Usted está aquí: lunes 6 de marzo de 2006 Política Autoridades, líderes y empresarios, responsables: Iglesia

Unos por negligencia, otros por corruptos y los últimos por voraces, opina Desde la Fe

Autoridades, líderes y empresarios, responsables: Iglesia

ALMA E. MUÑOZ

La Arquidiócesis de México consideró que tanto autoridades estatales y federales como líderes sindicales y empresarios son culpables de la tragedia en Pasta de Conchos, donde murieron 65 mineros. Las primeras por negligencia, los segundos por corruptos y los últimos por su "ambición" y "voracidad". El cardenal Norberto Rivera Carrera, cabeza de la circunscripción eclesiástica, reiteró su llamado por que se investigue a fondo lo ocurrido en Coahuila.

''Si hay culpables, denunciarlos'', y llegar hasta las últimas consecuencias a que, al igual que otros acontecimientos, como la pederastia, no sólo "se haga escándalo" y luego las familias "queden en el olvido". Hay que preocuparse por ellas, exhortó.

Al término de su homilía en la Catedral Metropolitana, el prelado supuso que en estos momentos el rescate de los cadáveres de los trabajadores fallecidos en la mina 8 de Pasta de Conchos ''se vuelve imposible'', por las situaciones que provocaron la explosión en el lugar.

Por ello, convocó a ver por el bien de las familias de los fallecidos, especialmente porque en estas situaciones se hace escándalo y luego las cosas se quedan en el campo mediático. "Siempre hacemos el llamado para que se vaya al fondo de los problemas, porque pasa este acontecimiento y las familias quedan olvidadas. Pasa el acontecimiento del escándalo de la pederastia y los niños seguirán sufriendo. Los medios tienen una gran responsabilidad para no dejar esto; que las autoridades se hagan responsables", pidió.

Mientras tanto, en el editorial del semanario Desde la Fe, la curia metropolitana acusó que lo acontecido en la mina ''ha puesto al descubierto muchas anomalías que se están suscitando en el sector de la industria mexicana'': autoridades estatales y federales ''negligentes que no cumplen con su responsabilidad de exigir mejores condiciones laborales para quienes diariamente arriesgan la vida en la extracción de metales y carbón''.

Igualmente condenó ''la corrupción de los líderes sindicales, que sólo buscan sus beneficios y no los de sus agremiados. Desafortunadamente también está a la vista la voracidad y la ambición de las empresas mineras, que explotan a los obreros con salarios absolutamente desproporcionados en relación con los riesgos que implica esta peligrosa actividad".

En comparación con otros países, en México, insistió, ''los mineros están en desventaja, pues mientras los empresarios se enriquecen escandalosamente, éstos viven sumidos en la pobreza, sin muchas esperanzas de salir de su situación". ¿Qué es lo que impide cambiar un sistema tan injusto hacia condiciones humanamente más favorables?, se preguntó.

Confió en que la tragedia ayude a la sociedad a reaccionar. "Que el sacrificio laboral de 65 mineros mexicanos no sea inútil; que su muerte no quede sólo como un escándalo sin trascendencia; que seamos capaces de buscar respuestas nuevas a nuestros problemas antiguos.''

 
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