Número 112 | Jueves 3 de noviembre de 2005
Director fundador: CARLOS PAYAN VELVER
Directora general: CARMEN LIRA SAADE
Director: Alejandro Brito Lemus

Llegar a viejo  
para Carlos Bonfil, con cariño fraterno
Por Joaquín Hurtado
No sé, querido Carlos, si Rapsodia en Agosto sea la mejor película en la vasta y deslumbrante filmografía de Akira Kurosawa, lo que sí te puedo comentar es que caló muy hondo en mis sentidos, mi mente y mi corazón.

Rapsodia nos cuenta una historia actual que en apariencia es sencilla pero llena de múltiples lecturas y poesía sonora y visual. Su ajuste de cuentas con el pasado es una invitación para que también nosotros enfrentemos con inteligencia, compasión y valentía el pasado que a veces nos pesa tanto. ¿Culpables? ¡Por supuesto que los hay en el recuento de muertos y condenados del sida y sus secuelas! ¿Odio? Eso sí que no. Kurosawa a través de la entrañable anciana de su historia nos da la pauta a seguir: la destrucción sólo alimenta más destrucción.

Te cuento que al terminar de ver el DVD, mi esposa Rosalinda y yo nos miramos uno al otro y nos dimos cuenta que llorábamos extasiados y colmados de ternura hacia los verdugos y víctimas del holocausto nuclear que arrasó las ciudades japonesas. Lloramos por el sencillo y poderoso final, pero también por las emociones que disparó en nosotros.

Tomé de la mano a mi mujer. Ella murmuró: "quisiera llegar a vieja y poder atender así a mis nietos". Isaac mi hijo, a quien tú conoces y te quiere tanto como yo, no tiene visos de casarse, mucho menos de tener bebés. Por eso me extrañó el comentario (o deseo) de Rosalinda. Quizás ella pueda llegar a una edad muy mayor. Pero yo no puedo decir lo mismo. Me parece una blasfemia mencionar el tema, preguntarle a las constelaciones si es que llegaré a anciano.

Por eso le reviré burlón, quizás muerto de miedo, alterado profundamente por la película: "¿A poco te ves en el futuro como abuelita contándole a tus nietos sobre el genocidio que acabó con tu marido y cuarenta millones más? Me colocó una mirada puntiaguda que aún me duele.

Sabiamente, Kurosawa tuvo la certeza de que para valorar las cosas importantes era mejor dejarlas reposar. Por eso dejó el tema de la guerra y el ataque nuclear a su país y su gente para sus obras póstumas.
Por eso es que yo debería dejar ciertas opiniones reposar en mi pecho lleno de rabia e impotencia para mejores días. Dejarlas rodar con más modestia y menos aspavientos en la película que me proyecto a diario. Y permitir que la gente que me quiere sueñe con verme peinando canas, aserenado y viviendo nomás. ¿Tú que opinas?.