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Jueves 27 de enero de 2005

Martí Batres Guadarrama

PRI y desafuero de López Obrador

El PRI quiere que el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, sea desaforado. Pero no quiere pagar los costos políticos de esa decisión. Los jerarcas del viejo régimen se mueven y se posicionan. Están apoderados del aparato del PRI. Conspiran, susurran, amarran navajas, usan hábilmente a otras fuerzas políticas, agitan las aguas, mueven los abundantes hilos que tienen en sus manos. Es decir, quieren, desean, promueven que López Obrador sea desaforado, inhabilitado políticamente, impedido de contender por la Presidencia de la República.

Roberto Madrazo anda en eso, pero también Enrique Jackson, pero también Arturo Montiel, pero también Manlio Fabio Beltrones y otros.

Los jerarcas pelean entre sí por los frutos del poder, pero coinciden en su deseo de que López Obrador quede fuera de la contienda. Ya hicieron cuentas una y otra vez, hicieron cuentas en 2003, 2004 y 2005, y su conclusión es la misma: no le ganan a López Obrador en las urnas.

Sin embargo, saben que el costo de votar a favor del desafuero es muy elevado. Muchas voces internas de ese mismo instituto político les dicen en voz baja y no tan baja que al votar por el desafuero estarían haciéndole el trabajo sucio al PAN. Muchas voces desde allá adentro les han dicho que el PRI aparecería y quedaría reducido al papel de un partido palero que es utilizado y luego desechado. Muchos de allá, y otros más que no son perredistas, que no simpatizan con Andrés Manuel, tal vez ni siquiera sean demócratas, le han dicho a los jerarcas del PRI que al votar por el desafuero dicho partido quedaría descalificado como oposición verdadera al gobierno federal y sería arrastrado al precipicio electoral por dicha acción.

El priísmo entonces se encuentra ante un dilema: quiere ganar la elección de 2006 y no tiene empacho en ganarla aun haciendo trampa, como hizo en 88 y en muchos otros momentos. Sin embargo, al hacer la trampa del desafuero perdería por el descrédito y el costo que esto implicaría.

De tal forma, los jerarcas del PRI piensan y vuelven a pensar cómo lograr evitar que López Obrador compita, cómo desaforarlo sin pagar el costo que se deriva de ello. Así, han acariciado diversas alternativas, por ejemplo la idea del "voto libre", que asegure los votos necesarios al PAN para lograr la mayoría absoluta y permita que la gran mayoría de legisladores priístas puedan votar en contra. También han reflexionado sobre la posibilidad de la abstención, afirmando que al abstenerse el PRI, el PAN votaría el desafuero y ganaría la votación sin necesidad de los votos del PRI. Pero las cosas no son tan sencillas, porque primero tendría que aprobarse en la sección instructora. Dicha instancia está conformada por cuatro legisladores: uno del PRD; uno del PAN y dos del PRI. Para votar en favor del desafuero se requeriría que éste fuera decisión de la sección instructora, y por la composición de ésta se necesitarán forzosamente los dos votos del PRI para que llegue al pleno. Si alguno de los dos priístas vota en contra del desafuero ya no podría haber un dictamen que llegue al pleno.

Ahora bien, lo más importante es que en el pleno el PAN no cuenta con la mayoría absoluta necesaria para aprobar por sí solo el desafuero y requeriría forzosamente de algún tipo de colaboración del PRI.

La aritmética de la Cámara de Diputados no permite al PRI realizar lo que desea hacer. El PRI no puede eludir la disyuntiva entre competir abiertamente y buscar ganar en las urnas o descalificar de antemano a un posible contendiente para que no llegue su nombre a la boleta electoral. El PRI sólo puede demostrar que rechaza la descalificación, la trampa y el fraude anticipado si vota contra el desafuero. Si el PRI se divide, y unos votan a favor y otros en contra, quiere decir que su decisión habrá sido apoyar el desafuero. Si el PRI se abstiene, quiere decir que su decisión fue facilitar el desafuero. No hay margen de maniobra. Es un tema de definición clara y nítida. Si votan contra el desafuero querrá decir que buscarán ganar por la buena los votos necesarios para regresar al gobierno. Si votan a favor del desafuero, si se dividen unos en contra y otros a favor, o si se abstienen, en cualquiera de estos tres escenarios el resultado es el mismo: consumar el desafuero de López Obrador.

Con cualquiera de esas tres decisiones el PRI pagaría el costo del desafuero, del fraude anticipado que significa esa decisión. El propio PRI se derrotaría a sí mismo. No hay manera de cargarle al PAN todo el costo, debido a la composición de la Cámara de Diputados. Tal vez como pocas veces, el PRI se encuentra ante la disyuntiva de escoger entre la vía democrática o la vía fraudulenta para llegar al poder. La paradoja es que por la vía democrática le será difícil ganar, pero por la vía fraudulenta del desafuero le será imposible, estará derrotado de antemano.

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