Número 108 | Jueves 7de julio de 2005
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Director: Alejandro Brito Lemus

El asesinato de Octavio Acuña: un agravio a la sociedad

Antonio Medina
Qué difícil es aceptar que la vida de un amigo, de un luchador social ha sido cortada por el odio. Qué difícil es entender que un ser inteligente y lleno de vida ha sido callado por buscar la libertad de expresarse. Qué difícil fue asimilar que Octavio Acuña Rubio, un líder nato y apasionado de 28 años haya sido asesinado por defender los derechos de las personas homosexuales y por realizar trabajos de educación sexual entre jóvenes.

Octavio, psicólogo de profesión, fue ultimado con premeditación y alevosía el 21 de junio, mientras atendía la condonería de su propiedad, ubicada en el centro de la ciudad de Querétaro. Su cuerpo fue encontrado con seis heridas mortales de arma blanca, sin que el robo haya sido el motivo de esta cobarde agresión.

El trabajo de Acuña Rubio siempre se distinguió por apoyar causas sociales. Tenía claro que la batalla contra el VIH/sida se tenía que dar, sobre todo, en la educación. Esa idea lo llevó a establecer una condonería que, más que negocio, fungía como un espacio para jóvenes, adolescentes, mujeres y hombres gay, quienes acudían en busca de información y asesoría en los asuntos más elementales de sexualidad. Su trato era amigable e inspiraba confianza. “Soy educador y activista para que, algún día, nadie sea víctima de discriminación”, manifestó más de una vez en foros y congresos.

Su perfil de activista lo demostró desde la secundaria: era el clásico estudiante que se involucraba en todas las actividades extraescolares. En la primaria era común verlo en el cuadro de honor y en la universidad, con un perfil muy definido como líder social, no dejaba pasar foros, mesas redondas o congresos para participar.

Siempre fue un estudiante obstinado. En sus trabajos en psicología, cursada en la Universidad Autónoma de Querétaro, buscaba el trasfondo social y la manera de llevar a la práctica el resultado de sus investigaciones. Luego de la licenciatura, continuó una maestría sobre desarrollo humano y psicoterapia Gestalt.

Desde 2001 se involucró en la lucha contra el sida y por los derechos sexuales, en particular de jóvenes gay, en la Asociación Queretana de Educación para la Sexualidad (Aquesex). Dos años después impulsó la campaña de prevención del VIH “Entre nos usamos condón”, dirigida a hombres que tienen sexo con hombres, los más afectados por la epidemia. Fue uno de los organizadores de la primera y única marcha del orgullo gay realizada en Querétaro.

Octavio compartió los últimos siete años de su vida con Martín, con quien había establecido una sólida relación de pareja. En septiembre de 2004, interpuso una queja en la Comisión Estatal de Derechos Humanos por discriminación, luego de que él y su pareja fueron detenidos arbitrariamente por policías en un parque de la ciudad, acusados de “prostitución”. La Comisión nunca atendió su queja a pesar de los argumentos aportados, pero Octavio no se cansó de exigir justicia.

Tenemos suficientes motivos para sentirnos profundamente agraviados por este brutal asesinato de odio homofóbico. De la fuerza en que arraigue este sentimiento dependerá que este crimen no quede impune y los agresores sean castigados.