Usted está aquí: miércoles 6 de julio de 2005 Economía El gobierno de México no informa sobre efectos adversos del maíz transgénico

El tipo Mon 863 dañó riñones y sangre en animales de laboratorio: Greenpeace

El gobierno de México no informa sobre efectos adversos del maíz transgénico

En Veracruz encuentran huevos con un nivel de toxinas seis veces superior a lo aceptado

ROBERTO GONZALEZ AMADOR

Ampliar la imagen Protesta de Greenpeace en los pasillos de la C�ra de Diputados, en septiembre de 2004, cuando intentaban conseguir el voto de los legisladores contra los alimentos transg�cos FOTO Jos�ntonio L� Foto: Jos�ntonio L�

Todo lo que el puñado de trasnacionales que controla el mercado de semillas transgénicas ha dicho hasta ahora sobre la inocuidad de los alimentos modificados genéticamente puede resultar falso.

Maíz modificado genéticamente por Monsanto y que se vende en México tuvo un efecto adverso al ser administrado a ratas de laboratorio, en un hecho que abona a la preocupación de organizaciones civiles sobre el daño a la salud de consumir este tipo de productos. Mientras esto ocurre, en Veracruz fueron encontrados huevos de gallina con un nivel de toxinas seis veces superior al límite máximo fijado en regulaciones internacionales.

Aparentemente desconectados entre sí, ambos casos tienen un denominador común: las autoridades no han informado nada. Expertos y activistas ambientales temen que tampoco hayan hecho nada.

Desde el 7 de octubre de 2003, las autoridades mexicanas autorizaron a Monsanto, el líder mundial en la fabricación de semillas transgénicas, a ofrecer en México para consumo humano un maíz llamado Mon 863. Se trata de una variedad modificada genéticamente que, aunque se comercializa libremente en el país, ni la empresa trasnacional ni el gobierno federal han hecho público cuáles productos lo contienen.

Hasta aquí no habría mucho cambio respecto de otros casos. Sólo que hace poco más de un mes quedó al descubierto que el maíz Mon 863 administrado a ratas en laboratorio había provocado daños en los riñones y alterado la composición sanguínea de los animales, padecimientos no sufridos por otro grupo de roedores que en el mismo experimento fueron alimentados con maíz tradicional. Lo revelador de todo esto es que la conclusión fue arrojada por un estudio de la propia Monsanto, que la firma trasnacional se empeñó por todos los medios de ocultar.

El estudio sólo fue revelado después de que Greenpeace Alemania logró una victoria en los tribunales de ese país que obligó a Monsanto a publicar el reporte completo, de mil 129 páginas.

''La pregunta es por qué las autoridades mexicanas autorizaron a Monsanto a comercializar ese maíz en México'', comentó Arely Carreón, coordinadora de la campaña de consumidores de Greenpeace. ''El estudio estuvo concluido antes de que México diera el permiso; entonces la pregunta es si el actual gobierno otorgó el permiso aun cuando sabía, porque lo dice el propio informe de Monsanto, que ese maíz había provocado daño a mamíferos, o simplemente otorgó el permiso sin hacer una investigación propia sobre los daños para el organismo'', añadió.

El domingo pasado, Monsanto publicó un aviso en varios diarios en el que se refiere al efecto en las ratas del maíz Mon 863. Se trata, dijo la empresa, de un producto que ''cumple con todos los estudios científicos requeridos dentro del procedimiento para la obtención de las aprobaciones regulatorias de los países donde es comercializado'': Estados Unidos y Canadá. Además, añade, ha sido aprobado por autoridades de salud de Japón, Corea, Taiwán, Filipinas, Rusia, China, Australia y México. ''El maíz Mon 863 es seguro para la salud de las personas y el medio ambiente'', añadió.

La Jornada buscó este martes el punto de vista de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), la autoridad que autorizó la liberación del Mon 863. Ni la comisionada Rocío Alatorre, ni la vocera Diana Turner, aceptaron responder las preguntas.

Lo que sí quedó confirmado es que hasta ahora las autoridades sanitarias mexicanas no han hecho ninguna campaña para informar sobre el potencial riesgo derivado del consumo de maíz modificado genéticamente de Monsanto. ''Lo que sorprende es la falta de calidad moral que tiene el gobierno federal para reaccionar ante un hecho grave como éste'', dijo Carreón, de Greenpeace.

''El informe sobre el daño a la salud en los roedores que consumieron maíz de Monsanto lleva a conclusiones muy graves'', comentó por su parte Silvia Ribeiro, especialista del grupo ETC. ''El 25 de junio el Consejo de la Unión Europea decidió no permitir la entrada de maíz Mon 863 y además respaldó las moratorias que había en algunos países miembros, como Alemania, Austria, Francia, Grecia y Luxemburgo'', añadió.

Los especialistas llaman la atención sobre la lentitud, e incluso apatía, del gobierno federal para informar a los consumidores. Así como no hay una reacción oficial al caso del maíz, tampoco la hay con respecto a otro caso de contaminación de alimentos que comienza a descubrirse.

Se trata del hallazgo de huevos de gallina localizados en Coatzacoalcos, Veracruz, con un contenido de dioxinas seis veces más alto que el máximo establecido por la regulación respectiva de la Unión Europea. Los huevos fueron hallados cerca de una instalación de Pemex, según documentó el capítulo latinoamericano de Consumers Internacional, con sede en Santiago, Chile.

El caso de México fue documentado, al igual que el de las ratas de Monsanto, desde el extranjero, sin que el gobierno mexicano haya informado de las acciones que está tomando para hacer frente a la contingencia. Un reporte sobre este caso fue incluido en una investigación realizada por la Red Internacional para la Eliminación de los Contaminantes Persistentes (IPEN), titulada Global Egg Project. En el estudio se tomaron muestras de huevos de gallinas en algunos países y se analizaron en un laboratorio de la República Checa.

''Hasta el momento ni autoridades de salud o de medio ambiente han informado al público sobre este caso'', explicó Marisa Jacott, coordinadora de la campaña de tóxicos de Greenpeace.

 
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