorismo internacional'', expresa el escritor con un ejemplar de la novela editada por Punto de Lectura entre sus manos.

López Moreno hace en su pieza narrativa una recreación puntillosa y creíble del comportamiento de los terroristas en su guerra santa contra el imperio, de una familia mexicana que vivió la tragedia, así como del efecto mediático en la sociedad. Se trata de un reportaje novelado bien escrito soportado en una ardua investigación sobre la investidura del Corán.

El volumen fue presentado en días pasados en la Feria Internacional del Libro Universitario, que este domingo concluirá actividades, efectuada en Jalapa, Veracruz.

''Habiendo dicho adiós a mi desempeño público, me encontraba escribiendo una novela, la que sería la primera, y la suspendí, mejor dicho, no pude continuar con el relato: mi cabeza estaba llena de las imágenes terribles del atentado a las Torres Gemelas, y era en vano que luchara por apartarlas. Me pesaban, me aplastaban. No fui yo quien tomó la decisión, la realidad se me impuso; quedó a un lado el trabajo original y cuando salí de la conmoción me encontré revisando lo que había ocurrido, rastreando de algún modo los antecedentes, el porqué y el cómo de aquel suceso", recapitula en entrevista.

Hurgó en hemerotecas, reportes de periódicos y revistas, noticieros de radio y televisión. ''Mi mesa de trabajo se pobló paulatinamente de libros y más libros sobre Osama bin Laden, los talibanes, la invasión soviética en Afganistán... En fin, a lo largo de dos años tenía frente a mí un cerro de información. Qué ironía, de quienes menos pude saber fue de los indocumentados mexicanos que sucumbieron''.

Sobre si una de las razones del terrorismo deviene de un posible choque de civilizaciones, el autor asume: ''No hay tal choque, no lo habrá. Occidente está muy lejos de ser un todo homogéneo y más aún sus contrapartes. Las civilizaciones no chocan, chocan los gobiernos, se enfrentan los intereses. Al gobierno estadunidense le da por plantear confrontaciones globales en sus empresas bélicas, pero carece de sustento. ƑCómo aceptar una lucha entre el bien, encarnado por Occidente, jefaturado por Estados Unidos, contra el mal, representado por los otros? Se trata de una grosera simplificación. El islam se yergue como una de las tres grandes religiones monoteístas de nuestro tiempo y es tan respetable como las otras dos y como las demás"

Para el autor, ''el 11-S anuncia el comienzo del terrorismo con fines de destrucción masiva. El 11-S alerta sobre la fragilidad del desarrollo social de algunas regiones del planeta si en otras, además de hambre, crece la desesperación y se acumulan los agravios contra el gobierno estadunidense. Las organizaciones extremistas no sólo reciclan el odio por hechos del pasado, y vaya que para los musulmanes el pasado está siempre presente, sino que atizan la prédica por lo que les está pasando hoy a sus comunidades. La novela intenta recrear los puntos de vista de todas y cada una de las partes. Cada quien sacará sus conclusiones".

Mohammed Atta, el personaje principal que coordinó el ataque, según López Moreno, exhortó a los suyos a que llevaran, en el nuevo milenio, "la buena nueva del terrorismo a todos los rincones del planeta". Mucho me temo que le están prestando atención.

Sobre la ineficacia de los cuerpos de inteligencia de Estados Unidos, López Moreno apunta: "fueron ineficaces para prevenir el atentado y para tomar acciones oportunas durante su desarrollo. En el nombre de quién abunda en indicios, datos objetivos y pruebas sobre el particular. La CIA, la FBI y otros organismos no carecieron de imaginación, carecieron de profesionalismo; desdeñaron la retaceada información que recibían, fueron incapaces de ordenarla y clasificarla, de entenderla. No supieron seguir pistas, carecieron de humint".

En este sentido, el autor aventura dos informaciones que luego se conocerían en detalle: La CIA supo con bastante anticipación que los musulmanes radicales Khalid Almihdar y Nawaz Alhazmi habían concurrido con otros a una cumbre terrorista en la capital de Malasia. Faltaba más de un año para el 11 de septiembre de 2001, pero en vez de compartir su información con la FBI, se la tragó. Almihdar y Alhazmi se establecieron, en efecto, en territorio estadunidense y llevaron a cabo su adiestramiento sin que nadie los molestara. Primero estuvieron en Los Angeles, después en San Diego. Estaban tan a gusto que uno de ellos buscó por la Internet tener una novia mexicana. Hasta en el directorio telefónico de San Diego aparecían los datos del segundo: Alhazmi Nawaz M 6401 Mount Ada Rd. 658 279 5919. Ni así pudieron pescarlos, y ellos, con boletos de avión a su nombre, se abatieron contra el Pentágono.

Otro caso documentado es el de Zacarías Moussaoui, aún en prisión. La FBI lo arrestó en Minnesota casi un mes antes del 11-S bajo el cargo de que se le había vencido la visa; en realidad fue porque sus instructores de vuelo de la Pan Am International Fligth School lo denunciaron: el hombre ése, lenguaraz y malhumorado, de apodo Tangotango, se negaba a saber de maniobras de despegue y aterrizaje, sólo quería aprender a mantener la nave en vuelo. Resultaba demasiado sospechoso: Ƒqué había detrás de una actitud tan extraña? La oficina local de la FBI decomisó la computadora del detenido, pero los jefes del organismo, pese a los antecedentes terroristas de Moussaoui y al clima de peligro que ya se olisqueaba, no estuvieron de acuerdo en que sus subordinados penetraran el disco duro. La agente de la FBI Coleen Rowley apremió a sus jefes; era urgente saber qué guardaba esa computadora. Como no le hacían caso, recurrió al Centro contra el Terrorismo de la CIA. Y en vez de ser atendida la amonestaron por brincarse las trancas. Luego se supo que el disco duro contenía información relacionada de modo directo con el atentado. ƑNo son éstas fallas garrafales?

Adentrarse a la lectura del Corán es otro de los logros de la novela: "Leí y releí diversas versiones del Corán, cotejé mis lecturas con gente que sabe del tema; también me allegué de algunos textos interpretativos, y ya. No soy un estudioso ni mucho menos. Me acerqué al Corán con el respeto que merece un libro sagrado. La poca vida que me queda no me alcanzaría para asimilarlo. Pienso que para penetrar en sus profundidades hay que llenarse la boca con la música del idioma árabe; mi boca ya está demasiado dura para intentarlo''.

-ƑDónde está el límite?

-La motivación del ataque a las Torres Gemelas fue religiosa y política. En eso tiene razón uno de los protagonistas de la novela: sin el trasfondo religioso de los atacantes sería imposible entender algo de lo que sucedió. Resulta inútil tratar de establecer diferencias; lo religioso se funde con lo político: lo religioso constituyó el sustrato, y de su interpretación y del odio brotó lo demás.

''Sí, la mía es una novela con final anunciado; no podía ser de otro modo. En la primera página el narrador, un joven profesionista aturdido e hipnotizado por la televisión, está viendo el ataque. Al final, Mohammed Atta se lanza contra la Torre Norte al grito de šDios es grande!''

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