Número 111 | Jueves 6 de octubre de 2005
Director fundador: CARLOS PAYAN VELVER
Directora general: CARMEN LIRA SAADE
Director: Alejandro Brito Lemus

Con VIH y en la lona

Ser diagnosticado o vivir con VIH provoca muchas veces angustia y tristeza
de manera pasajera. Pero si ese estado continua e interfiere con la vida cotidiana, se trata ya de un cuadro depresivo, problema usual que puede afectar el tratamiento adecuado de la infección.

Ver tabla de medicamentos anti VIH que pueden provocar depresión

Por David Pieribone *
A menudo, vivir con VIH implica lidiar con la depresión y la angustia. Algunos expertos estiman que hasta 30 por ciento de las personas seropositivas al VIH padecen depresión seria durante el curso de su infección.

La depresión y la ansiedad son condiciones médicas severas si no se les trata de manera adecuada, pues afectan las habilidades para funcionar en la vida diaria. Vivir con VIH y padecer depresión incide en la capacidad para el cuidado personal; las personas deprimidas suelen tener dificultades para tomar su medicación correctamente o, incluso, perder citas médicas importantes.

La depresión también predispone a las personas tomar riesgos de otra forma inaceptables, por ejemplo, tener prácticas sexuales sin protección, y, en el peor de los casos, desarrollar conductas suicidas. Es muy importante consultar a un especialista si se piensa que se podría estar deprimido o presentar un cuadro de ansiedad. Entre 80 y 90 por ciento de las personas con depresión severa responden de manera adecuada al tratamiento: se sienten bien y reanudan sus actividades cotidianas.

De tristezas a tristezas
El comienzo de la depresión podría pasar desapercibido, visto como un episodio común de tristeza, si se da en forma gradual; pero si algunos de los síntomas enlistados abajo están presentes cada día durante al menos dos semanas o interfieren con actividades cotidianas, como el trabajo, el cuidado personal o la vida social, es necesario consultar a un especialista para establecer un diagnóstico:

Ansiedad, tristeza persistente o un mal estado de ánimo.
Sentimiento de impotencia y pesimismo.
Sentimiento de culpa, desvalorización, desamparo.
Pérdida del interés o placer por un pasatiempo o actividades que alguna vez disfrutó, incluido el sexo.
Disminución de la energía, fatiga, movimientos físicos lentos.
Dificultad para concentrarse, recordar y tomar decisiones.
Insomnio, despertar durante la madrugada o dormir más de lo habitual.
Cambios en el apetito y/o en el peso.
Pensamientos de muerte o suicidio.
Irritabilidad e inquietud.

La depresión y la ansiedad tienen muchas causas, por tanto es difícil identificar la razón exacta. La búsqueda de un profesional de salud mental ayudará a comprender algunas de las cosas que podrían estar provocando el problema. El recibir un diagnóstico de VIH causará, naturalmente, cierto estrés emocional; se trata de una sensación transitoria en la mayoría de las personas y no es lo mismo que la depresión clínica. El estrés y la ansiedad a corto plazo pueden ser tratadas con apoyo terapéutico y otros tipos de psicoterapia, mientras que depresiones más graves ya requieren psicoterapia, medicamentos antidepresivos, o ambos.

En el caso de los varones, se ha documentado la influencia de la testosterona en la depresión. Los hombres que tienen la testosterona baja pueden padecer disminución de la energía, pérdida del apetito, pérdida del deseo sexual y sentimientos depresivos. Para determinar el nivel de testosterona basta con una simple prueba de laboratorio; en caso de presentar un nivel bajo es recomendable recibir un tratamiento de reemplazo de la hormona.
Ciertos medicamentos anti VIH provocan efectos secundarios que causan o empeoran la depresión y otros síntomas psicológicos. De igual forma, el uso de drogas recreativas, como alcohol, anfetaminas, cocaína y éxtasis, desencadena depresión y ansiedad. No es recomendable el uso de drogas recreativas para paliar los efectos de una depresión ya existente.

Solo o con ayuda
Es posible actuar en lo personal contra la depresión a través de hábitos como el ejercicio. La experiencia clínica y algunos estudios muestran que la ejercitación, particularmente aeróbica, mejora algunos síntomas. El realizar o incrementar la actividad física es una manera simple, saludable y efectiva de reducir los efectos de la depresión. Asimismo, es recomendable dormir adecuadamente, comer una dieta saludable y no ceder a la tentación de aislarse. Es importante procurar pasar el tiempo con amigos y en lugares sociales. También se sugiere posponer la toma de decisiones importantes hasta que se perciba una mejoría en el estado de ánimo.

Algunas personas usan remedios herbales para tratar la depresión. Si bien estas medicinas alivian los síntomas, usualmente interactúan con otros medicamentos que se estuvieran tomando. Nunca deben tomarse remedios herbales sin consultarlo con un médico.
Es importante señalar que la depresión es una condición tratable que se puede presentar en adición a cualquier otra enfermedad que se padezca, incluyendo la infección por VIH. Por tanto, lo más recomendable es pedir ayuda.*

Tomado del “Proyecto Head”, esfuerzo de prevención patrocinado por la ciudad de West Hollywood