Usted está aquí: lunes 3 de abril de 2006 Sociedad y Justicia Fuera del hospital infantil, médico que será condecorado por Fox

Desaparecen el departamento a cargo del galeno, que redujo la mortalidad de niños

Fuera del hospital infantil, médico que será condecorado por Fox

Para poder jubilarlo, el nosocomio le pide comprobar "que no me he robado nada"

ANGELES CRUZ MARTINEZ

Ampliar la imagen Antes de su salir, Felipe Mota pretendía crear un registro nacional de insuficiencia renal crónica en el nosocomio. En la imagen, visita de entretenimiento a pacientes del hospital infantil Foto: Archivo

Era decano del Hospital Infantil de México Federico Gómez; durante 15 años estuvo al frente del Programa Nacional de Hidratación Oral -por el cual se redujo la mortalidad infantil a causa de las diarreas en México-, y ya preparaba una nueva investigación para detectar y mejorar la atención de los niños con insuficiencia renal crónica. El doctor Felipe Mota Hernández, a quien el presidente Vicente Fox entregará este viernes el premio Gerardo Varela al mérito en salud pública, también fue "invitado" a salir de la institución en la que laboró durante 45 años de manera ininterrumpida.

Ni el director del hospital, José Ignacio Santos Preciado, ni mucho menos la directora médica, Vesta Richardson, tomaron en cuenta la trayectoria del especialista. Desde que estos funcionarios llegaron al nosocomio, en enero de 2004, afirma Mota Hernández, empezaron los atropellos en contra de los trabajadores y él no fue la excepción.

En ese mismo año, el director Santos Preciado decidió que el departamento de medicina comunitaria e hidratación oral no debía continuar. Según él carecía de razón de ser la existencia de esa área, pese a que hasta ese momento funcionaba como centro de enseñanza de médicos, enfermeras y trabajadoras sociales nacionales y del extranjero.

Contribuciones

El departamento era ejemplo a escala nacional de la forma más efectiva y sencilla para combatir la deshidratación de los niños a causa de las diarreas. Por este trabajo, el país logró abatir la mortalidad de la población infantil. De 26 mil decesos que se registraban en 1983, actualmente la cifra se ha reducido a menos de 2 mil.

Las muertes que todavía ocurren, comentó el investigador en entrevista, también son prevenibles. Y justo porque ese problema de salud pública sigue afectando a diversas comunidades de la República, las que viven en pobreza extrema, el departamento que él dirigía tendría que haber continuado como centro normativo.

Desde esa oficina, explicó, se podía promover entre los médicos de todo el país que evitaron el uso irracional de antibióticos en sus pacientes con diarrea. A pesar de los avances de la medicina y de que el padecimiento forma parte del llamado rezago sanitario del país, todavía existe la necesidad de la enseñanza, apuntó.

De otra manera, en México no morirían más de 100 niños cada año por deshidratación, y eso siempre que esta afección estuviese vinculada a otros padecimientos graves.

Pero al director Santos Preciado eso le pareció irrelevante y desapareció el departamento. A Mota Hernández lo designó jefe del departamento de nefrología y ahí permaneció el especialista, investigador nacional y miembro de la Academia Nacional de Medicina.

Se disponía a iniciar una investigación para crear un registro nacional de insuficiencia renal crónica, ahora inexistente. Quería saber cuántos niños tienen esta enfermedad, dónde están, cómo se manejan, cuántos requieren trasplantes de riñón, y a partir de ahí diseñar una estrategia de detección temprana.

Mota Hernández quería hacer algo para que los niños llegaran a los hospitales lo más pronto posible, porque actualmente son vistos por el especialista cuando su salud ya está muy deteriorada, comentó.

"Ahora veo -dijo- que mi cambio a nefrología fue parte de una estrategia", pues el motivo de su salida fueron las quejas de algunos de sus subalternos, quienes aparentemente lo acusaron de "dictador", porque Mota Hernández les exigía puntualidad, responsabilidad y disciplina.

"Quise que estos principios rigiesen el desempeño del personal a mi cargo", con la finalidad de mejorar la calidad, organización y funcionamiento del departamento, expuso el especialista en la carta en que solicitó al director del nosocomio que se inicien los trámites para su jubilación.

Resaltó que los conflictos con un grupo específico de médicos adscritos venían de tiempo atrás, antes de que él fuera asignado a la jefatura del departamento de nefrología. El hecho de que los directivos del hospital se hayan negado u omitido corregir las anomalías en esa área, "es la consecuencia directa de que sigan reinando actitudes irresponsables, indisciplinadas y deshonestas".

La decisión de las autoridades de dar crédito a la inconformidad de los empleados, sin realizar una investigación integral y evaluar las decisiones que tomó Mota Hernández en su calidad de jefe, "denota falta de confianza a mi desempeño y carencia de apoyo al principio de autoridad que debe tener todo mando para evitar el ejercicio de un poder acéfalo".

Además, y con el aparente interés de resolver el problema, la directora médica, Vesta Richardson, propuso al investigador el nombramiento de profesor emérito. Tendría una oficina y podría hacer lo que quisiera.

Sin embargo, para evitar el desprestigio del término "profesor emérito", que en la circunstancias en que se encontraba Mota Hernández "parece más una penalidad que un reconocimiento", decidió rechazar tal ofrecimiento. Y presentó su renuncia. Desde el pasado 1º de febrero dejó de laborar en el Hospital Infantil de México, donde también se desempeñaba como presidente del Comité de Etica, y comenzó los trámites para su jubilación, que tampoco han sido nada sencillos.

Para poder liberar sus documentos en el hospital le han pedido a este médico que ingresó en 1960 a esa institución comprobantes de que no debe nada en ningún lado, "de que no me he robado nada, pues".

A Felipe Mota Hernández le entregarán en la conmemoración del Día Mundial de la Salud, que se efectuará este viernes en la residencia oficial de Los Pinos, el premio Gerardo Varela, creado por decreto presidencial en 1984. Entre otras personalidades también ha sido otorgado a los doctores Jesús Kumate y Rubén Lisker.

 
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