Usted está aquí: martes 11 de abril de 2006 Política Niega visas EU a los trabajadores con experiencia para proteger a empleadores

Denuncian solicitantes que el objetivo es que no exijan derechos ni residencia

Niega visas EU a los trabajadores con experiencia para proteger a empleadores

El consulado de ese país en Monterrey rechaza a quienes tienen más de 30 años

ALFREDO VALADEZ RODRIGUEZ CORRESPONSAL

Ampliar la imagen Centenares de mexicanos de zonas urbanas y rurales del país esperan en el parque Las Naciones, ubicado frente al consulado de Estados Unidos en Monterrey, respuesta a su solicitud de visa temporal para laborar en esa nación Foto: Alfredo Valadez

Monterrey, NL., 10 de abril. Centenares de mexicanos esperan diariamente frente al consulado de Estados Unidos en esta ciudad la entrevista en la que serán aceptados o rechazados en ese país vecino para trabajar legalmente durante seis u ocho meses, sin necesidad de arriesgar sus vidas y con ingreso seguro.

Sin embargo, este año el consulado está rechazando las solicitudes de visa de empleo temporal de muchos mexicanos -tienen un común denominador: en su mayoría son de más de 30 años de edad- que ya han trabajado en ese país y tienen experiencia en la negociación de las prestaciones con sus jefes.

Este es un nuevo "filtro" con el que, se presume, autoridades consulares estadunidenses pretenden que sólo los mexicanos más jóvenes, menores de 30 años e inexpertos en el trato con patrones, sin dominio del inglés ni conocimiento sobre el lugar al que irán, sean quienes crucen la frontera, para que no exijan derechos ni residencia permanente.

Agobiados por la espera, ansiosos y con la esperanza anulada de cruzar legalmente por los dólares que compensen su esfuerzo de dejar atrás el desempleo, algunos acceden a charlar con La Jornada, después de que, luego de dos días de espera, el consulado estadunidense les negó dicha visa.

José Manuel R. es uno de los tres migrantes de Juchipila, Zacatecas, que fueron rechazados, a pesar de que tiene más de cinco años consecutivos trabajando en Estados Unidos, pero que ahora, denuncian, "con pretextos absurdos nos están dejando fuera".

"Le buscan cualquier pretexto a uno, todo lo que sea. La funcionaria que me entrevistó advirtió antes de que llenáramos el cuestionario (la solicitud de visa temporal de trabajo) que le pensáramos bien lo que íbamos a contestar, porque dijo que ahora sí tenían mucha información, un chingo. Bueno, no dijo así, sino datos, como nunca antes, de todos nosotros."

Y sí, admitió José Manuel, a él le encontraron sus "fallas". Hace seis años intentó cruzar tres veces hacia Estados Unidos de manera indocumentada, pero la migra lo detuvo. La advertencia, entonces, fue que si volvía a ser detenido -a la cuarta ocasión- iba a ser consignado penalmente y encarcelado en Texas. Entonces tuvo más precaución y logró ingresar a territorio estadunidense sin ser detectado y comenzó a trabajar de manera indocumentada. Pero ya estaba "fichado".

Los tres años siguientes trabajó en Estados Unidos sin ningún problema. Luego, en 2004, se acogió al programa de visas temporales de empleo y la obtuvo por dos años consecutivos, con lo que logró trabajar en un lujoso campo de golf en Colorado Springs, al sur de Denver.

Durante ese tiempo ninguna autoridad reprochó a Juan Manuel su añeja intención de ingresar de forma ilegal a Estados Unidos. Inclusive presume que logró obtener su green card, su número de seguro social y su identificación personal, similar a la credencial de elector mexicana, válida todavía, pues la consiguió, indicó, con 10 años de vigencia.

De 31 años de edad, Juan Manuel se queda mirando al vacío mientras habla. Tiene dos hijos y una mujer que mantener, a quienes dejó en la sierra sur del cañón de Juchipila, Zacatecas. Esta noche saldrá a la central camionera de Monterrey. Ya lo decidió. No se arriesgará una vez más a cruzar de "mojarra" el río Bravo. Sus compañeros, sí. Ellos dicen que están más "animados" y necesitados.

Juan Manuel tiene necesidad también, pero logró ahorrar "algo" durante cinco años continuos de trabajo, podando el pasto de uno de los más lujosos campos de golf del mundo -de 27 hoyos-, adonde inclusive ya habló vía telefónica con su capataz, un anglosajón que, afirma, "lo trata a uno muy bien, a toda madre, esa es la verdad", quien ya lo espera para que le ayude a coordinar a otros mexicanos que no saben inglés ni conocen el lugar como él. El capataz, dijo Juan Manuel, "se enojó. No entendía por qué el consulado me negó la visa que dos años atrás me había otorgado. Pero me dijo que el año próximo me espera, que ahí tengo mi lugar".

"Allí, en el campo de Colorado Springs, trabajamos unos 30 mexicanos y gringos podando el pasto del club Antlek Creek. Hay que hacerlo rápido, porque el pasto crece pronto y siempre debe estar como alfombra. Además debemos coordinarnos bien, para que nunca estemos en el lugar mientras los socios están jugando."

Diseñado con especificaciones mundiales, el club de golf cobra a los usuarios 5 mil dólares semestrales para que puedan jugar, más el costo de pelotas, el pago de un caddie (chofer, ayudante, recogebolas, cargapalos) y el costo de alimentos y bebidas. Además, si un socio desea rentar alguno de los 150 carritos eléctricos que hay para recorrer el green sin agitaciones, le cobran 35 dólares.

Mil dólares a la quincena

Allí, Juan Manuel tenía un salario de 9 dólares la hora y a la semana le asignaban 40 horas mínimo, aunque siempre lograba las ansiadas horas extras, sábados y domingos, logrando, presume, un cheque de al menos mil dólares a la quincena. Acá, en su tierra, jamás los ganaría podando pasto.

Con ese dinero compró un terreno en su natal Juchipila, que un día espera "fincar", es decir, construir su casa. Nostálgico, acepta sin embargo que el rechazo de la visa le permitirá estar en las festividades religiosas de su pueblo, que se realizan a mediados de julio, algo que desde 2000 no disfruta por cuestiones laborales.

Y mientras centenares más de mexicanos hacen una fila interminable afuera del consulado, parados, sentados y hasta acostados en las jardineras del Parque de las Naciones, Serafín y Martiniano ya decidieron dirigirse también a la central de autobuses, pero no para regresar a Zacatecas.

Ellos se marcharán hacia la frontera norte, porque si el gobierno estadunidense les negó el derecho de pasar legalmente, entonces arriesgarán el pellejo para cruzar como mojados, con la esperanza de conseguir trabajo y dinero para sostener a sus familias.

"¡Echale un periodicazo a los gringos, compa, que no la chinguen! Nosotros todavía estamos macizos, todavía podemos trabajar bien. ¿Para que nos amuelan si de todas formas vamos a cruzar? ¡Pero no digas nuestro nombre, porque nos joden con sus satélites!", dicen los tres paisanos al reportero mientras rompen en carcajadas.

 
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