Número 112 | Jueves 3 de noviembre de 2005
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Directora general: CARMEN LIRA SAADE
Director: Alejandro Brito Lemus

Disfunción eréctil
Más allá de las pildoras mágicas

La tan en boga disfunción eréctil es un problema de salud complejo, su atención, además de la prescripción médica de cualquiera de las píldoras promovidas por las grandes farmacéuticas, requiere un enfoque amplio y abierto sobre el ejercicio de la sexualidad

Por Rocío Sánchez
Los medicamentos contra la disfunción eréctil son, sin duda, un gran descubrimiento, señalan los especialistas en salud sexual. Antes de 1998 no se contaba con ninguna opción para tratar la disfunción eréctil de causa orgánica, pero a partir de esa fecha comenzó la carrera por diseñar el producto más rápido, más efectivo y con menos efectos colaterales. En medio de esta competencia, las campañas publicitarias de las compañías farmacéuticas han tendido a presentar a esos fármacos como soluciones inmediatas, casi mágicas, a una disfunción erótica que tiene más implicaciones.

“Los medicamentos sí son muy buenos, sí regresan las erecciones, pero la detección de la causa que está generando la disfunción eréctil” a veces se deja de lado, señala Eusebio Rubio, presidente de la Asociación Mundial para la Salud Sexual, entrevistado por Letra S. “Estamos hablando de padecimientos como la diabetes mellitus (muy frecuente causa de la disfunción) o la hipertensión arterial, que es factor precipitante de cosas que matan, como los infartos al miocardio o los accidentes cerebro-vasculares”.

Es decir, la facilidad con la que actualmente se puede acceder a los medicamentos contra este problema tiene entre sus desventajas el riesgo de que el hombre se automedique, pasando por alto la supervisión médica. “Así los medicamentos no funcionan, no porque no sirvan, sino porque están mal usados. No son automáticos, necesitan ciertas condiciones para su funcionamiento. Las personas piensan que el medicamento los va a poner muy excitados y el fármaco no hace nada de eso”.

Por su parte, David Barrios, director de la organización civil Caleidoscopía, espacio de cultura, terapia y salud sexual, explicó a Letra S que la disfunción eréctil también acarrea problemas en la relación de pareja, generando tensiones y problemas. Así, cuando el hombre llega a acudir en busca de solución, por ejemplo, a clínicas dedicadas a corregir la disfunción, generalmente se encuentran con “soluciones parciales que casi siempre atienden a la inmediatez del asunto, es decir, lograr que este hombre tenga una erección, pero esa no es la solución. He recibido en terapia a muchas mujeres cuyas parejas ya ‘solucionaron’ el problema y me dicen: ‘mi marido sigue siendo un pésimo amante, no es sensible, no me acaricia; ahora tiene buenas erecciones, pero con eso yo qué gano’”.

Por esto, ambos expertos coinciden en que es necesario que la perspectiva de la salud sexual sea conocida por todos los médicos de primer contacto, no sólo por los especialistas. De hecho, puesto que las enfermedades que pueden desencadenar la disfunción eréctil deberían ser identificadas por los médicos generales, también ellos, así como todo el personal de salud de atención primaria, deberían saber detectar disfunciones de la vida erótica en una consulta cotidiana.

Sobre la posibilidad de que el amplio uso de los fármacos contra la disfunción refuerce la idea de que el erotismo masculino se centra en los genitales, los especialistas consideran que es un riesgo latente que sólo puede combatirse con educación sexual, pues de ese modo se logrará que la población sepa que el erotismo puede ser más global, más integral, y se deje de valorar la masculinidad con base en el funcionamiento del pene. “Pensamos que el mensaje debería de incluir el tratamiento de la disfunción eréctil en el marco del cuidado de la salud, no en el marco de la recuperación de la condición de macho”, aseveró Rubio.