Número 108 | Jueves 7de julio de 2005
Director fundador: CARLOS PAYAN VELVER
Directora general: CARMEN LIRA SAADE
Director: Alejandro Brito Lemus

La fijación mamaria
Elevados al pedestal de los iconos, los pechos femeninos son la encarnación del deseo, la región más visible y estereotipada de las representaciones de la feminidad. Objetos eróticos y símbolos de la maternidad o de la “patria”.

Por Rocío Sánchez
Unas simples mamas. Órganos que todas las hembras de mamíferos poseen para alimentar a su descendencia. La diferencia la hacen los seres humanos, única especie que tiene los pechos inflamados, aun cuando no está lactando. Símbolos de fertilidad, dicen algunos naturalistas, razón que los carga de significado muy orientado a la maternidad. Sin embargo, es indudable que las terminales nerviosas que recorren su geografía los hacen muy sensibles a la estimulación, lo que les da su carácter erótico, resultado de la construcción social. Muchas mujeres buscan tener los pechos más grandes o más pequeños o más firmes o más redondos o más altos: “perfectos”. ¿Por qué? Su función fisiológica es sólo amamantar.

En las primeras civilizaciones los pechos simbolizaban la capacidad fértil de las mujeres, pero eso no era obstáculo para que las mujeres egipcias resaltaran con tonos azules las venas de sus pechos y pintaran de dorado sus pezones. Con la llegada del cristianismo, esos órganos adquieren carácter sagrado. Aunque María aparece en innumerables imágenes amamantando a su hijo, Jesús, ella fue siempre virgen, lo que mantiene cualquier representación de su cuerpo alejada del pecado capital de la lujuria: lo que es puro no puede ser contaminado por el placer.

En el Renacimiento llega una mayor aceptación del placer sexual, por lo que los pechos son reconocidos plenamente como elementos eróticos, refiere la antropóloga Elsa Muñiz, especialista en estudios de la mujer de la Universidad Autónoma Metropolitana, en entrevista con Letra S. “En esa época se consideran bellos los pechos pequeños, muy redondos y muy altos. En algunas pinturas aparecen dos mujeres: una de ellas amamantando —la nodriza— con un pecho muy voluminoso, y junto a ella otra mujer —la madre— con un pecho pequeño, redondo, lo que indica que está dedicada al erotismo”.

Pero los pechos no sólo han sido maternales y eróticos, sino también políticos. En la Revolución Francesa, el símbolo de la patria es una mujer con el torso desnudo. El amamantar, incluso, se convirtió en un acto de propaganda contra la aristocracia que contrataba nodrizas. “Sí, son símbolo de libertad, pero la imagen se refiere a lo materno. Las madres durante el fascismo, las madres mexicanas de la posrevolución, todas tienen el papel de participar como reproductoras de los nuevos ciudadanos”.

El primer momento histórico que los pechos protagonizaron, desde y para las mujeres, fue, dice la especialista, la quema de brassieres de las feministas de los años sesenta. “Simbolizó la liberación de las mujeres de una sexualidad impuesta, además de la rebeldía contra la industria de la moda que nos mete en un modelo de mujer”. Sólo un poco antes, en la década de los cincuenta, los sustitutos de leche materna dieron un nuevo giro a la historia de los pechos como órganos de nutrición.

Zonas placenteras
Desde niñas comienza la angustia por el crecimiento de los pechos, pues es uno de los signos que distinguen a los sexos. “La mayoría de las adolescentes que me consultan se sienten incómodas cuando les crecen los pechos”, comenta el médico y sexólogo clínico David Barrios, autor del libro Resignificar lo masculino, entrevistado por Letra S. “Cuando esa parte de su cuerpo comienza a notarse, se vuelven objeto de agresiones o de burlas, incluso por parte de su familia, por lo que la mayoría trata de negarlos, ocultarlos”.

Nos dicen que son importantes, pero no queda muy claro por qué. Una explicación podría ser la que nos da el terapeuta: “Nos enseñan que los pechos, el clítoris y las orejas son las zonas erógenas femeninas por excelencia. Sin embargo, es importante recordar que no existen zonas erógenas universales”.

Muchas mujeres, en efecto, sienten mucho placer en los pechos o en los pezones, pues se trata de una zona rica en terminaciones nerviosas. Pero para otras resulta desagradable, incluso dolorosa. Para colmo, los varones suelen aprender a tocarlos con tosquedad, lo que no es placentero para todas. Tal como lo explica Barrios, el error es pensar que existen “botones del placer” con los que la persona se excitará automáticamente.

La preocupación que los pechos provocan a sus propietarias se puede comparar con la importancia que los hombres le conceden a su pene. “Los valoran incluso más que a su vulva. Para muchas mujeres los pechos son motivo de cuidado y de exaltación, mientras que la vulva es algo que han aprendido a conocer como un recoveco oscuro, vergonzante o pecaminoso”.

La lucha contra el estereotipo
“ No siempre la naturaleza proporciona a cada quien lo que quiere, cuando esto sucede siempre queda el recurso de acudir a un cirujano plástico calificado para resolver el problema”, sostiene, en su portal de Internet, la Asociación Mexicana de Cirugía Estética, Plástica y Reconstructiva. Pero, ¿es realmente un problema?

Bajo el bombardeo de las imágenes publicitarias, pocas chicas dudarían en operarse los pechos para “ponerlos en su lugar”. México es, según la Secretaría de Salud, el segundo país que más cirugías estéticas realiza después de Estados Unidos. Las prótesis de pecho son la segunda operación más solicitada detrás de la liposucción.

Si, después de meditarse, la idea de los implantes sigue rondando, hay que conocer los riesgos. Las prótesis de solución salina son las más recomendables, pues las que contienen silicón están prohibidas en Estados Unidos y otros países desde 1992. No obstante, en México no hay restricción alguna para utilizarlas.

Las consecuencias de la cirugía pueden ir desde la pérdida de sensación, dolor, irregularidades en la piel, infecciones o sangrado, hasta la ruptura del implante, asimetría en el tamaño del busto o los pezones, tejido muerto alrededor del implante, flacidez o rechazo del organismo.

Las prótesis también podrían interferir al realizar una mastografía, estudio que se realiza para detectar el cáncer de mama, que es el segundo más mortal en las mujeres mexicanas después del cervical. De acuerdo con un estudio del Instituto Nacional de Salud Pública, para el año 2010 la tasa de mortalidad por cáncer de mama podría alcanzar 13.5 por cada 100 mil mujeres de 15 años y más, y habría 4 mil 600 defunciones anuales.

Si tanto apreciamos nuestros pechos, de los 20 a los 39 años hay que hacerse un examen de ultrasonido mamario cada tres años. Después de los 40 se debe realizar una mastografía anual. En ambas etapas, es necesario autoexaminarse ambos pechos cada mes, en busca de alteraciones que se puedan observar o sentir.

Soluciones sanas
Las mujeres todavía se relacionan con sus propios cuerpos negándolos, opina Elsa Muñiz. Esto puede ser producto de la modernidad, de la idea de separación del cuerpo y la mente, colocando a ésta como lo bueno y a lo corporal como “sucio”. “La mercadotecnia y el ideal de belleza tienden a cosificar a las mujeres, y no sólo eso, sino que nosotras nos estamos asumiendo como cosas”, considera la especialista.

Para evitar que las más jóvenes cedan ante el modelo de belleza publicitario, David Barrios recomienda que las adolescentes expresen abiertamente su angustia ante los cambios que sufre su cuerpo. “El tamaño de los pechos es muy importante para las chavas, pero a veces ni siquiera es necesario recurrir a transformaciones quirúrgicas porque es un proceso transitorio: hoy me preocupa, pero más adelante, cuando acaben de crecer mis pechos y me adentre en la vida social, quizá ya no sea tan importante”.

Por esto Sydney Boss Singer y Soma Grismaijer, autores del libro Dressed to Kill: The link between breast cancer and bras (Vestida para matar: la conexión entre el cáncer de mama y los brassieres) señalan: “Cuando una mujer aprende a tratar sus senos como objetos que mejoran su apariencia, ellos dejan de pertenecerle y pasan a ser de sus observadores. En consecuencia, esta mujer se enajena de su propio cuerpo”.

Para más información visita las siguientes páginas:
www.mexfam.org.mx
www.creatividadfeminista.org/articulos/sex_2003_tetas.htm
www.preventcancer.org
 


Un autoexamen de los senos consta de los pasos siguientes:
1 Con los dedos planos, palpa sobre toda la superficie de cada pecho, buscando bultos, hundimientos o endurecimientos.
2 Obsérvate en el espejo, primero con
los brazos a los lados, luego con las manos sobre la cabeza y finalmente presionando firmemente con las manos sobre las caderas para tensar los músculos del pecho. Busca diferencias en el tamaño y la forma, hinchazón o hundimientos. Es normal que ambos pechos sean ligeramente diferentes entre sí.
3 Toca tus pechos con los dedos en sentido de espiral comenzando en el pezón y continuando hacia fuera, hasta la axila.
4 Acostada, repite el paso anterior, con
una almohada pequeña debajo del hombro del pecho a inspeccionar.
5 Sentada, oprime el pecho con la mano del lado contrario. Después, aprieta suavemente el pezón de cada seno para asegurarte de que no sale ningún líquido.
6 Si observas o detectas alguna bolita, dureza o irregularidad, debes acudir
de inmediato al médico para una
revisión y, de ser necesario, realizar
un ultrasonido o mastografía.