México D.F. Lunes 22 de noviembre de 2004
Ex vocero de la CEM
Murió el obispo Genaro Alamilla
JOSE ANTONIO ROMAN
A
la edad de 90 años, el pasado sábado falleció el obispo
Genaro Alamilla Arteaga, quien fue varias veces secretario general de la
Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) a finales de la década
de los 70 y principios de los 80, amigo y hombre muy cercano al cardenal
Ernesto Corripio Ahumada y uno de los obispos pioneros de las relaciones
entre la Iglesia católica y los medios de comunicación, antes
de las reformas constitucionales en materia religiosa.
Polémico y enérgico vocero del Episcopado
en esos días de la "ilegalidad" de la Iglesia, jugó un papel
importante -junto con el sacerdote jesuita Francisco Ramírez Meza-
para que la Iglesia y su jerarquía eclesiástica asumieran
una presencia creciente en los medios de comunicación.
Alamilla Arteaga nació el 21 de junio de 1914 en
la ciudad de México. Fue ordenado presbítero el 10 octubre
de 1943 y consagrado obispo el 19 de septiembre de 1974, asignado a la
diócesis de Papantla, de la que fue ordinario de 1974 a 1980. De
1980 a 1989 fue obispo auxiliar de la arquidiócesis de México,
en tiempos del cardenal Corripio Ahumada.
Las exequias se llevarán a cabo este mediodía
en la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe en Ciudad Mante,
Tamaulipas, lugar donde residía desde que el papa Juan Pablo II
le aceptó su renuncia al llegar a la edad límite de 75 años.
En junio de 2000, en medio de un clima político
agitado, fue acusado de hacer pronunciamientos contra autoridades priístas.
Ante la subsecretaría de Asuntos Religiosos de Gobernación,
alegó que sus declaraciones habían sido contra todos los
políticos que se aprovechan de las necesidades de la población
para intereses partidistas, pero aun así, con ánimo retador
dijo: "quisiera que me metieran a la cárcel, a ver qué pasaría".
Al lado de Corripio, cuando éste ocupó su
tercer periodo al frente de la CEM, Alamilla se desempeñó
como secretario general del órgano episcopal. Al entregar la presidencia,
el 16 de noviembre de 1982, Corripio leyó un histórico documento,
que en realidad había elaborado Alamilla y que reflejaba el pensamiento
del obispo hoy desaparecido.
Este documento retrata fielmente el papel que hasta entonces
había desempeñado la Iglesia y el lugar que había
ocupado dentro de la sociedad en las últimas décadas. "No
hemos sabido salir del estrecho rincón jurídico en que nos
encerraron porque hemos dicho: no vayamos a perder lo que tenemos, hay
que ir poco a poco, el Estado ha sido tolerante, la Iglesia y el Estado
tienen buenas relaciones, etcétera. Yo no querría ofender
a nadie ni a mí mismo, pero la Iglesia lleva en México una
vida vergonzante, que no hemos podido salir de ella y, para no salir, hemos
inventado fórmulas de pretexto para no tener actuaciones más
vitales y exigentes, más osadas y evangélicas."
Corripio, en el texto elaborado por Alamilla, advertía
sobre la "difícil, conflictiva, retadora y problemática"
situación que se avizoraba para el país -dos meses antes,
ante la debacle económica del país, se había anunciado
la nacionalización de la banca- por lo cual externó a los
obispos la "urgente e indispensable" necesidad de elegir gente nueva al
frente del Episcopado. "Mentalidad nueva, nuevas ideas, vida nueva, proyectos
nuevos y actuaciones nuevas para el momento nuevo que ya estamos viviendo."
Sin duda -agregaba el documento-, se acerca el tiempo
en que hay que hacer más legible la presencia de la Conferencia
del Episcopado Mexicano, porque la Iglesia, "con prudencia, pero con energía,
debe anunciar y denunciar en momentos tan serios como los que se avecinan".
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