Número 108 | Jueves 7de julio de 2005
Director fundador: CARLOS PAYAN VELVER
Directora general: CARMEN LIRA SAADE
Director: Alejandro Brito Lemus

Transformar las costumbres
Contra la violencia de género
en la Sierra Norte de Puebla
Las organizaciones de mujeres indígenas se han convertido en el espacio de discusión sobre los problemas que enfrentan y donde unen esfuerzos por cambiar las costumbres que consideran lesivas de su dignidad, en particular la violencia de género. Este texto presenta algunos aspectos del trabajo que realiza una de estas organizaciones en el municipio de Cuetzalan, Puebla.
Por Soledad González Montes *
La discusión sobre los derechos de las mujeres indígenas recibió un fuerte impulso a partir del levantamiento zapatista, en 1994, pues detonó la apertura de foros públicos en los que ellas tuvieron mayores oportunidades de “decir su palabra”. En estos foros han expresado su apoyo a la lucha por los derechos colectivos de sus comunidades, al mismo tiempo que manifiestan su rechazo a los aspectos de las costumbres que atentan contra su dignidad, entre ellos la violencia de género, la imposición de matrimonios y su marginación del gobierno comunitario. Los derechos reproductivos encontraron eco en este contexto pues contienen propuestas dirigidas a transformar el estatus de las mujeres. Los Acuerdos de San Andrés Sacamch’en/Larrainzar, firmados en febrero de 1996 por los representantes del gobierno federal y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional tienen una sección dedicada a la situación, los derechos y la cultura de las mujeres indígenas, en la que se da un reconocimiento especifico a sus derechos humanos y reproductivos, tal como están establecidos en la Convención por la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra las Mujeres y en los acuerdos de la V Conferencia sobre Población y Desarrollo Sustentable (El Cairo, 1994). 1

Las organizaciones femeninas indígenas han crecido en la última década a lo largo de todo el país. En ellas se discuten y analizan las maneras en que las cuestiones sexuales y reproductivas están inmersas en un modelo genérico presente no sólo en las comunidades sino también en toda la sociedad mexicana. Se han concentrado en desarrollar trabajo en torno a la violencia de género pues han comprendido que constituye uno de los obstáculos más fuertes en el camino de lograr un mayor bienestar en sus vidas y en el ejercicio de sus derechos. Este es el caso de la Cooperativa de Artesanas Maseualsiuamej Mosenyolchicauanij (Mujeres Indígenas que Trabajan Unidas), que tiene alrededor de 200 miembros procedentes de seis comunidades del municipio de Cuetzalan, en la Sierra Norte de Puebla. Inicialmente, sus fundadoras formaban parte de una cooperativa regional de productores, de la que se independizaron en 1992 para crear proyectos generadores de ingresos para mujeres y para comercializar las prendas bordadas que producen. Muy pronto la cooperativa comenzó a realizar numerosos talleres sobre la subordinación de las mujeres, sus cargas de trabajo, sexualidad, salud reproductiva, violencia y derechos humanos. Además ha tenido una activa participación en foros regionales y nacionales.2

El trabajo contra la violencia es un aspecto muy importante de las actividades que realiza la cooperativa, porque es un problema que afecta constantemente a las mujeres y las coarta en todos los aspectos de sus vidas, desde su sexualidad hasta sus posibilidades de participar en organizaciones y en la vida pública de sus comunidades. En el hogar, muchas mujeres están expuestas a maridos golpeadores. Cuando salen de su casa y no están bajo la protección directa de un padre, un hermano o un marido, todas son vulnerables a la agresión y al abuso sexual: pueden ser atajadas (detenidas, molestadas) y jaladas (agredidas sexualmente) en los caminos. En el caso de las mujeres que salen de sus casas para participar en organizaciones, el problema es la murmuración, la difamación. El chisme es un medio poderoso de control social sobre ellas, ya que las coloca bajo la amenaza de ser acusadas de liviandad sexual, lo que a menudo provoca que sus maridos u otros familiares las golpeen.

Cambios graduales
¿Cuáles son los aspectos de las costumbres que las mujeres sienten opresivos y quieren cambiar? Las participantes del taller “Discriminación contra mujeres indígenas en los ámbitos de violencia y justicia”, llevado a cabo en Cuetzalan en noviembre de 2001, destacaron los siguientes: golpes y maltratos por parte de los maridos y padres; la imposición de relaciones sexuales a las esposas; no dejarlas decidir cuántos hijos desean tener y cuándo los quieren tener; la violación por parientes o extraños; el abandono de los hijos o negarles suficiente apoyo económico; negarles a las esposas permiso para salir de la casa y visitar a sus familiares; y la imposición de las decisiones de las suegras y suegros.3

A lo largo de más de una década, la Cooperativa Maseualsiuamej ha emprendido una amplia gama de acciones para promover el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia. Entre estas actividades se cuentan programas de radio en náhuatl, totonaco y castellano. También ha realizado talleres con médicos tradicionales e institucionales y ha creado una red que brinda apoyo legal, médico y psicológico a las víctimas de la violencia.

“Con tantos talleres y cursos me he despertado y ahora pienso que las mujeres tenemos el mismo valor y los mismos derechos que los hombres. En nuestra humanidad somos iguales”, dice una mujer de 43 años. Esposos que anteriormente no permitían a sus mujeres salir de casa, finalmente han dado su permiso y observan las ventajas de que participen en la organización.

Algunos incluso las ayudan con los niños a fin de que puedan realizar su trabajo y asistir a los mítines; otros dicen que sus esposas tienen el derecho de expresar sus opiniones personales y votar en las asambleas como lo deseen. El cambio de las costumbres, con todo lo que implica, es un proceso lento y queda mucho por hacer, pero el esfuerzo vale mucho la pena. La otra parte del camino es el trabajo con las instituciones públicas, especialmente las de salud y justicia, para que también sean parte del proceso.

* Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer, El Colegio de México.

1 Acuerdos sobre derechos y cultura indígena. Mesa 1 de los Diálogos de San Andrés Sacamch’en, Ediciones del Frente Zapatista de Liberación Nacional, México
D. F., 1999, 29-30.
2 Beatriz Martínez, Género, empoderamiento y sustentalibidad. Una experiencia de microempresa artesanal de mujeres indígenas, GIMTRAP, México D. F., 2000.
3 S. Mejía, R. Villa y C. Oyorzabal, “Violencia y justicia hacia la mujer nahua de Cuetzalan”, en Paloma Bonfil y Elvia Martínez (coords.), Diagnóstico de la discriminación hacia las mujeres indígenas, Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, México D. F., 2003, 81-113.