Usted está aquí: lunes 13 de junio de 2005 Política La rebeldía estudiantil del 68 y 71 unificó tareas de inteligencia militar

Después del halconazo, Cuenca Díaz reforzó áreas de espionaje e información

La rebeldía estudiantil del 68 y 71 unificó tareas de inteligencia militar

JESUS ARANDA

Un día después del halconazo del 10 de junio de 1971, el entonces secretario de la Defensa Nacional, general Hermenegildo Cuenca Díaz, giró un oficio secreto a todos los comandantes de regiones y zonas militares del país en el que ordenó la "búsqueda, recolección, clasificación, valuación e interpretación de la información requerida" para formular planes "que permitan mantener el orden interior del país".

En aquel entonces se sentaron las bases para unificar la labor de la "inteligencia militar" -aunque los primeros esfuerzos documentados datan de 1966-, la cual pasó de combatir a grupos guerrilleros y monitorear grupos sociales y políticos, a su finalidad fundamental actual, que es la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, al convertirse estos asuntos en temas de "seguridad nacional". Esto, independientemente de la tarea constitucional del Ejercito, que es el mantenimiento de la seguridad interior del país.

La decisión del alto mando castrense era tajante: integrar el servicio de información, el cual no se limitaba a recopilar por diversos medios datos sobre la existencia de grupos guerrilleros, sindicales u organizaciones sociales inconformes, además de información sobre los principales activistas estudiantiles, religiosos, políticos, sindicales, campesinos y del ámbito delictivo, sino que ordenaba a los jefes de regiones y zonas castrenses acompañar sus reportes "con las conclusiones y opinión del mando de la zona militar".

La situación en el país era particularmente complicada. El 2 de octubre de 1968 había ocurrido la matanza de Tlatelolco -con el involucramiento directo del Ejército- y el 10 de junio de 1971 el gobierno de Luis Echeverría había reprimido con el grupo paramilitar de los halcones a más estudiantes.

En este entorno, el general Cuenca Díaz no se limitó a ordenar al Estado Mayor de cada zona militar que elaborara planes y órdenes de búsqueda de información, sino también también que se "infiltrara" en los sindicatos, asociaciones, clubes, etcétera, y en toda agrupación que resultara de interés para el Ejército.

El oficio, en poder de La Jornada, que tiene la leyenda: "Estado Mayor. Segunda Sección de Inteligencia 24909", ordenaba que la infiltración se hiciera "con militares que estudian en diferentes planteles; militares que son miembros de asociaciones y clubes; militares retirados y civiles que voluntariamente se presten para actuar como órganos de búsqueda de información".

Para llevar a cabo dichas acciones se crearon "servicios especiales" como transmisiones para interceptar comunicaciones e investigación de material capturado; materiales de guerra para investigar y examinar armamento y artefactos capturados; sanidad e intendencia, para examinar el material capturado.

El documento señala como fuentes de información las siguientes: Secretaría de la Defensa Nacional, dependencias federales, estatales y municipales; procuradurías de Justicia, juzgados y agencias del Ministerio Público; corporaciones policiacas; Comisión Federal de Electricidad; presidencias, agencias y delegaciones municipales; comisariados ejidales; oficinas de ISSSTE, IMSS; compañías de aviación, líneas de aviación y de autobuses, así como sitios de taxis.

Además de las direcciones de los partidos políticos, de las centrales sindicales, organizaciones cívicas y sindicales "afines" y "contrarias" al gobierno.

Como fuentes de información se señalan periódicos, revistas, panfletos anónimos, radio y televisión; la obtención de las declaraciones de delincuentes detenidos; personas agraviadas que presentan quejas; "material y documentos capturados", "oficinas, guaridas y áreas donde operan delincuentes y subvertidores del orden", así como congresos, mítines, manifestaciones y conferencias.

Posteriormente, el 7 de julio de 1971, el general Cuenca Díaz emitió un nuevo oficio, esta vez con la leyenda "confidencial", en el que se daba cuenta del envió de un "instructivo" para impartir un curso de capacitación al personal que forma parte del servicio de información de "esa zona militar".

Agrega el escrito dirigido al comandante de la 17 Zona Militar que dicho instructivo debe ponerse en práctica "a la mayor brevedad posible". El Estado Mayor de la Defensa Nacional y la segunda sección (inteligencia militar) eran los encargados de dar seguimiento a la orden. El instructivo confidencial establece como propósito capacitar al personal seleccionado para integrar el servicio de informacióncada jurisdicción. Entre las materias a impartir destacaban "antecedentes hasta la fecha de actividades de subversión en los sectores obrero, campesino, burocrático y estudiantil en México".

Como parte de los "conocimientos diversos" que requerían los soldados estaban "qué es un mitin, cómo infiltrarse, cómo obtener información, cómo identificar líderes; qué es una asamblea, cómo infiltrarse; procedimientos para calcular la concurrencia en un mitin, manifestación o asamblea; procedimientos para la caracterización y uso de disfraces; identificación con otras autoridades; conducta a seguir cuando son detenidos por policías, soldados o civiles". Además de "nociones sobre disturbios civiles y guerrillas urbanas".

De acuerdo con un oficio secreto fechado el 24 de septiembre de 1973, el general Cuenca Díaz remitió a la primera Región Militar, con sede en el Distrito Federal, un documento para la organización y adiestramiento del servicio de información. Esta vez, con el propósito de "unificar procedimientos para remitir los informes a esta secretaría" mediante normas generales y orientaciones para la elaboración de los informes diarios y mensuales "prescritos en el oficio circular número 44417 del 2 de septiembre de 1966, organización y adiestramiento del servicio de información en las zonas militares y recomendaciones en el uso de criptografía".

Se instruyó a los jefes militares para que enviaran informes diarios y mensuales cuando los sucesos fueran importantes y afectaran la seguridad en los aspectos "estudiantil, político, agrario, sindical, religioso, delictivo, desastres por causas naturales o artificiales, económicos y los determinados por la Secretaría de la Defensa Nacional".

Para evitar confusiones, el instructivo contenía un formato para que la información fuera enviada directamente a la sección segunda del Estado Mayor. Además, se incluían "características del personal de información" como que los informadores "sean auténticos miembros de las organizaciones que investigan", aunque el mismo texto reconocía que esa cualidad era difícil de cumplir por "las limitaciones y los alcances de carácter presupuestal". Ya en el plano práctico se señala que el soldado tenía que "adoptar una personalidad completamente distinta para mezclarse en el ambiente del área sujeta a investigación", además de ser discreto y confiable.

La organización y estructura de información quedó bajo el control directo del comandante de la zona o región militar, que tenía la encomienda de que la información recabada permitiera "elaborar inteligencia" que fuera de utilidad al alto mando. El mismo instructivo señala el concepto de lo que es inteligencia: "es un conjunto de actividades en las que el mineral bruto de información se pulveriza, se tamiza y se refina hasta convertirlo en oro puro de la inteligencia terminada; es decir, consiste en tomar un cúmulo de datos que en parte son inadecuados y en parte indignos de confianza, y extraer de ellos la utilidad máxima posible (...) es el arte de obtener conclusiones importantes de datos inadecuados".

 
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