México D.F. Jueves 4 de noviembre de 2004
Pretenden vender a extranjeros lo que se privatice,
advierte Abraham Nuncio
El relevo en Pemex aumenta la influencia de empresarios
de Monterrey en el sector energía
ROBERTO GONZALEZ AMADOR
El
reacomodo de esta semana en la dirección general de Petróleos
Mexicanos (Pemex), la principal empresa de América Latina y la quinta
petrolera más importante del mundo, no fue un movimiento más
en la alta burocracia de un gobierno.
''Se trata de una posición ganada por el influyente
grupo empresarial de Monterrey para impulsar una mayor privatización
de las empresas estatales de energía en México'', opinó
Abraham Nuncio, quien por décadas ha estudiado a las élites
empresariales del país y en especial a la que tiene su asiento en
la capital de Nuevo León.
Al comentar la destitución de Raúl Muñoz
Leos y la llegada a la dirección de Pemex de Luis Ramírez
Corzo, ocurrida el lunes anterior, el especialista explica: ''la estrategia
en marcha, de la que participa el gobierno del presidente Vicente Fox,
es impulsar el aumento de la participación privada en Pemex y la
Comisión Federal de Electricidad, así sea al margen de las
disposiciones constitucionales''.
De acuerdo con Nuncio, la intención de los empresarios
de Monterrey, sede de consorcios como Alfa, Vitro, IMSA y Cemex, y donde
nació el actual secretario de Energía, Fernando Elizondo,
''es participar en los negocios que se están dando con la apertura
a trasmano de las empresas energéticas, luego asociarse con extranjeros
y después venderles, para repetir el mismo esquema de extranjerización
que ya ocurrió con el sistema bancario'' tras la reprivatización
realizada entre 1991 y 1992 y que concluyó con la entrega de las
instituciones bancarias al capital foráneo.
Apenas iniciada la actual administración en diciembre
de 2000, el presidente Fox lanzó como una de sus iniciativas más
audaces la incorporación de cuatro prominentes empresarios al consejo
de administración de Pemex: Lorenzo Zambrano (Cemex, con sede en
Monterrey), Alfonso Romo (Savia, también regiomontana), Carlos Slim
(Carso, Telmex y América Móvil), así como a Rogelio
Rebolledo (Frito Lay's, subsidiaria de Pepsico). El intento fracasó
en medio del repudio de amplios sectores políticos y sociales a
esa decisión gubernamental, que parecía sepultada.
Abraham Nuncio comenta: ''El actual secretario de Energía
(Fernando Elizondo Barragán, esposo de Verónica Ortiz, la
directora de la Fundación Vamos México, presidida por la
esposa del presidente Fox, Marta Sahagún) es un hombre identificado
con los intereses de los industriales en Monterrey y su presencia en esa
secretaría de Estado no es gratuita. Su sola presencia podría
explicar cualquier cambio en Pemex''.
Fernando Elizondo, quien sustituyó interinamente
como gobernador de Nuevo León a Fernando Canales, cuando éste
fue nombrado secretario de Economía del gabinete foxista, fue antes
dirigente de organizaciones empresariales en Nuevo León, entre ellas
el influyente Consejo de las Instituciones.
''La intención de este grupo, tolerada y avalada
por el presidente Fox, es incrementar la influencia que ya tiene en las
empresas estatales del sector no sólo a través de la Secretaría
de Energía sino también de otras instancias y aquí
es donde se puede enmarcar lo que pasó en Pemex'', sostuvo Nuncio
en una conversación con La Jornada.
Desde hace varios meses, empresarios del Grupo Monterrey
han acentuado sus críticas a la posesión estatal de las empresas
energéticas, sobre todo a partir de cuestionar la fórmula
para calcular el precio del gas, uno de sus insumos más esenciales.
De ahí han pasado, como hizo Dionisio Garza Medina (Grupo Alfa)
a cuestionar públicamente la eficiencia de la gestión gubernamental.
El movimiento en Pemex tiene, entre una de sus aristas,
un guiño del gobierno de Fox con ese grupo empresarial que lo ha
criticado, apunta Nuncio. ''Pienso que en todo esto hay un nuevo intento
del presidente Fox para incorporar a los empresarios en general y en particular
a los de Monterrey a la estructura institucional de Pemex, de tal manera
que su influencia pudiera incidir más aún en decisiones como
la privatización de esa empresa estatal en varias de sus áreas,
así sea a contrapelo de la Constitución'', añadió
el autor de libros como El PAN (1986) y Visión de Monterrey (1997).
Nuncio añadió que desde el punto de vista
de los empresarios regiomontanos -que se han sentido excluidos de los negocios
que se están haciendo con los cuestionados contratos de servicios
múltiples que promueve Pemex para la explotación de la cuenca
gasífera de Burgos, en el noreste del país- la industria
energética mexicana ''debe pasar a manos de los inversionistas privados,
es decir, de ellos, en asociación con los foráneos para luego
vender a los extranjeros y que ocurra como con la banca en la última
década''.
El punto de fondo, consideró el analista, es que
todo este fenómeno representa una ''regresión histórica'',
para llevar al país a la situación que vivió hasta
antes de marzo de 1938, fecha de la expropiación de la industria
petrolera, cuando estaba sujeto a la explotación de los hidrocarburos
por parte de las trasnacionales.
''Es claro el interés del presidente Fox para privatizar
todo y más aún si, como se ve ahora, el PAN -el partido del
Presidente- va a perder la elección presidencial de 2006'', comentó
Nuncio.
''Por el perfil y la manera en que se ha conducido Fox
en estos cuatro años, se ha percibido la existencia de un presidencialismo
en retirada. Sin embargo, el Presidente ha tomado medidas que ninguno de
sus antecesores del PRI se hubiera atrevido a impulsar, es decir, decisiones
contrarias a la Constitución sin antes reformarla. Para modificar
la estructura agraria del país o la explotación de la banca,
los presidentes Miguel de la Madrid y Carlos Salinas promovieron y lograron
modificaciones al marco legal. Y no es el caso de Fox con la participación
privada en Pemex. Entonces, ese presidencialismo en retirada no es tanto'',
apuntó Abraham Nuncio.
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