Usted está aquí: lunes 3 de octubre de 2005 Política Presas y aguas negras

Iván Restrepo

Presas y aguas negras

Por falta de una política integral para cuidar la salud y los recursos naturales, una presa ubicada al norponiente de la ciudad de Puebla es foco de insalubridad debido a su alta contaminación. Es la presa Manuel Avila Camacho, popularmente conocida como Valsequillo. Especialmente en los últimos 40 años, como consecuencia del crecimiento urbano e industrial registrado en los estados de Puebla y Tlaxcala, el líquido que recibe y almacena el vaso de esa presa, que se utiliza en más de 30 mil hectáreas de cultivo, de ninguna manera es apto para riego agrícola, y mucho menos para consumo humano. A ello se suma otro agravante: el crecimiento desordenado de la urbe poblana ha llevado a miles de familias a levantar sus precarias viviendas en las orillas de la presa en la que descargan sus aguas negras, pues carecen de drenaje.

Que recuerde, las últimas cinco administraciones gubernamentales han anunciado programas para evitar la contaminación de Valsequillo, cuyo embalse mide 30 kilómetros cuadrados. El eje de ese rescate consiste en el saneamiento de los ríos Atoyac, que lo alimenta todo el año, y del río Alseseca, que le aporta agua durante la época de lluvias. Pero todo ha quedado en promesas y en acciones inconexas que no han resuelto el problema.

Hoy el agua de la presa y la de sus dos ríos tributarios supera los límites establecidos en materia de coliformes fecales, nitrógeno, demanda bioquímica de oxígeno, grasas y aceites. Esto afecta ya los pozos y norias de las que se abastecen a las 45 mil personas que viven en las riberas de la presa: el líquido llega a contener heces fecales en más de 4 mil veces lo que fija la norma.

La contaminación de Valsequillo se extiende así, poco a poco, al manto freático cercano, complicando el problema. El deterioro de los dos ríos que descargan su caudal en la presa se debe a que son el basurero de las aguas negras de decenas de poblaciones de Puebla y Tlaxcala, y de los desechos provenientes de algunas actividades industriales.

De ahí la necesidad de sanear todas las aguas negras que se generan en los 4 mil kilómetros cuadrados de las cuencas de ambos ríos. De ella hacen parte la ciudad de Puebla y 22 municipios más, algunos tan importantes como San Martín Texmelucan, San Pedro Cholula, San Andrés Cholula, Huejotzingo, Cuautlancingo y Amozoc, ya metropolizados.

Ese mismo trabajo debe hacerse en otros 47 de la entidad vecina, destacadamente Tlaxcala, Apizaco, Chiautempan, San Pablo del Monte, Zacatelco e Ixtacuitla de Matamoros. Igualmente es necesario colectar y tratar toda la que generan los asentamientos ubicados en las márgenes de Valsequillo. Aunque las cuatro plantas de tratamiento que funcionan en las márgenes de los dos ríos contribuyen positivamente a limpiar el agua residual de Puebla, son insuficientes, mientras numerosas descargas residuales no reciben saneamiento alguno y van directamente a los ríos con su caudal contaminante.

No hay duda de que el creciente deterioro de la presa involucra a casi 3 millones de habitantes de Puebla y Tlaxcala, generadores de las aguas negras que son un grave problema de salud pública que crece día con día; pero a la vez que es muestra del incumplimiento de normas ambientales claramente establecidas sobre la calidad del agua que los municipios deben aportar a las cuencas hidrográficas también evidencia la carencia de una estrategia que busque capturar y conservar el agua de lluvia de las ciudades evitando que al ser captadas por el drenaje se contaminen, como ahora ocurre allí y en las demás ciudades del país, y de utilizar en diversas actividades provechosas el vaso de la presa, el líquido que almacena y su amplio entorno geofísico.

Para resolver el problema las autoridades tienen ahora en sus manos un proyecto integral de saneamiento que, de llevarse con la seriedad requerida, podría convertirse en ejemplo a seguir en otras partes del país. Por su importancia, nos ocuparemos de ese proyecto el lunes próximo.

 
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