Usted está aquí: domingo 17 de abril de 2005 Mundo Vaticinan encuestas una holgada victoria de Ibarretxe y el PNV en las elecciones de hoy

El lehendakari aspira a su segunda relección al frente del gobierno del País Vasco

Vaticinan encuestas una holgada victoria de Ibarretxe y el PNV en las elecciones de hoy

ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL

Ampliar la imagen Simpatizantes del Partido Nacionalista Vasco celebran por anticipado en Bilbao la victoria FOTO Ap

Madrid, 16 de abril. Un millón 800 mil ciudadanos vascos están convocados este domingo a las urnas para elegir a sus representantes públicos para los próximos cuatro años.

El actual presidente del gobierno vasco, el nacionalista moderado Juan José Ibarretxe, aspira a su segunda relección, toda vez que las encuestas de opinión le vaticinan una holgada victoria y lo sitúan muy cerca de la mayoría absoluta.

Estos comicios serán los primeros en los que no esté presente Batasuna, coalición ilegalizada por sus presuntos vínculos con la banda armada ETA.

La jornada electoral se desarrollará bajo un escenario muy diferente al de los comicios de 2001: hace cuatro años el país vivía una época de reiterados atentados de ETA, pero ahora el escenario político es menos dramático al haberse cumplido dos años sin acciones mortales.

Otra diferencia es que en 2001 el derechista Partido Popular (PP) gobernaba con mano de hierro en Madrid e instaba a la movilización social para despojar del gobierno a los nacionalistas, mientras que hoy el Ejecutivo está en manos del socialista José Luis Rodríguez Zapatero.

Este, a pesar de mantener una oposición férrea contra las aspiraciones políticas del lehendakari Ibarretxe, también manifestó públicamente que "nos encontramos ante una oportunidad histórica para la pacificación definitiva del ancestral conflicto".

Al cierre de su campaña electoral la noche del viernes, Ibarretxe, afirmó que los vascos tienen el domingo "una oportunidad para conseguir una mayoría para avanzar" hacia más autonomía.

El lehendakari asumió el poder en 1998, cuando logró una escasa victoria que lo obligó a gobernar en minoría. Si bien en las elecciones de 2001 alcanzó la mayoría absoluta gracias a una triple alianza entre el Partido Nacionalista Vasco (PNV), Eusko Alkartasuna (EA) e Izquierda Unida-Esker Batua (IU-EA).

Ibarretxe, impulsor del plan con que aspira lograr más autogobierno con respecto a Madrid, lidera la coalición electoral PNV-EA, que hace cuatro años logró 33 de los 75 escaños del Parlamento vasco.

Los sondeos señalan a esta coalición como triunfadora y obtendría entre 34 y 38 diputados, mientras que IU-EA pasaría de tres escaños en 2001 a cuatro o cinco.

La todavía segunda fuerza política de Euskadi es el PP, cuya candidata, María San Gil, es la política peor valorada en la región, al ser considerada una emisaria de las directrices conservadoras defendidas por el ex presidente José María Aznar.

El PP logró 19 diputados hace cuatro años, pero podría perder hasta seis escaños, que pasarían a las filas del Partido Socialista de Euskadi (PSE), que según sondeos pasará de 13 a 19 escaños.

Asimismo, la ilegalización de Batasuna en virtud de la Ley Orgánica de Partidos Políticos, creada por el anterior gobierno derechista, provocará una alteración sustancial en la Cámara vasca.

Por primera vez desde la transición a la democracia, la izquierda separatista, que representa 12 por ciento de la población, no contará con su habitual firma electoral.

Sin embargo, Batasuna se hará presente utilizando una candidatura emergente, denominada Partido Comunista de las Tierras Vascas (PCTV), que podría obtener hasta seis diputados.

La coalición vasca, considerada brazo político de ETA, pidió el voto para el PCTV, y calificó la campaña electoral de "absolutamente antidemocrática".

Batasuna fue declarada ilegal en 2003 por el Tribunal Supremo por pertenecer a ETA, que en 36 años de terrorismo mató a más de 800 personas.

El candidato del PSE, Patxi López, advirtió que se dedicará "a recuperar los vínculos de unión que hemos ido perdiendo en estos últimos tiempos".

Por el PP habló Mariano Rajoy, sucesor de Aznar, quien fustigó la estrategia del Ejecutivo al sostener que "el Partido Socialista abandonó sus ideas, renunció a sus convicciones y a las creencias por las que tantos años han luchado los socialistas. Le dio un incomprensible ataque de nacionalismo".

 
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