Usted está aquí: miércoles 5 de octubre de 2005 Mundo Se preparan movimientos sociales bolivianos para responder a provocaciones de la derecha

Utilizarán "disciplina, palos y piedras", advierte el líder Oscar Olivera Foronda

Se preparan movimientos sociales bolivianos para responder a provocaciones de la derecha

JAIME AVILES ENVIADO

Cochabamba, 4 de octubre. "Los movimientos sociales se están preparando para responder a las provocaciones de la derecha con las mismas armas que llevamos a la guerra del agua (2000) y a la guerra del gas (2003), es decir, con nuestras ideas, nuestra organización, nuestra disciplina, nuestros palos y nuestras piedras", dijo aquí a La Jornada el dirigente de la Coordinadora en Defensa del Agua y de la Vida, Oscar Olivera Foronda.

La advertencia se produce horas antes que los nueve bloques legislativos de la Cámara de Diputados se reúnan en la ciudad de La Paz -la cita estaba prevista para esta tarde- con el propósito de encontrar una salida política que permita la celebración de las elecciones generales del próximo 4 de diciembre, que están en entredicho desde que, hace dos jueves, el Tribunal Constitucional ordenó una redistribución de escaños en el Congreso de acuerdo con el censo de 2001.

"Estamos ante una clara maniobra de la partidocracia; ellos están tratando de llevar las cosas a su propio escenario, queriendo decirles a los movimientos sociales: ustedes aceptaron jugar con nuestras reglas, ahora asuman las consecuencias", afirmó Olivera Foronda en velada crítica a Evo Morales, candidato presidencial del Movimiento al Socialismo, de quien teme que haya "cometido tal vez el error de apostarlo todo a la vía electoral", lo que a su juicio podría debilitar a los movimientos sociales.

La preocupación de Olivera Foronda expresa temor ante el posible desencanto y la consiguiente desmovilización popular que podrían sufrir las organizaciones ciudadanas si Evo Morales triunfa en las urnas pero no puede asumir la presidencia de la república o, inclusive, si llega al poder pero no puede cambiar nada, como le ocurrió a Luiz Inacio Lula da Silva en Brasil.

-Si Evo no logra mayoría absoluta, el presidente será Jorge Quiroga, de la extrema derecha. Entonces, ¿por qué posponer las elecciones?

-Quieren bloquearlo todo. Saben que van a perder las elecciones, pero tampoco quieren la Asamblea Constituyente (que teóricamente le daría a Bolivia un nuevo modelo de país) porque temen ser minoría allí también -respondió Olivera sin tener que pensarlo mucho.

-¿Y a dónde pretenden ir?

-Tratan simplemente de ganar tiempo, de recuperar terreno por la fuerza. Han visto que no han podido asegurar una victoria electoral y buscan otros caminos.

-¿Esto puede abrir de nuevo el peligro de que estalle una guerra civil?

-Con esto se vuelve a adelantar el futuro, se empieza a ver eso que la gente ha dicho hace tiempo: este vacío de poder o se arregla a las buenas o se dará una solución de fuerza. Entonces, los movimientos sociales se están preparando para eso. No reciben ningún apoyo de Cuba o de Venezuela, como afirma tramposamente el gobierno de Estados Unidos. Vamos a responder a las provocaciones de la derecha política con las mismas armas que llevamos a la guerra del agua y a la guerra del gas, es decir, con nuestras ideas, nuestra organización, nuestra disciplina, nuestros palos y nuestras piedras".

La llamada guerra del agua estalló en febrero de 2000, aquí en Cochabamba, y culminó, dos meses más tarde, con el decreto presidencial que puso fin al intento de privatizar y entregar a la transnacional Bechtel el servicio público de agua potable y alcantarillado en todo el país. Dictada en septiembre de 1999, la medida trajo consecuencias negativas inmediatas para los sectores más débiles de la economía boliviana, al subir escandalosamente las tarifas.

La gota que derramó el vaso de la tolerancia popular fue cuando la empresa anunció que la gente no podría disponer gratuitamente del agua que recogiera de la lluvia. Ese fue el detonante.

La población cochabambina comenzó a movilizarse en febrero de 2000, bajo la batuta de la Coordinadora en Defensa del Agua y de la Vida -de la que Olivera Foronda, sindicalista fabril, se convirtió en su principal vocero-, y el gobierno paradójica y democráticamente electo del ex dictador militar Hugo Bánzer respondió con mano durísima, dejando un reguero de muertos.

Pero el movimiento no se detuvo, a pesar de la represión. Dos meses después, en medio de intensa resistencia popular, en la que participó también la clase media, el gobierno renunció a su proyecto privatizador, pero la victoria de la gente trajo consigo una importante enseñanza histórica.

-El pueblo le perdió el miedo a las balas de la policía y el ejército; a pesar de los tanques, de las matanzas en las calles, del garrote, en ningún momento aflojó -subrayó Olivera, al recordar que después de ese gran aprendizaje Bolivia ya no es la misma.

Cuando el segundo gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada firmó un acuerdo secreto en 2003 para venderle gas a Estados Unidos utilizando territorio de Chile para transportarlo, el pueblo se rebeló contra el presidente, que fue acusado de traición a la patria por "aliarse" con los chilenos, a quienes el nacionalismo boliviano, estimulado por décadas de educación escolar, considera enemigos tradicionales.

-Sí, pero además el convenio era muy malo para los intereses económicos de Bolivia y muy favorable para los de Estados Unidos. Y de nuevo, recuperando la lección histórica de la guerra del agua, el pueblo lanzó la guerra en defensa del gas, y no sólo derrotó al gobierno sino que obligó a Sánchez de Lozada a renunciar con las armas que te he dicho: los palos, las piedras, la disciplina y las ideas -redondeó el dirigente cochabambino.

 
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