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México D.F. Domingo 10 de octubre de 2004

Habitantes de comunidades zapatistas hacen obras artísticas en las paredes

Los caracoles, gran museo colectivo

Chávez Pavón viaja de manera constante a la región para participar en el proceso creativo

ANA MONICA RODRIGUEZ

La zona zapatista devino gran museo, subraya el artista Gustavo Chávez Pavón, quien pinta murales en los Altos de Chiapas con ayuda de integrantes de las comunidades indígenas.

Los rostros del subcomandante Marcos, Emiliano Zapata, el Che Guevara, personas con pasamontañas, además de caracoles de diversos tamaños y colores son los modelos que los pueblos indígenas y el creador visual convierten en arte al plasmarlos en la superficie de muros y paredes.

''La zona del conflicto zapatista se ha caracterizado por tener murales en todos los lugares donde se pueda pintar'', dice Chávez Pavón, quien acude a esa región por invitación de los mismos poblados indígenas y, junto con sus habitantes, realiza las obras en diversos espacios.

''Muchos de los murales se hacen en las paredes de las casas de madera, en pequeños espacios, clínicas o escuelas (algunas abandonadas por el gobierno). Cuando los niños pintan, su trabajo se extiende al dibujar sobre los árboles, bancas o en las mismas piedras''.

En el proceso creativo -dice- participan mujeres, adolescentes y adultos ''y todos aprendemos de todos. Es interesante ver cómo le pierden miedo al pincel para trasmitir y comunicar sus ideas; además de que se hace algo integral por la educación''.

Entre los temas a los que hacen alusión en los murales sobresale la idea ''de la esperanza, que es pintada con colores y alegría como respuesta a la muerte y a la pobreza en estas comunidades.

''Así como les gustan los colores les gusta la vida. Flores y tejidos dan luz a sus muros, y también pintan diversas formas de paliacates, ojos de mujeres, libros e iconos mayas, entre un sinfín de caracoles, caracolitos y caracolotes.''

Artista empírico, Chávez Pavón explica que desde muy pequeño se inició en la actividad en Juchitán, en 1984, aunque con el tiempo su convicción social lo ubicó en la zona del conflicto chiapaneco.

''No he estudiado en ninguna escuela de arte; sólo terminé la preparatoria y lo único que quiero es pintar. Quiero mostrar no sólo mis ideas políticas, sino también el amor o el desamor'' en la superficie de un muro.

''En mis obras -continúa- intento reivindicar los derechos ciudadanos y el derecho a expresarme individualmente''.

Lo impresionante, destaca, es que en las comunidades "todos somos maestros y nos enseñamos mutuamente". Incluso, pese al simbolismo que detenta el subcomandante Marcos y el hecho de que es uno de los personajes preferidos para pintar, "no le resta igualdad" con los demás pobladores. "Ahí no existen diferencias".

Chávez Pavón explica: ''son gente del México humilde que de alguna manera quieren cambiar las cosas para que haya más justicia, libertad y democracia".

La educación, dice, no existe sin democracia "y en todo el sistema no hay nadie que responda por las necesidades de los pueblos indígenas".

Por ello, la rebelión zapatista es una respuesta a la crisis educativa y económica imperante en el país. ''La lucha de los pueblos no es ajena a la educación'', señala.

El artista colabora con el Sistema de Educación Rebelde Autónoma Zapatista de Liberación Nacional e imparte talleres de pintura en general y creación mural.

Chávez Pavón muestra fotografías de los murales que retratan la cara del general Zapata montado en su corcel, del mismo líder zapatista con su característica pipa, de la figura emblemática del Che en proceso de creación y de los caracoles, iconos de la comunidad, de los cuales explica:

''Es la forma simbólica y práctica en que se han organizado las comunidades zapatistas y, por ellos, le han llamado caracoles a lo que antes eran los Aguascalientes''.

En cuanto al tamaño de los murales, explica que no hay dimensiones determinadas y detalla que las mujeres tienen especial preferencia por el colorido en la pintura.

Los jóvenes estudiantes de las escuelas zapatistas, añade, tienen a veces mejor formación que los universitarios y son más críticos en cuestiones históricas.

También en el proceso creativo compara la capacidad artística de los indígenas con los estudiantes del arte, y asegura que los primeros "pierden más rápido el miedo y el temor a usar el pincel".

Para Chávez Pavón el muralismo, además de ser un arte "marginado", posee características para denunciar, comunicar, criticar y transformar la realidad.

Los murales, finaliza, son aglutinadores y generadores de conciencia, "y de alguna manera se representan en ellos cuestiones políticas, sociales o filosóficas a través del uso de las formas y colores''.

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