Usted está aquí: sábado 18 de junio de 2005 Cultura De las tinieblas hacia la luz

De las tinieblas hacia la luz

La discografía reciente del compositor inglés John Tavener, que hemos glosado en semanas recientes en este espacio, se entrecruza ahora con el ejercicio vocal asombroso de sus coterráneas, las cuatro maestras inglesas que integran el fabuloso agrupamiento canoro Anonymous 4, expertas en la música antigua y en particular en la obra completa de esa semidiosa llamada Hildegaard von Bingen, compositora alemana del siglo XI.

El disco que une a Tavener con Anonymous 4 se titula Darknes into Light y unifica también otro conjunto cuerdístico inmenso, el Chilingirian Quartet. Estos ocho músicos comisionaron una serie de partituras a Taverner, cuyo resultado fluye en este álbum maravilloso, distribuido por el sello infalible harmonia mundi.

En la portada un detalle y en el cuadernillo una panorámica de un cuadro de Hieronymus Bosch (c.1450-1516), además de una serie de textos de Tavener y de Susan Hellauer, integrante ella de las fabulosas cuatro Anonymous 4, que explican la naturaleza íntima de esta producción estrictamente espiritual, cuyo subtítulo abona a la materia: Medieval and modern-a mystical journey, es decir, una serie de composiciones contemporáneas de Tavener entrelazadas con una serie de himos y cantos polifónicos medievales que acompañan/conducen/transportan al escucha en este tránsito de éxtasis desde las tinieblas hacia la luz.

El entrelazamiento de estas músicas dotan en consecuencia a quien las escucha de una paz interior sublime, de un encantamiento onírico en vigilia, una tranquilidad y belleza interior que se manifiesta, gracias al fluido lento y suave, lento y terso, lento y vigoroso de la música, de manera semejante a como viaja la savia de una flor desde su tallo hasta la culminación de la flor en su brotar. Al escuchar esta música, vemos claramente, nos vemos nítidamente, transportados en esa savia desde su nacimiento hasta el estallido de belleza de una flor hermosa.

El efecto es entonces como si el escucha contuviera en su interior esa savia, en el latir lento y suave de su sangre y su rostro, en éxtasis, hasta convertirse en flor. Una belleza de alma que sólo la música puede ayudarnos a lograr. El propio compositor anota en la partitura que esta música debe ejecutarse con infinita pasión e intensidad hasta lograr ser abrasados en el fuego divino.

Y las voces femeninas representan en este viaje espiritual la parte carnal, la composición terrenal de quienes aún estamos vivos, fulminados en este Eros divino que quiso y consiguió el autor de esta música de frases cortas y simples, de respiración vegetal en calma, entrecruzada en plena divinidad, en florilegio íntimo.

Un estado del alma cristalino, transparente, de líquidos vitales. De espiritualidad y carnalidad supremas.

Pablo Espinosa

 
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