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P O L I T I C A
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México D.F. Jueves 28 de octubre de 2004

Estuvo presa y fue torturada en Guadalajara

Revive Liliana Galaviz el horror de altermundistas

Hoy, marcha contra la represión panista y yunquista

JAIME AVILES / I

Hoy se cumplen cinco meses de la feroz represión panista y yunquista del 28 de mayo en Guadalajara. Liliana Galaviz López, joven fotógrafa originaria de Monterrey, Nuevo León, recuerda aquella fecha escalofriante, cuando los granaderos antimotines le partieron la cabeza a garrotazos, la molieron a patadas en el suelo, y la pusieron en las garras de la Policía Judicial del Estado de Jalisco, donde le fue mucho peor. Pero volvamos al lugar de los hechos.

Al filo de las seis de aquella tarde, bajo un cielo encapotado, una pacífica manifestación de jóvenes altermundistas llegó hasta la esquina de las avenidas Juárez y 16 de Septiembre, donde se encontraban las vallas de la fuerza pública que protegían el recinto de la tercera cumbre de América Latina, el Caribe y la Unión Europea. Allí, los provocadores comenzaron a lanzar objetos contra los uniformados.

"La cosa se fue poniendo más tensa, la policía empezó a lanzar gas pimienta y lacrimógeno. Yo estaba tomando fotos, pero no se podía ver ni respirar; me entró pánico, histeria. Al cabo de un segundo vi gente aterrada, huyendo hacia nosotros -cuenta Liliana-. Por mi lente vi a dos sujetos que corrían hacia mí y sólo esperé ser derribada o esquivada. Todo lo viví tan despacio..."

Bebe un trago de agua. Añade: "Al llegar al suelo lo primero que esperaba era que una mano me ayudara a levantarme, pero me cubrí la cabeza al sentir los macanazos. Cuando pude, vi más personas tiradas como yo; los policías habían hecho un círculo para rodearnos y seguir pateándonos. Un policía me jaló de una pierna, me sacó del círculo y se puso a golpearme donde pudo".

Liliana dice que de repente se levantó o la levantaron. "Sentía una plasta en la cara que no me dejaba ver: era sangre. Me agarraron del pelo y me jalaron fuerte hacia la (avenida) Juárez. No podía caminar rápido porque me habían zafado el tenis del pie derecho y lo traía arrastrando del tobillo", precisa.

La condujeron a un sitio atestado de granaderos que le gritaban: "šputa, perra, te chingaste, pendeja!", mientras el gorila que la llevaba agarrada del pelo la mostraba a sus compañeros, luciéndola; de pronto, le dio un empujón y le dijo que fuera a buscar ayuda médica. "Creí que había terminado todo. Alguien me aventó una camiseta y me limpié la cara, me sequé un poco la sangre, y me llevaron a un puesto de socorro. Hasta ese momento sentí el dolor: creí que la cabeza me explotaría, no podía abrir los ojos, tampoco hablar, me dolía todo; ahí solté las primeras lágrimas", confiesa con vergüenza.

"Me subieron a una ambulancia, llegamos a la Cruz Roja, me echaron una solución que me quemaba hasta las ideas; me trasquilaron, me cosieron y la sangre seguía saliendo. Un tipo empezó a fotografiarme, según él, era de la Marina. En eso cierro los ojos, me toman de la mano derecha y me esposan a la camilla mientras seis judiciales se burlaban de mí. A las cuatro de la mañana me levantan y me llevan a unos separos, ahí en la Cruz Roja."

Dos horas más tarde, sábado 29 de mayo al amanecer, "me suben a una patrulla y me trasladan a un lugar donde escucho reniegos. Alguien está gritando: 'no me pueden seguir golpeando, no se pasen de vergas', pero los policías se reían y continuaban pegándole. Volteo a la izquierda: un montón de chavos tirados bocabajo con las manos en la nuca; enfrente, puras chavas, unas medio dormidas, otras con el ojo pelón. Sentí alivio pues, pensaba, somos muchos y muchas, somos inocentes, ahorita nos van a dejar salir".

Liliana interrumpe su testimonio y lanza una advertencia: "Lo que sucedió en Guadalajara es la llave para abrir la puerta de la represión en todo el país. Son hechos que no deben quedar impunes; la sociedad debe exigir justicia y castigo a los verdaderos culpables. Por eso este jueves habrá una marcha, a las cuatro de la tarde, aquí en el Distrito Federal: iremos del Monumento a la Revolución hasta la Secretaría de Gobernación. No dejes de venir y te sigo platicando", promete.

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