Usted está aquí: lunes 9 de enero de 2006 Política Dos lamentables pérdidas

Iván Restrepo

Dos lamentables pérdidas

En diciembre pasado murieron el doctor Francisco Contreras Espinosa y el contador público Pompeyo Figueroa Mortera. Tenía 55 años el primero y 87 el segundo. Sus nombres seguramente dicen poco a los lectores, pero merecen ser recordados por lo que hicieron.

Francisco Contreras era investigador en la Universidad Autónoma Metropolitana, Uni-dad Iztapalapa, donde dedicó la mayor parte de su actividad académica al estudio de las lagunas costeras de México. Esa fue su pasión profesional, que culminó con la creación del Centro de Documen-tación sobre el tema, único en el país, hoy a cargo de la maestra Ofelia Castañeda. Tales ecosistemas reúnen vasto potencial productivo y recursos naturales de gran valor, aunque insuficientemente aprovechados. Estamos hablando de 130 lagunas que conforman un mosaico único en el planeta por la variedad de su tamaño, régimen hidrológico y biodiversidad. También se distinguen por sufrir incontables daños ocasionados por el hombre, como la sobrexplotación de los recursos pesqueros y la contaminación.

Si bien fue R.R. Lankford quien hace 30 años precisó el origen de nuestras lagunas, tocó al doctor Contreras sistematizar la información existente sobre cada una y realizar trabajos para conocer mejor el estado en que se encuentran, señalar la urgencia de controlar las fuentes contaminantes que las afectan y establecer políticas que permitan utilizarlas racionalmente.

Esas lagunas ocupan 12 mil kilómetros cuadrados de extensión, lo que equivale a una tercera parte del litoral nacional. Las hay tan extensas como la de Términos, Madre, Tamiahua, Carmen, Alvarado, Celestum y Lagartos, o tan pequeñas como las de Nuxco, Nurias, Verde o La Mancha. Pero todas son importantes para el litoral y quienes allí viven, en especial para las familias de pescadores con un nivel de vida que se contrapone a los recursos naturales que tienen a su alrededor.

Por su parte, don Pompeyo Figueroa no era un científico, sino un hombre de dinero bien habido que a mediados de los años ochentas aceptó ser alcalde de Coatzacoalcos a solicitud del presidente De la Madrid. Sin embargo, tuvo desde joven cercanía con el ambiente universitario gracias a su amistad con don Manuel Gómez Morín, quien siendo rector de nuestra máxima casa de estudios lo hizo tesorero de la misma. Muchos años después, para apoyar con recursos a otra institución de educación superior, la Universidad Veracruzana, don Pompeyo creó un patronato por medio del cual logró ampliar la infraestructura física de esa casa de estudios en el sur del estado.

A don Pompeyo le preocupaba enormemente el deterioro que hace tres décadas comenzó a causar la explotación de hidrocarburos y la industria petroquímica en la región conformada por los municipios de Coatzacoalcos, Minatitlán, Cosoleacaque y áreas aledañas. Como el gobierno federal no mostraba voluntad de financiar los estudios para medir esa contaminación y sus efectos sociales y ambientales, decidió patrocinarlos con dinero de su bolsa. Del grupo encargado de realizar dicha tarea (coordinada por el doctor Alejandro Toledo) formó parte Francisco Contreras, junto con otros investigadores de valía como Alfonso V. Botello, Mónica Hérzig, Margarita Gallegos, Armando Báez, Miguel Cházaro, Loren-zo Manuel Bozadas y Margarito Páez.

Don Pompeyo además pagó la publicación de los 16 volúmenes en que se plasmaron los frutos de ese trabajo, que no fueron nada alentadores, pues los científicos demostraron que el sur de Veracruz era el área más contaminada de México y que figuraba también entre las más contaminadas del mundo. Los funcionarios que estaban obligados a cuidar el ambiente y la calidad de vida de la población recibieron oportunamente, y en propia mano, los resultados de las investigaciones. Sin embargo, no tomaron las medidas necesarias para remediar la situación imperante.

Este miércoles a las 11 de la mañana, en la sala Cuicacalli de la UAM-Iztapalapa, colegas y alumnos recordarán a Francisco Contreras. Igual hará seguramente algún día la Universidad Veracruzana con don Pompeyo Figueroa.

 
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