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México D.F. Lunes 27 de septiembre de 2004

Todo cabe en una pintura sabiéndolo acomodar se inaugura mañana en la galería Pecanins

El mundo de Monse Aleix, en una muestra

La artista naïf, fallecida hace casi seis meses, comenzó a pintar después de los 60 años

MERRY MAC MASTERS

Durante más de 35 años la artista naïf Monserrat Aleix (1908-2004), apoyada en pinturas, pinceles y telas, contó la vida como ella la vio y la entendió, al echar mano de su memoria con sus raíces en la Costa Brava de España, pero enlazada con Veracruz, la ciudad de México y Cuernavaca. Se trata de la historia pictórica de ella y su familia, que comienza en Cataluña y continúa en tierras mexicanas.

También con el paso del tiempo, y con motivo de sus exposiciones, sus hijas, las gemelas Ana María y Teresa Pecanins, se encargaron de escoger y apartar aquellos cuadros ''más especiales o únicos'' que a estas alturas suman alrededor de 200.

Dichos lienzos, cuya temática siempre se relaciona con el ser humano, son la base de la muestra Todo cabe en una pintura sabiéndolo acomodar -título alusivo a la cantidad de cosas que pasan en su obra-, que a cinco meses y medio de la muerte de doña Monse será inaugurada el martes 28 a las 19:30 horas en la Galería Pecanins (Durango 186, colonia Roma).

De las tareas a la imaginación

Colgar el medio centenar de cuadros en las paredes de la galería -mostrar todos requeriría de un museo- constituye un nuevo apoyo familiar a la carrera pictórica de Aleix quien empezó a pintar pasados los 60 años, a raíz de ayudar a sus nietos a colorear sus tareas.

Ana María apunta: ''Estamos muy contentas de todo lo que nuestra mamá nos dejó, que fue una vida. Su mundo era precioso, con mucha dignidad. La sencillez es dignidad y está representada en todos sus cuadros. Sus personajes siempre están vestidos y calzados. Siempre hay una postura. Luego, está la unión entre Cataluña y México. La considero una pintora de una obra cotidiana, temporal. Es algo que todos en el mundo hemos vivido de alguna manera u otra, no importa el país. Su pintura se diferencia del arte primitivo que es muy local, porque tiene una apertura universal dentro de su expresión. Nos gustaría mucho que pudiera salir un libro con todo ese arte naïf".

Los primeros cuadros de doña Monse se remontan a 1968. Algunos estaban "escondidos" porque sus hijas las encontraron "en un cajón, debajo de las sábanas". Aleix fue autodidacta. Cuando los pintores Jaime Saldívar y Luis Jasso, que eran amigos de la familia, vieron sus primeras obras, se entusiasmaron y dijeron: "Monse, tienes que seguir pintando. Vendremos a darte clases".

Sus hijas, sin embargo, se lo prohibieron: "Déjenla sola, porque tiene que ser una artista ingenua, naïf. Mi mamá jamás copió de nadie. Le enseñábamos libros y los cerraba. Nada más le comprábamos colores, telas y le alimentábamos con temas. Por ejemplo, cuando ya tenía muchos paisajes -la habían operado y estaba media deprimida- le sugerimos trabajar los transportes. Hizo aviones, trenes, tranvías, trolebuses''.

Luego vinieron las desnuditas: "Tere le dijo: 'mamá, nunca has hecho desnudas', y le enseñó un libro de arte con la maja de Goya. Contestó: 'no puedo hacer esto'. Cerró el libro y no lo quiso ver más. Pero al cabo de una semana nos hizo una pintura de una desnudita que se llama La maja. Carlos García Ponce, que la quería mucho, le dijo: 'Monsi, si me haces suficiente obra para una exposición le vamos a llamar Erotismo naif, y la montamos en el Macay (Museo de Arte Contemporáneo Ateneo de Yucatán)''.

Judith Van Buren, dueño del restaurante El Refugio, fue quien le dio a Aleix la categoría de pintora profesional y empezó a coleccionar su obra. Aparte de hacer la presentación de su primera exposición, regañó a las Pecanins. Les dijo: ''cómo es posible que teniendo una madre que hace esto y una galería, no la exhiben. Durante un tiempo la expusimos sin decir que era nuestra madre'', admite Ana María.

La plenitud de la vida

En los cuadros de Monserrat Aleix un pájaro suele ser más grande que una casa. En fin, la arquitectura y la perspectiva nunca le importaron mucho. Lo que se impone es la historia por contar. También experimentó y con el tiempo desarrolló un manejo muy personal del color.

''Su tema siempre fue la plenitud de la vida, seguro reflejo de la propia'', escribe el crítico de arte Luis Carlos Emerich en el catálogo de la exposición.

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