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P O L I T I C A
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México D.F. Domingo 10 de octubre de 2004

Laura Alicia Garza Galindo

ƑSe enojó Schwarzen... berger?

Es común que el debate sobre la globalización se centre en cuestiones económicas y comerciales; se denuncia y critica que mientras los países desarrollados tratan de convencer a los más pobres de que el libre mercado los conducirá al progreso económico, aquellos, mediante embargos comerciales o leyes sanitarias que trascienden fronteras, protegen su economía de los embates del exterior. Igual se critica a las empresas trasnacionales, las cuales mediante prácticas monopólicas manipulan precios, controlan la producción y la oferta con la finalidad de obtener las máximas ganancias, sin ningún sentido de responsabilidad social para con sus trabajadores o con los países en donde se instalan. Y ni qué decir del libre flujo de capitales, que permite a los poderosos grupos financieros, en cuestión de minutos, poner en jaque a aquella nación que decida poner en práctica políticas benéficas para su población y que actúen en detrimento de ganancias económicas. La amenaza es el retiro.

Otro efecto de la globalización, cuyo debate ha cobrado relevancia, trascendiendo lo económico, para abarcar lo cultural, social y político, es el flujo migratorio de personas. Es de lamentar que hoy en Estados Unidos, líder del planeta, surjan voces que identifiquen la presencia de los mexicanos como una amenaza a la identidad estadunidense, cuando esa nación se formó precisamente con base en la gran apertura primigenia hacia los inmigrantes de diferentes lugares del mundo, generando así una rica sociedad multiétnica y multirracial, cuya fortaleza radica ahí mismo, en su propia diversidad. Por eso, resulta contradictorio el ataque a los latinos, cerca de 40 millones que los convierte en primera minoría en Estados Unidos, de la que 64 por ciento son mexicanos. Y el ataque a éstos se recrudece al difundirse la falsa idea de que en un futuro serán la causa de la decadencia del país vecino. El temor de que su fuerza numérica se trasforme en poderío económico y político es pretexto para reavivar prácticas xenófobas, sobre las que se debe llamar la atención si es que se desea impedir que avancen no sólo en vejaciones y discriminación, sino en exterminios genocidas, derivados de la idea de que prevalezca una supuesta grandeza y pureza racial, que recuerda la perversidad hitleriana.

Quien más ha dado muestras de identificarse con esas actitudes es, paradójicamente, un inmigrante austriaco, Arnold Schwarzenegger -ƑO acaso tanto le dolió que Fox le cambiara el nombre a Schwarzenberger? šQué falta de sentido del humor!- hoy gobernador de California, quien en su mejor caracterización de Terminator ha vetado diversas leyes, faltando a sus compromisos electorales. Primero vetó la ley que otorgaba a ciudadanos estadunidenses y residentes legales de origen mexicano un periodo de dos años para reclamar en contra del Estado por la deportación sufrida, arbitraria e ilegalmente, entre 1929 y 1944. Luego vetó el otorgamiento de 2 millones de licencias de conducir a inmigrantes, principalmente mexicanos. Y uno más, con el que se niega el otorgamiento de prestaciones sociales: servicios médicos y educación, al que tienen derecho por el desempeño de su trabajo.

Imposible omitir de este debate a Samuel Huntington, famoso por su obra Choque de cvilizaciones, y que en su más reciente libro sufre de lo que se podría llamar remordimiento histórico colectivo, al externar su temor de que la inmigración mexicana provoque la reconquista demográfica de zonas que los estadunidenses arrebataron por la fuerza a México, en el siglo XIX. La conclusión a la que llega, en el sentido de que los inmigrantes mexicanos y su progenie no tendrán lealtad, convicción e identidad con Estados Unidos, sólo se puede entender como artera propaganda para generar odio y enfrentamientos.

Resulta que ahora el lenguaje, las tradiciones, la religión y los fuertes lazos familiares, son para él razones suficiente para iniciar una guerra racial, cuando en realidad los latinos contribuyen con 450 mil millones de dólares anuales a la economía estadunidense, además de que, para México, las remesas que envían, 14 mil millones de dólares anuales, son, junto con los ingresos por el petróleo, el sustento de la estabilidad macroeconómica, lo que para nosotros no es motivo de orgullo, pero sí debería ser de tranquilidad para Estados Unidos.

Quizá en lo único en que se podría coincidir con Huntington es en que la migración sólo podrá atenuarse cuando disminuya la asimetría entre los dos países; para ello, México deberá ser capaz de impulsar un veloz crecimiento que logre un PIB per cápita más equilibrado. Pero para que eso suceda se requiere una colaboración solidaria que no está dispuesto a ofrecer Estados Unidos, claro, salvo que se intercambie el pacto migratorio por petróleo. ƑY que esto no está sucediendo ya, no obstante la reiterada violación a la Constitución mexicana?

Siempre será insuficiente la tinta que corra para recriminar esas actitudes. El Congreso de la Unión, la Conago y ONG hemos exigido el envío de notas diplomáticas para suspender esas acciones; sin embargo, la deliberada parsimonia con que actúan las autoridades mexicanas y su aval para que se utilicen balas de goma, nos lleva a concluir que se han tomado acuerdos a espaldas del pueblo mexicano. Resulta pues oportuna la propuesta para someter al secretario de Relaciones Exteriores, Luis Ernesto Derbez, a juicio político. La apruebo, solidaria con mi fracción parlamentaria.

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