Hace 12 años perdió los brazos en una explosión en su trabajo, pero sigue luchando, dice

Yucateco cosecha medallas de valor y dignidad

Patrón Laviada le quitó ayuda de $500 al mes "por no existir recursos para discapacitados"

LUIS A. BOFFIL GOMEZ CORRESPONSAL

Merida, Yuc., 17 de octubre. Mario May Pool es un yucateco más entre el millón 800 mil que residen en la entidad.

Su nombre dice poco. No es atleta, actor de cine ni cantante de rock, pero su vida habla por él: hace 12 años, cuando trabajaba en la construcción de fosas sépticas, ocurrió una explosión de dinamita que le provocó la pérdida de los brazos.

Después de pasar en el hospital más de tres meses, recibió una miserable liquidación. Al salir, no sabía qué hacer, pasó buen tiempo sumido en la depresión y llegó a pensar en suicidarse, pero, relató, su familia le hizo cambiar de opinión.

Frente a las puertas del Centro Anticanceroso, a un costado del Hospital O'Horán, Mario May, de 51 años de edad, tiene su base de operaciones desde hace una década.

En ese lugar cuida automóviles desde las 6 de la mañana hasta las 16:00 horas.

Pese a su situación física, él es incansable, corre de un lado a otro, saluda a los conductores e, incluso, soporta burlas de sujetos insensibles que ignoran su condición de persona con discapacidad. Sus prótesis parecen hacer simbiosis con su cuerpo, de tal manera que le permiten ser funcional y productivo.

Poco después del fatídico suceso donde perdió ambas extremidades, recibió el apoyo de la entonces gobernadora interina del estado, Dulce María Sauri Riancho (1991-1993), consistente en una "bicoca". Pero la caridad no estaba entre sus objetivos, por ello luchó por quedarse en la zona del Parque de la Paz, donde se gana decorosa y dignamente el sustento diario.

Su rostro está curtido por el sol, tiene la dentadura maltratada, pero mantiene la sonrisa y amabilidad diarias. Esas dos características lo identifican.

Hace varios años que, según él, olvidó la amargura. Sus gritos de "dele, dele... libre, libre" son inconfundibles. Y al final, la recompensa esperada: pide al conductor (a su cliente) que le dé lo que "sea su santa voluntad" y, por favor, que le introduzca las monedas en uno de los bolsillos de su raída camisa. El no puede sujetar nada, a pesar de sus prótesis, las cuales ya están rotas, pero tampoco tiene el suficiente dinero para adquirir otra, señaló.

A diario, si bien le va, obtiene entre 70 y 100 pesos. "Al menos sale para la papa (comida), y también logro mantener a mi familia; algo es algo", contó Mario May con su inocultable sonrisa, prácticamente de oreja a oreja.

Explicó que antes recibía un apoyo de 500 pesos al mes y que se lo entregaban en Palacio de Gobierno; sin embargo, cuando comenzó la gestión panista que preside Patricio Patrón Laviada le interrumpieron el subsidio.

"Sin nada más, me dijeron que no había dinero para este tipo de ayuda a personas como yo", señaló.

Agregó: "Los doctores y los estudiantes (a un costado del Parque de la Paz se encuentran las facultades de Medicina y de Odontología de la Universidad Autónoma de Yucatán) me ayudan cada quincena. Me dan que 10, 15 y 20 pesos, y así completo para mis gastos".

Indicó que con ayuda del consejo de beneficencia de la Cruz Roja gestiona la compra de dos nuevas prótesis, cuyo costo actual es de entre 17 mil y 20 mil pesos. "Estas ya están rotas", dijo.

Mario May Pool está motivado por el amor de su familia, que le hace sentirse útil y no un inválido.

Por ejemplo, relata, le ha dado estudios a sus cuatro hijos. El mayor de éstos, Gonzalo, de 14 años de edad, ya trabaja en un restaurante para apoyar la "causa familiar". Sin que sea un atleta paralímpico, Marito (como le dicen sus conocidos) cosecha medallas de valor y dignidad todos los días, en su lugar de trabajo, así como con su familia.