Usted está aquí: miércoles 5 de octubre de 2005 Mundo Francia, semiparalizada; un millón de personas responden a la huelga nacional

Protestan en demanda de reformas económicas y laborales para paliar el desempleo

Francia, semiparalizada; un millón de personas responden a la huelga nacional

"Escuché sus mensajes; quiero atender sus aspiraciones", sostiene Dominique de Villepin

AFP

Ampliar la imagen Trabajadores de la red ferroviaria parisina atendieron ayer el llamado a una huelga nacional que lanzaron varios sindicatos en demanda de reformas que reduzcan el desempleo en Francia FOTO Reuters Foto: Reuters

París, 4 de octubre. Un millón de personas participaron este martes en las manifestaciones organizadas con motivo de la huelga nacional que semiparalizó Francia, en protesta por la incapacidad del gobierno de llevar a cabo reformas económicas y laborales para paliar el alto índice de desempleo.

Al menos 1 millón 39 mil personas en todo el país, según balance provisional con base en fuentes sindicales, respondieron a la convocatoria de cinco confederaciones sindicales, lanzándose a las calles para defender un desbloqueo de los salarios y una nueva política de empleo.

Los balances policiales, por su parte, redujeron a 440 mil personas el número de manifestantes de la protesta que tuvo lugar en la capital y las principales ciudades del país.

"Escuché el mensaje que nos dirigieron los franceses. Queremos responder a sus inquietudes y a sus aspiraciones", declaró el primer ministro Dominique de Villepin en un discurso ante los parlamentarios en la Asamblea Nacional.

Con el apoyo de todas las fuerzas de izquierda y extrema izquierda francesas, algunos de los cinco sindicatos que convocaron la movilización declararon su satisfacción por una jornada que paralizó parcialmente al país y cuyos efectos se dejaron sentir, sobre todo, en transportes públicos, escuelas, organismos y empresas públicos.

"Lo que hoy esperamos son respuestas claras sobre el empleo y el poder adquisitivo", declaró el secretario general del sindicato cercano a los socialistas CFDT, François Chérèque.

Bernard Thibault, líder del sindicato pro comunista CGT, juzgó la huelga general como "un éxito incontestable". "El gobierno y la patronal tienen un plazo de varios días para dar señales tangibles de que oyeron nuestro mensaje".

La movilización fue especialmente fuerte en París, donde se lanzaron a las calles a dar cuenta de su descontento contra el gobierno entre 20 mil y 150 mil personas, según fuentes policiales y sindicales, respectivamente.

Marsella, Burdeos, Nantes y Tolosa fueron las cuatro ciudades que, además de la capital francesa, respondieron masivamente a la llamada sindical, con 150 mil, 100 mil, 50 mil y 35 mil manifestantes, respectivamente, según cifras sindicales.

Los aeropuertos, los trenes, los transportes urbanos de provincia y el metro fueron los más afectados por una huelga que, sin embargo, no alcanzó el grado de parálisis total que se registró en la anterior movilización del 10 de marzo.

La dirección general de la aviación civil indicó que se había previsto la anulación de 175 vuelos en los aeropuertos parisinos de Orly y de 212 en el de Roissy Charles de Gaulle, con la amplia participación de los controladores aéreos.

En cuanto al tráfico ferroviario, el servicio funcionó en 60 por ciento en los trenes de alta velocidad (TGV), en 40 por ciento en los trenes interregionales y en 35 por ciento los de la región parisina.

En las escuelas la mitad de los profesores, según los sindicatos, y cerca de un tercio, según el Ministerio de Educación, no trabajaron, mientras que la mayoría de las oficinas de correos y edificios del gobierno y algunos bancos estuvieron cerrados. En el sector de la prensa, los grandes diarios nacionales no aparecieron este martes.

Según una encuesta, 74 por ciento de los franceses, sin distinción de nivel social o de pertenencia política, vieron esta jornada con "simpatía", y según otro estudio de opinión, un 72 por ciento la consideró "justificada".

La huelga ocurre en un contexto de fuerte tensión social en la costa sureste de Francia y en un momento difícil para De Villepin, que al mismo tiempo lidia con la crisis provocada por el proyecto de privatización de la compañía marítima estatal SNCM, que une la costa mediterránea francesa con la isla de Córcega y el norte de Africa.

 
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