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México D.F. Domingo 7 de noviembre de 2004

BAJO LA LUPA

Alfredo Jalife-Rahme

Teocracia texana: Hezbollah cristiano en la Casa Blanca

Kerry: error de apreciación respecto de Ohio

ƑCUAL ES LA DIFERENCIA entre el talibán fundamentalista islámico derrocado en Afganistán y el Hezbollah (que en árabe significa Partido de Dios) de los born again christians (cristianos vueltos a nacer o cristianos redivivos) instalado en la Casa Blanca, cuya semántica es idéntica pero con diferente liturgia y vestimenta?

MAGGIE MITCHELL-SALEM (anterior asistente especial de la ex secretaria de Estado Madeleine Albright), del periódico libanés The Daily Star (6 de noviembre), vinculado al chiísmo moderado, analiza al "nuevo Estados Unidos wahabita" -en alusión al fundamentalismo islámico que pregona el yemenita-saudita Osama Bin Laden-: "no se puede ignorar los votos de los conservadores cristianos que le dieron la victoria a George W. Bush ni las raíces religiosas de Estados Unidos. Los puritanos fundaron la nación y su versión moderna ganó la Casa Blanca para un presidente devoto. El fundamentalismo en Estados Unidos es cristiano. Sus adherentes comparten con los conservadores islámicos una ferviente creencia en la santidad del matrimonio".

LA "MAYORIA MORAL", el movimiento fundamentalista cristiano fundado hace un cuarto de siglo por el pastor televangelista Jerry Falwell, de denominación bautista del sur, se apodera del mando de la Oficina Oval, donde preside uno de los pocos en el planeta en aceptar abiertamente que dialoga con Dios y quien, además, no se equivoca (sic); cuando le preguntaron durante uno de los tres debates que enumerara "tres equivocaciones" de su primer mandato, Bush fue incapaz de hacerlo porque sus actos de fe son teleguiados por la divinidad, es decir, son teológicamente infalibles. Mitchell-Salem refiere que más que el mismo presidente Bush, un consumado "cristiano redivivo", el verdadero arquitecto de la impresionante movilización de los grupos cristianos fundamentalistas, que constituyó una cruzada por el voto con su séquito de misioneros y de arengas flamígeras contra los pecadores "liberales" desde los púlpitos al estilo Savonarola, es Karl Rove, asesor estrella del ex gobernador de Texas y experto en desinformativas campañas inmundas. La biografía de Rove es reveladora: intensamente trágica (se desconoce el paradero de su padre y su madre se suicidó) y salpicada de una personalidad proclive a la superchería congénita, que choca con varios de los Diez Mandamientos bíblicos.

SE SABIA QUE 35 por ciento del Partido Republicano estaba conformado por la derecha fundamentalista cristiana, que en fechas recientes era encabezada por el gran aliado de Bush padre, el pastor televangelista Pat Robertson, quien formuló el "Nuevo Orden Mundial", basado en el mesianismo escatológico (en el sentido bíblico) bautista sureño. El analista Pepe Escobar (Asia Times, 4 de noviembre) pone en relieve que "42 por ciento de los estadunidenses se declaran evangélicos o cristianos redivivos", de acuerdo con una serie de encuestas seriadas de Gallup, y después de revelar la nueva agenda bélica ampliamente conocida en el Medio Oriente, sumada ahora de China, concluye que "los apocalípticos cristianos redivivos (se refiere a la creencia en el Armagedón bíblico) ganaron la batalla". La triple agenda del segundo mandato queda clara: fundamentalismo cristiano, belicismo y conservadurismo radical, que en el primer mandato fue edulcorado con el "conservadurismo compasivo" (sic), en efecto mediado por las torturas paradigmáticas de Abu Ghraib.

ESCOBAR VUELVE A la carga un día después y resucita los fantasmas de la guerra civil del siglo XIX entre el sur "confederado" esclavista y el norte libertario. William Faulkner solía decir que "en el sur el pasado no había muerto" y Escobar resucita los fantasmas revanchistas del sur texano sumado esta vez del "Viejo Oeste", por antonomasia de extrema derecha. La guerra contra los disipados demócratas proclives a la lascivia es "cultural". Escobar admite que cuajó la estrategia del maquiavélico Rove, que movilizó la cruzada de los cristianos redivivos, quienes desde las iglesias se trasladaron a las urnas, "mientras Bush se encontraba en su autoproclamada misión divina". Rove y Bush habrán capturado 51 por ciento de los votantes, pero alienaron al 49 por ciento restante (sumado del raquítico 1 por ciento del admirable libanés-estadunidense Ralph Nader quien, por desgracia, le hizo el juego al Partido Republicano) y a la mayoría del planeta, quienes se rebelan ya a la jihad bushiana, a juicio de Escobar, quien advierte que "una nueva forma de guerra civil se despliega en Estados Unidos".

EL PERIODICO BRITANICO The Daily Mirror ("El desastre de la elección estadunidense: cuatro años más de Bush", 4 de noviembre) preguntó en toda su primera página: "ƑCómo pueden 59,054, 087 ser tan tontos?" Sobra recalcar que se volvió un éxito mundial de colección. Pero ese no es el problema, porque 51 por ciento del electorado avaló fervientemente que Bush habla con Dios. El problema no es Bush, sino el 51 por ciento del electorado que, guste o disguste, manifiesta la realidad rural y suburbana de Estados Unidos en todo el sur (incluida Florida) y el centro del país.

EN Los 11 frentes del 11 de septiembre: una guerra multidimensional (Ed. Cadmo & Europa, 2002) nuestra hipótesis operativa sobre la existencia genuina de un "undécimo frente de guerra teológica", librada por el bushismo unilateral a partir del 11 de septiembre, levantó muchas cejas sobre su neocruzada. Cuando postulamos que "la coalición cristiana de Pat Robertson y Jerry Falwell se apoderó de la agenda del Partido Republicano" y "la agenda política del presidente No. 43, George W. Bush, se encuentra profundamente impregnada por su teogonía, por lo que todas las juntas de gabinete inician con rezos".

LA PALABRA "FUNDAMENTALISMO" no existe en español y ha sido impuesta por los multimedia de Estados Unidos (que nunca verifican nuestros patéticos lorocutores); en español castizo su equivalente es el "integrismo". El fundamentalismo cristiano fue un movimiento del siglo XIX alrededor del lago Niágara para enaltecer el dogma de la inalterable lectura creacionista del Génesis, como reacción a la teoría de la evolución de las especies de Darwin. Al bostoniano liberal Kerry se le olvidó que Ohio, donde perdió los cruciales 20 votos electorales que le hubieran dado la presidencia, forma parte de la teogonía decimonónica de los Grandes Lagos y cuenta con alrededor de 50 mil amish, parte de los menonitas, un grupo de origen anabautista holandés que nunca se había inscrito en el padrón electoral y se volcó por Bush gracias a la pérfida manipulación teológica del hereje Rove. Tanya Erzen, experta en religión y política de extrema derecha de la Universidad Estatal de Ohio, aduce que la izquierda debe recuperar el lenguaje de los "valores morales", con particular énfasis en "la guerra, la pobreza y los cuidados de salud", ya que "de otra forma vamos a vivir en una teocracia en Estados Unidos, y eso es aterrador" (The Guardian, 7 de noviembre). Kerry se quiso cargar tanto el "centro" de la geometría política -lo cual se ha vuelto una absurda obsesión mercadológica de la izquierda "moderna"- que acaba por renegar sus propios "valores ideológicos" transmutados en "valores bursátiles" al estilo clintoniano (conocidos como los "demócratas que votaron por Reagan") y perdió la base de apoyo de sus fieles, superada por las huestes fundamentalistas. Lo interesante consistirá en ver la adaptación de los "moderados" del Partido Republicano, en especial la familia Reagan, que apoya la investigación de células madre (aprobada en California), tan repudiada por la triada fundamentalista-conservadora-belicista, que engendró una mezcla explosiva dentro y fuera de Estados Unidos.

EL MESIANICO MANIQUEISMO bushiano lleva ineluctablemente a las fracturas afuera de Estados Unidos como en sus entrañas, pero también sería un grave error de juicio considerar que el fundamentalismo cristiano es un fenómeno efímero y novedoso que hizo estallar sin escrúpulos el hereje Rove para servir la agenda bushiana unilateral, al unísono de la programática de sus aliados neoconservadores straussianos, cuya mezcla es denominada en Estados Unidos de los "cristianos sionistas". El brujo aprendiz Rove abrió la caja de Pandora del siglo XIX, pero tampoco se puede soslayar que el resurgimiento del oleaje cristiano es mucho más profundo y real, y que refleja a un Estados Unidos rural y suburbano en el centro del país, aislado de las dos costas, más liberales. La costa noreste fue también puritana en su génesis en 1620 (el barco Mayflower que transportó a los Padres Peregrinos, miembros de la Iglesia Separatista Inglesa, una facción radical del puritanismo), pero el contacto con el océano Atlántico y la savia nutritiva de los flujos migratorios ulteriores, no se diga su subsecuente mercantilización y bursatilización, moderaron sus creencias dogmáticas por medio de un mayor cosmopolitismo, más cercano a la universalidad. El fundamentalismo cristiano, que retorna ruidosamente a cuatro años iniciado el tercer milenio, tiene sus raíces en el entorno decimonónico de los Grandes Lagos, que se conectó con los brotes expansivos de Barry Goldwater en la década de los 60 y que volvió a la carga a finales de los años 70 con la "mayoría moral" del pastor televangelista Jerry Falwell, quien luego se disfrazó en la década de los 90 con la máscara seudotecnológica del "nuevo contrato con EU" de Newton Leroy McPherson (alias Gingrich), un íntimo de Dick Cheney, para transmutarse en la teoría económica del American Enterprise Institute, un centro supremacista blanco dominado por la dupla Cheney-Rumsfeld, que aboga por el "ofertismo fiscal" ("supply-side economics"), y que se prolonga con la reacción teológica al 11 de septiembre. No hay que equivocarse: el dragón del fundamentalismo cristiano siempre ha estado allí, pero sucede que 49 por ciento de los estadunidenses (y quizá 9 por ciento de los republicanos moderados, si los hubiere) y el resto del mundo nunca se atrevieron a ver su rostro intermitente de frente.

ROVE Y BUSH ABRIERON en forma oficial, ya no oficiosa como sucedió un día después al 11 de septiembre, un nuevo frente teocrático a escala doméstica y planetaria. A ver cómo les va, y nos va.

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