Usted está aquí: martes 3 de enero de 2006 Política En el año de Juárez

Marco Rascón

En el año de Juárez

A 200 años del natalicio de Benito Juárez no sólo se demanda una reflexión sobre su personalidad y obra, sino de la situación que hoy vive México. En estas dos centurias que eslabonan la decisión de hacer una nación independiente y soberana, el debate de lo que queríamos ser y lo que somos, la manera en que se dirimió el afán monárquico contra el republicano, la Federación contra el centralismo; los sincretismos que dieron por resultado un federalismo con emperador-presidente, o un centralismo federado, o una república federada, pero férreamente centralizada. La existencia con raíz liberal y positivista de una dictadura perfecta que predominó 30 años y un sufragio efectivo no relección que legitimó la existencia de un régimen corporativo, autoritario, pro oligárquico y por más de 72 años de existencia con su cola, ahora llamada "transición pactada".

Juárez, su inspiración y su generación son claves para entender la evolución del Estado mexicano y las vertientes soberanas. Adquiere enorme importancia la obra juarista al comparar las circunstancias históricas del liberalismo mexicano en el México de mitad del siglo XIX, con lo que vivimos actualmente al principio del XXI.

En 150 años la nación enfrenta retos semejantes ante el expansionismo de los imperios, las versiones descarnadas de una doctrina Monroe que nos anexa como miembros bastardos de América del Norte, que nos inunda de filibusteros (piratas de tierra) para que colonicen el país, que se queda abandonado ante la destrucción de la economía propia y los brillos de la globalización impuesta desde afuera. Si Juárez y su generación enfrentaron a agiotistas como Juan Bautista Jecker, la usura financiera de las potencias y la disyuntiva entre ser devorados por Norteamérica o ser la extensión del imperio napoléonico, su obra trasciende muchos errores y fallas, cuando la apuesta juarista es frente a la "anexión menos mala" hacer una nación independiente y respetada.

¿Cómo se logró mantener la integridad territorial y la pertenencia a México de Baja California, Sonora y el istmo de Tehuantepec frente a la ambición colonizadora de Francia, el expansionismo estadunidense de 1846-48, los prestamistas y las sucesiones de gobiernos liberales y conservadores atrapados por la usura y el endeudamiento que llevó a la Guerra de los Tres Años y a la intervención francesa? ¿En qué son distintos e iguales los sentimientos imperialistas y globalizadores de ayer y hoy? ¿Cuál es el papel de México en la actualidad? Pues el de ayer: Juárez y su generación política de intelectuales, periodistas y políticos nacionalistas sí lo entendieron.

Hoy, cuando se utiliza a Juárez para legitimar las brutales políticas de austeridad del FMI, hay usureros como Jecker o los Escandón, autonombrados el "Pacto de Chaupltepec". Paralelamente existen sentimientos de solidaridad de los pueblos de las metrópolis y los pueblos sojuzgados; simpatía de los trabajadores en las entrañas del monstruo con los que viven bajo otras formas de explotación y sojuzgamiento en las naciones devoradas por la globalización imperial, como los hubo en Francia con los comuneros de París en 1871, que apresaron, arrastraron y fusilaron a Jecker en solidaridad con los republicanos mexicanos (se agradecen las obras de los historiadores Víctor Orozco y Martín Reyes Vayssade sobre estos episodios de los bonos Jecker, el juarismo y la Comuna de París en 1871, cuando también se luchaba por un mundo diferente).

Hoy, la oligarquía de unas cuantas familias, poseedoras y agentes de bancos, medios de comunicación, concentración de la economía, de la protección financiera y los pagos de la deuda interna y externa convertida en gran negocio como en el siglo XIX, beneficiarias del petróleo, playas, bosques y selvas, del contratismo de la obra pública, emerge de nuevo frente a un país devastado, no muy distinto del que enfrentaron el juarismo y la reforma constitucional de 1857.

Estados Unidos, luego de aislarnos frente a América Latina y hacer su cómplice a toda la clase política, incluyendo a PRD, PRI y PAN, ha decidido poner un muro a lo largo de la frontera e imponer un bloqueo a México, semejante al que padece Cuba. El maltrato de los tratados comerciales deja el tufo del desprecio filibustero y deja hoy al país aislado y a la deriva en el mundo, pues, luego de darle la espalda al sur que nos identifica, recibimos la bofetada del norte que nos desprecia. Junto a Benito Juárez aparecerá sin duda la figura magnífica de José Martí y otros latinoamericanos.

Es el momento de sembrar las raíces de una lucha de liberación nacional. De plantarse dura y valientemente por el derecho de los explotados, de la defensa del valor del trabajo, por un poder incluyente y democrático que sea gobierno y dirija al país por un camino distinto.

(Ojalá que este 2006, año de Juárez, no se convierta en el año de Hidalgo...)

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