Usted está aquí: miércoles 10 de agosto de 2005 Política Pare de sufrir y neopentecostalismo en México

Bernardo Barranco V.

Pare de sufrir y neopentecostalismo en México

A altas horas de la noche, a través de Canal 4, asistimos diariamente a las emisiones de Pare de sufrir, nombre comercial de la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD). Con marcado acento portugués, los conductores -ministros religiosos- abordan los más variados tópicos de la vida cotidiana como el amor, el éxito, la relaciones humanas, el miedo, etcétera. Su penetración no sólo es mediática: tiene 48 templos en México y su población destinataria son los pobres y sectores excluidos, especialmente de áreas urbanas.

A principios de 2005 salieron a la luz pública acusaciones de la Confraternidad de Iglesias Cristianas Evangélicas (Confraternice) contra la IURD por lucrar con la fe -prohibido por ley- al sugerir la posibilidad de realizar milagros a cambio de donativos económicos entre sus fieles. La Secretaría de Gobernación prometió investigar a fondo si dicha iglesia estaba apegada a la ley. Hasta ahora la mayor parte de los especialistas y observadores de la IURD destacan su carácter lucrativo, sustentado en lo que muchos especialistas en grupos evangélicos denominan "teología de la prosperidad". Sin embargo, circulan nuevos enfoques, como el de Leonildo Silveira Campo, quien en su obra Teatro, templo y mercado plantea que, más que nueva Iglesia, la IURD es una nueva religión porque ha sido diseñada como un modelo religioso integral conforme a las necesidades del mercado.

Al igual que en otros países donde ha logrado extenderse, su estrategia se basa en adquirir espacios céntricos y conocidos, cines o teatros, para ubicar sus templos, así como una actitud agresiva en los principales medios de comunicación electrónicos. En México ha convertido el antiguo teatro Silvia Pinal, de la colonia Roma, en su centro de operaciones, desde donde se expande uno de los nuevos movimientos religiosos cuyo crecimiento espectacular no tiene ningún referente en la historia moderna de las religiones en Latinoamérica.

La IURD tiene su origen en Brasil, donde fue creada en 1977. Paradójicamente, el país con mayor número de católicos en el mundo vive uno de los fenómenos contemporáneos más impresionantes: la explosión evangélica, principalmente diversas formas de pentecostalismo. En aquel país es un fenómeno de las masas pobrísimas, abandonadas a su suerte tanto por los católicos como por los protestantes, que promueven cultos de adoración fervorosos con marcada influencia ancestral africana. Mientras los otros cristianos, incluso los primeros pentecostales, presentan complejas doctrinas, estilos de vida rígidos y autoridades eclesiásticas dudosas, para los llamados neopentecostales, donde se inscribe la IURD, el mundo es simple: lo que no es de Dios es del diablo.

Todas estas Iglesias que hoy tienen éxito en el país son hijas de los métodos de la Quadrangular, es decir, cantos e himnos con ritos populares, fuerte utilización de programas radiales y reglas de comportamiento menos rígidas, más flexibles en el plano de la sexualidad y la diversión.

Los especialistas lo han llamado neopentecostalismo, como una propuesta más innovadora que supera el viejo sectarismo que afirmaba que lo mejor de la existencia está reservado para la vida en el paraíso. "La preocupación de los neopentecostales es con esta vida", afirma el sociólogo Ricardo Mariano, autor de Neopentecostais, Sociología do Novopentecostalismo no Brasil. Los cultos se vuelven más activos y dinámicos, incluyen gritos, cantos, catarsis, oraciones colectivas, aplausos a Jesucristo.

Una de las aportaciones más importantes del neopentecostalismo es sin duda su capacidad de integrar a los excluidos del sistema y de las Iglesias. A los pobres se les ofrece comunidad y sentido de pertenencia.

La Iglesia Universal ha sabido construir un considerable patrimonio económico, además de que ha sabido invertir en empresas de servicios, incluyendo cadenas de televisión y radio, así como otros negocios que tienen su propia clientela religiosa como consumidores y proveedores. Asimismo, es innegable su influencia económico-corporativa y su creciente peso en lo político; además de contar con numerosos diputados, se dice que parte de la campaña del actual presidente Lula ha sido financiada con recursos de la Iglesia Universal, y uno de los parlamentarios de la Iglesia, Rodriguez, puede ser una nueva bomba de tiempo para el gobierno.

Su líder y fundador Edir Mazedo Becerra, obispo Macedo, ha sido encarcelado e inculpado varias veces por fraude y lavado de dinero; ahora se ocupa de la expansión de la Iglesia en América y Europa con éxito, pues tiene la capacidad de adaptar la propuesta a las realidades locales. México posee las características idóneas para desarrollarse: tiene la pobreza excluyente, una base y un sustrato religioso muy acendrado, con una Iglesia católica incapaz de llegar y atender a los sectores desprotegidos. Digámoslo de otra manera: grandes sectores socialmente marginados que son abandonados tanto por el gobierno como por la Iglesia católica, incluyendo las iglesias cristianas históricas que no acaban de posicionarse, son los mercados naturales, los destinatarios de la IURD, cuya virtud radica en ofrecer desde lo religioso un paquete integral de inclusión social.

Aquí lo que está en juego no sólo es el lucro con la gente más pobre, sino como fenómeno sociorreligioso que requiere mirarse con nuevas actitudes y aristas. Igualmente conviene analizar el contradictorio comportamiento de Televisa, que por un lado presenta un teletón católico y legionario que explota los sentimientos y las emociones por los discapacitados, una Televisa que se desbordó cada vez que vino el papa Juan Pablo II, que "celebra" un México cargado de identidades, que cuenta con una fundación encargada de proyectar una imagen socialmente responsable de la empresa y, por otro lado, alquila un espacio que proyecta contenidos que contradicen los principios que pregona. La única explicación razonable es el lucro: tanto Televisa como la Iglesia Universal llegan a las mismas audiencias y ambas empresas son voraces.

 
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