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México D.F. Domingo 17 de octubre de 2004

Mike Davies *

El monstruo en la puerta

Como en los clásicos thrillers de ciencia ficción de los años 50, nuestro mundo se ve amenazado por un monstruo aterrador. Los científicos intentan dar la voz de alarma, pero los políticos ignoran el peligro hasta que es demasiado tarde. Finalmente, la indiferencia da paso al pánico.

El monstruo, por supuesto, es el H5N1, la letal gripe aviar que emergió por vez primera en 1997, en Hong Kong, y que hoy se afianza como cepa mucho más letal en unos seis países del sureste asiático. Recientemente mató a muchos granjeros y empleados de la industria avícola que tuvieron contacto con pollos enfermos.

Durante siete años, los investigadores advirtieron que eventualmente el H5N1 se enamoraría de algún virus de la influenza humana en el cuerpo de una persona enferma (o tal vez un cerdo) y produciría una cría mutante que podría viajar, a velocidad pandémica, de humano en humano.

Los medios nos divulgan, en episodios de 15 páginas, reportajes que advierten del riesgo, pero a lo sumo logran que los lectores se encojan de hombros antes de voltear la página en busca de noticias más interesantes, como los videos sexuales de Paris Hilton o el historial de guerra de John Kerry.

El 14 de septiembre, el doctor Shigeru Omi, de la Organización Mundial de la Salud (OMS), director regional para el Pacífico occidental, intentó sacudir la displicencia generalizada con la urgente alerta de que era "altamente posible" la transmisión de la gripe aviar de humano a humano.

Dos semanas más tarde, el 28 de septiembre, unos desencajados funcionarios tailandeses revelaron que el temido salto viral había ocurrido. Una joven madre, muerta el día 25, muy probablemente había contraído el virus directamente de su hijo agonizante.

Se cruzó un umbral decisivo. Claro, se esfuerzan en señalar los funcionarios tailandeses, un caso aislado no crea una pandemia. Un contagio de gripe aviar, de humano a humano, requeriría cierta masa crítica, una incidencia letal mínima, antes de comenzar a diezmar el mundo.

El antecedente que siempre se invoca para ilustrar el punto es la pandemia de influenza de 1918-1919, el suceso aislado más mortal en la historia de la humanidad. En sólo 24 semanas, una cepa letal de gripe aviar mató de 2 a 5 por ciento de la humanidad (entre 50 y 100 millones de personas -incluidos 675 mil estadunidenses), de las Aleutianas a la Patagonia.

Pero algunos investigadores se preocupan porque el H5N1 es, de hecho, mucho más mortífero que el H1N1 (el virus de 1918).

Para empezar, esta gripe -al menos en su forma de ave a humano- es un asesino mucho más nocivo. En 1918-1919, murieron 2.5 por ciento de estadunidenses infectados. Esto contrasta con el 75 por ciento de defunciones entre los casos infectados con H5N1 de este año (30 de 42). Su letalidad es comparable con la fiebre de ébola y otras pesadillescas enfermedades emergentes.

El Centro de Control de Enfermedades calcula que la nueva pandemia podría infectar a entre 40 y 100 millones de estadunidenses. Relacionen este cálculo con una tasa de muerte de 70 por ciento y ponderen el futuro de su familia.

En segundo lugar, como lo enfatiza reiteradamente la OMS, la gripe aviar parece haber conquistado un nicho ecológico de dimensiones sin precedente. El crecimiento de las granjas avícolas en Asia en los pasados 10 años y las peligrosas condiciones de falta de higiene en éstas han creado la incubadora perfecta para el nuevo virus.

Es más, pese a los esfuerzos desesperados de la OMS por contener geográficamente la pandemia aviar mediante la destrucción de las poblaciones de pollos infectados, el virus ya agarró vuelo. Se ha identificado el virus H5N1 en garzas, gaviotas, monos, halcones y palomas muertas. Como el virus conocido como West Nile, tiene alas que pueden cruzar océanos, la potencialidad de infectar poblaciones de pájaros en todas partes.

En agosto, los chinos anunciaron que se había detectado la cepa aviar en cerdos. Esto es particularmente ominoso, porque los cerdos, susceptibles a la gripe aviar y a la humana, son vehículo probable de algún "reajuste" genético entre virus. La contención parece haber fracasado.

En tercer lugar, la nueva pandemia utilizará los modernos transportes. El virus de 1918-1919 tuvo el freno de la lenta navegación marítima y del aislamiento de la sociedad rural. Su descendiente actual podría, en jet, brincar por el planeta en una semana.

Por último, los megabarriales de Asia, Africa y América Latina son como muchos lagos de gasolina que esperan la chispa del H5N1 para incendiarse. Las urbes del Tercer Mundo son inimaginables concentraciones de alta densidad de personas pobres con salud frágil, maduras para una matanza viral.

ƑCuáles son los frentes de batalla contra tan impensable catástrofe?

Una de las tareas más urgentes es garantizar que las personas de las pollerías en el sureste asiático sean vacunadas contra la gripe común para prevenir, en lo posible, la mezcla de genes humanos y aviares. Pero la producción actual de vacunas contra la gripe se asigna en su mayor parte a los países más ricos, y los funcionarios tailandeses se quejan de que no pueden obtener, mediante donaciones, las suficientes dosis para efectuar una inmunización sistemática.

Entretanto, se desarrolla una vacuna prototipo para el H5N1, pero únicamente para salvaguardar el frente de batalla de los trabajadores de salud pública y seguridad en Estados Unidos, Europa y Japón.

Las compañías farmacéuticas no ven, a la fecha, los suficientes incentivos monetarios como para aumentar su producción de vacunas y antivirales. Como lo enfatizó The New York Times el jueves 30 de septiembre, hay un desastroso "desajuste entre las necesidades de salud pública y el control privado de la producción de vacunas y medicamentos".

De hecho, en abril pasado -durante una cumbre de la OMS en torno a las defensas globales contra una posible pandemia- los principales expertos mostraron su profundo pesimismo por los preparativos actuales.

"Las consultas concluyeron que la existencia de vacunas, primera línea de defensa en la prevención de una alta morbilidad y mortalidad, sería burdamente inadecuada al inicio de una pandemia y durante la primera oleada de diseminación mundial."

El informe de la OMS continúa: "la limitada capacidad de producción, concentrada en gran medida en Europa y América del Norte, exacerbaría el problema del acceso equitativo".

Por supuesto, el término "acceso inequitativo" es un eufemismo para la muerte de un gran segmento de la humanidad: una maniobra preparada por adelantado, que muestra indiferencia por la salud pública en el Tercer Mundo ante la eventualidad del estallido del H5N1.

Este es el contexto moral de silencio ensordecedor, ante la amenaza del H5N1, en el debate presidencial estadunidense. Pese a que la contraloría general de la nación concluyó recientemente que "ninguna entidad está preparada para responder ante una amenaza de salud pública importante", el bando de Kerry no ha sido capaz de sonar la alarma ante los letárgicos preparativos del gobierno de George W. Bush.

Unicamente Ralph Nader parece estar alerta ante el peligro. En una carta dirigida al presidente Bush, en agosto, repitió las advertencias de los científicos de que se aproxima "La Grande", y apremió a que se efectúe una "conferencia presidencial sobre epidemias y pandemias de influenza" para confrontar "los sombríos riesgos a la salud de millones de personas".

En algunos círculos "progresistas", por supuesto, se ha puesto de moda vilipendiar la presencia de Nader en la campaña, tildándola de egoísmo divisionista. Pero Ƒhay alguien más que nos advierta que el monstruo toca la puerta?

Traducción: Ramón Vera Herrera

 

* Mike Davies es autor de Dead cities: and other tales y ecology of fear. Es coautor de Under the perfect sun: the San Diego tourists never see, entre otros libros.

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