Usted está aquí: lunes 24 de abril de 2006 Cultura Noche de danza y humanismo con la compañía de José Limón en Bellas Artes

Función histórica donde se dio vida a las obras principales del coreógrafo sinaloense

Noche de danza y humanismo con la compañía de José Limón en Bellas Artes

Se celebraron los 60 años de la formación y el centenario del natalicio del bailarín

PABLO ESPINOSA

Ampliar la imagen Aspecto de la función que dio la José Limón Dance Company en el Palacio de Bellas Artes Foto: Francisco Olvera

En la celebración del aniversario 60 de su fundación y el inicio de los festejos por el centenario de su fundador, la José Limón Dance Company presentó la tarde-noche del sábado en el Palacio de Bellas Artes cuatro coreografías representativas del legado y continuidad del trabajo del mejor coreógrafo mexicano de la historia.

A pesar de la importancia del acontecimiento, la velada fue presenciada apenas por la comunidad dancística mexicana en una sala semivacía alejada del glamur que caracteriza la cartelera cuando la ignorancia campea en taquilla.

Un hecho histórico, sin duda, la revisión analítica y la puesta en vida de lo más representativo del trabajo cultural del bailarín y coreógrafo mexicano José Limón, nacido en 1908 en Culiacán, Sinaloa, y fallecido hace 34 años con una herencia formidable para la cultura del mundo.

Decir que la técnica Limón es una de las piedras de toque de la danza contemporánea es solamente un indicio de la grandeza de la obra de este creador, de quien sus herederos, los integrantes de la compañía que fundó con su maestra Doris Humphrey en 1946, hoy dirigida por Carla Maxwell, presentaron en Bellas Artes tres de sus obras distintivas, incluyendo la pieza maestra que le valió la inmortalidad: La pavana del moro, que estrenó en 1948 y que constituye uno de los ejemplos más acabados de danza expresiva, drama y cuerpo, de la historia entera.

La sesión se inició con Evening Songs, de uno de los máximos representantes contemporáneos del arte del cuerpo, Jiri Kylian, en el despliegue de la potencia expresiva y dominio interpretativo de los 13 integrantes de la que continúa como una de las mejores compañías de danza del universo.

Le siguieron tres obras creadas en distintas épocas por José Limón, con un despliegue espléndido del abecedario, estilo e idea, de todas sus potencias creativas. En escena, una manera absoluta de observar el mundo, por medio del cuerpo en movimiento.

El crisol de la modernidad, la mirada hacia los clásicos y el horizonte abierto en abanico se desplegaron en la suite de Una ofrenda coreográfica, a partir de la partitura-catedral de Bach titulada Una ofrenda musical. Enseguida, La pavana del moro, con música de Henry Purcell y una idea shakesperiana, para culminar con Salmo, disquisición monumental de la condición humana en una serie consecutiva de imágenes en sucesión de alondras en ascenso, grullas en apareamiento y garzas en altamar.

La personificación del sonido de madera de un oboe bachiano, por igual que la puesta en movimiento de óleos de Matisse, en el anudamiento de las manos, las piernas y los torsos del cuerpo de baile en rondas de encantamiento y salmos cantados con el cuerpo.

Ocasión de clímax, encumbramiento y arte trascendente, la celebración de los 60 años de una de las mejores compañías de danza del planeta y la valoración de uno de los máximos creadores mexicanos, José Limón, un referente cultural indispensable en la historia universal de los humanos. Un ejemplo digno de lo que es verdaderamente humano.

Fue, por consecuencia, una noche de danza y humanismo.

 
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