Usted está aquí: lunes 23 de enero de 2006 Política Alteraciones en la franja costera

Iván Restrepo

Alteraciones en la franja costera

Hace un año, prestigiados centros de investigación demostraron que buena parte de la tragedia que dejó casi 300 mil muertos y cuantiosos daños en el sur de Asia se debió a las alteraciones registradas en la franja costera. Al modificar su trazo natural y destruir manglares, tulares y popales a fin de instalar granjas para producir camarón o centros turísticos al pie de la playa, la costa quedó desprotegida contra los embates del mar. Concluían que si bien la fuerza de un tsunami es de consecuencias impredecibles, los daños pueden ser menores si se conservan los ecosistemas litorales que, además, cumplen otras importantes funciones.

Luego del paso de los huracanes Katrina, Stan y Wilma por Estados Unidos y México, los especialistas también señalaron que buena parte de lo ocurrido en el sur de Luisiana, Chiapas y Quintana Roo se debió al mal manejo de la franja litoral, a su ocupación irracional con asentamientos humanos y actividades económicas. En el caso de Cancún, fue por invadir con decenas de hoteles y sus servicios conexos áreas claves para evitar la erosión y reducir la fuerza del viento y del agua.

En Estados Unidos, en Asia y en México los científicos llevaban décadas advirtiendo a las autoridades y a la población de la necesidad de garantizar el buen estado de la franja costera. En especial insistían en la urgencia de conservar los manglares, por ser uno de los ecosistemas más productivos del planeta y que, además, presta numerosos servicios ambientales. En México, luego de la enorme depredación, el gobierno acordó protegerlos. Pero en mala hora la administración del señor Fox se sacó de la manga la Norma Oficial 022, que echó por tierra lo logrado.

Se dijo que la 022 tenía dedicatoria: validar en Cancún un megaproyecto turístico en cientos de hectáreas, algunas de las cuales tienen manglares. Sea o no verdad que llevaba dedicatoria, lo cierto es que aunque la Norma 022 dice regular la construcción y desarrollo de infraestructura turística, urbana y carretera en zonas de manglar, así como preservar, conservar y aprovechar en forma sustentable ese ecosistema, en realidad lo que hace es oficializar su destrucción a cambio de "compensar" los daños que se causen.

Tan absurdo criterio obtuvo de inmediato el rechazo de la comunidad científica y de los grupos que se oponen a que la franja costera siga siendo botín de los grandes intereses económicos. Como expresión del malestar ciudadano, en el Senado se aprobaron el año pasado modificaciones a la Ley General del Equilibrio Ecológico (en sus artículos 60 y 99) a fin de proteger de una vez por todas las áreas de manglar al prohibir la remoción, relleno, trasplante, poda o cualquier obra o actividad que los afecte de manera directa o indirecta, además de otras medidas para garantizar la vida silvestre y su hábitat. Estas modificaciones deben ser dictaminadas y, en su caso, aprobadas por la Cámara de Diputados. Para desacreditar dicha iniciativa se dice que su aprobación es parte del pago que recibe el partido familiar (el Verde Ecologista, autor de la iniciativa) por su alianza electoral con el señor Roberto Madrazo.

La protesta de los grandes empresarios hoteleros y de la construcción contra dichas modificaciones se expresa ahora en Quintana Roo. Alegan que impedir la destrucción del manglar paralizará la obra pública y el desarrollo de la entidad. Las autoridades locales, que deberían estar para defender el patrimonio natural y la seguridad de sus gobernados, comparten la inconformidad empresarial. Algo que no debe extrañar, pues en Quintana Roo el enriquecimiento de funcionarios y políticos del PRI va de la mano de los negocios privados, que prohíjan y amparan.

Kafka reina en México: cuando la población afectada por los recientes huracanes todavía no se repone de la tragedia, los que propiciaron y se enriquecieron con la destrucción de la franja litoral nos quieren hacer creer que el peligro no son los huracanes, sino los manglares. En aras de la ganancia pronta, insisten en un modelo económico depredador de recursos naturales y fuente de desigualdad social. ¿Por qué la ciudadanía y la nación tienen que pagar por la ambición desmedida de unos cuantos, aunque poderosos, irresponsables?

 
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