El esfuerzo personal es la base de los logros, subrayan

Escasez de recursos, constante entre inventores mexicanos

CLAUDIA HERRERA BELTRAN ENVIADA

Monterrey, NL., 27 de octubre. Un pez que podría ser salvado de la extinción modificando la forma de su hocico, un carro de juguete movido por sensores que sus creadores sueñan convertir en sillas de ruedas inteligentes o prototipos de microchips útiles para la detección de enfermedades forman parte de los inventos expuestos en la edición número 11 de la Semana Nacional de Ciencia y Tecnología.

En un país en el que la mayoría de las patentes son registradas por extranjeros, los proyectos científicos son vistos como curiosidades en el centro de convenciones Cintermex, pero no atraen la suficiente atención. Los estands de los llamados casos de éxito de empresas y centros de investigación hasta ahora han recibido pocos visitantes; la mayor parte se ha concentrado en el pabellón infantil, adonde van grupos escolares.

Son garbanzos de a libra en medio de la sequía de inventores. Detrás hay historias de investigadores persistentes que contra todo, escasez de recursos o burocracia, han logrado continuar sus planes.

Como ejemplo está el trabajo del doctor Carlos Aguilera, quien junto con otros investigadores forma parte del grupo de ecofisiología de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Autónoma de Nuevo León. En 1997 comenzaron sus investigaciones para evitar la extinción el pez catán, especie singular por ser de las más primitivas del mundo, que llega a medir tres metros y a vivir hasta 50 años.

Una desmedida captura comercial ha puesto en riesgo su subsistencia, por lo que se decidió impulsar su reproducción en cautiverio. Esta tarea se ha dificultado porque los peces adultos se comen las crías.

Pero este equipo de investigadores logró en 2000 inhibir el crecimiento del hocico de los peces administrándoles ciertos compuestos químicos. De esta forma han logrado la reproducción de la especie e iniciaron una labor conjunta con la Secretaría de Agricultura y la asociación de acuacultores de Tamaulipas para iniciar la producción en cautiverio.

Otra proyecto interesante es el del doctor en física José Herrera, quien pertenece al Centro de Investigación en Ciencias Aplicadas y Tecnología del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y junto con otros científicos desarrolla métodos de detección de alteraciones genéticas en enfermedades como cáncer, dengue y amibiasis.

Usando técnicas de biología molecular y tecnologías de microecolectrónica, se proponen crear un nuevo sistema de análisis que se conoce como "biochips o microarreglos de ADN", y el cual permitirán hacer diagnósticos más precisos de enfermedades.

Herrera explicó que un análisis de este tipo costará 500 pesos al paciente y servirá no sólo para hacer diagnósticos, sino también para contar con datos más precisos y elaborar mejores tratamientos médicos, diseñados de acuerdo con las características de la población analizada.

En la planta baja del centro de exposiciones se puede encontrar un grupo de estudiantes del Instituto Tecnológico de Toluca mostrando pequeños carros corriendo por una minipista de carreras sin ningún control remoto.

Se trata de vehículos movidos por medio de sensores ópticos cuyo diseño es promovido por japoneses mediante un concurso que consiste en carreras de autos microcontrolados.

Las metas de estos jóvenes, liderados por Jorge Alberto Garza, maestro de la carrera de ingeniería en electrónica, es viajar a Japón, obtener un premio y después convertir este carro de juguete en una silla de ruedas que sirva para que los discapacitados puedan transportarse fácilmente en los centros comerciales. Aún no cuentan con financiamiento ni un plan definido, pero tienen el sueño, como ocurre con muchos inventores mexicanos que están a la espera de apoyos.