Usted está aquí: jueves 27 de abril de 2006 Gastronomía Pejelagarto, pez de agua dulce esencial en la culinaria tabasqueña

Investigadores de la entidad lo consideran en peligro debido a su sobrexplotación

Pejelagarto, pez de agua dulce esencial en la culinaria tabasqueña

La especie se ha convertido en el modus vivendi de restauranteros y artesanos

Las autoridades pecuarias del estado han puesto en marcha programas destinados a su preservación

RENE ALBERTO LOPEZ CORRESPONSAL

Ampliar la imagen El pejelagarto, animal emblemático de Tabasco, se come, se reproduce en artesanías, se utiliza su nombre en actividades deportivas y hasta se aprovechan de él en mitines políticos Foto: La Verdad del Sureste

Villahermosa, Tab. El lenguaje de la política usa la palabra pejelagarto; su figura es tomada como alegoría en las fiestas de los pueblos; su nombre es mencionado en las canciones y no falta quien lo use para llamar así a algún equipo deportivo.

Pero sobre esta especie tan apreciada por los lugareños de Tabasco hay una preocupación latente. Los investigadores aseguran que se encuentra en "peligro de extinción". Inclusive, la Secretaría de Desarrollo Social y Protección del Medio Ambiente (Sedespa) y la Escuela de Biología de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT), apoyan programas para preservar este animal acuático.

No obstante, para Juan Jiménez, viejo pescador del rumbo de Tabasquillo, Centla, "esas son sólo habladas", y ataja con optimismo: "¡No, hombre!, si hasta parece que mientras más lo consume la gente, más se reproduce. Todavía hay muchos... y para muchos años, compita".

Según este pescador, los ejemplares más grandes alcanzan cerca de un metro de longitud, y llegan a pesar hasta cinco o seis kilos.

El pejelagarto es un pez de agua dulce, cuya forma se distingue de otros peces por su hocico alargado y puntiagudo, con una fila de dientes pequeños y filosos.

Símbolo gastronómico

Además, su carne es bastante apetecible en esta región, por lo que las diversas recetas para prepararlo son infaltables en la gastronomía tabasqueña. Aunque con su pulpa se hacen empanadas, tacos, salpicón y tamalitos, el platillo preferido es el pejelagarto asado.

La popularidad de esta especie, cuyo nombre científico es Lepidoseus viridis, considerada prehistórica, la ha convertido en un símbolo estatal. Tanto, que en los comercios de Villahermosa su figura se encuentra en diferentes artesanías. También, algunos ejemplares vivos se exhiben en todo su esplendor dentro de grandes acuarios que adornan restaurantes, escuelas y oficinas.

Hoy, su fama ha rebasado las fronteras tabasqueñas, y su nombre es tan común aquí como en el Distrito Federal, y comienza a esparcirse por el país. Precisamente porque hablar del pejelagarto es hablar de Tabasco, a alguien en la capital del país se le ocurrió ponerle ese mote al ex jefe de Gobierno del Distrito Federal y hoy candidato presidencial de la coalición Por el Bien de Todos, Andrés Manuel López Obrador.

Varias particularidades de este pez se comentan en las comunidades chontales. Para los pobladores indígenas de Nacajuca, el pejelagarto es un alimento afrodisiaco, y se ha creado el mito de que quien lo pruebe "siempre volverá a tierras tabasqueñas".

El pejelagarto se reproduce en ríos y pantanos, aunque principalmente en lagunas. La forma más común de capturarlo es mediante el chinchorro: una red que se extiende a lo ancho de los pequeños brazos de corriente. Además, centros de estudios como la UJAT y autoridades pecuarias fomentan su reproducción en criaderos.

Aunque tiene fama de ser un pez único de esta región, también se le encuentra -aunque en menor cantidad- en arroyos de poblaciones de Chiapas y Campeche.

Lagunas y pantanos de los municipios tabasqueños de Nacajuca, Centro, Jonuta y Centla son los lugares donde se realiza con mayor intensidad la pesca de pejelagarto. Son los llamados intermediarios quienes comercializan el producto "fresco y crudo" en distintos mercados de los 17 municipios de la entidad.

Por estos rumbos no es raro observar a indígenas y campesinos parados a las orillas de las carreteras tabasqueñas con "una ensarta de pescado" en las manos para venderlo a los automovilistas.

El corredor del pejelagarto

Bosque de Saloya es el lugar donde se expende con bastante éxito el pejelagarto asado. Se trata de un tramo carretero localizado a no más de 18 kilómetros de esta capital. A orillas de la carretera Villahermosa-Nacajuca se observan, de uno y otro lado, puestos rústicos armados con madera y guano, donde son asados a la leña a la vista de los conductores y turistas.

En mesas sencillas de plástico, y entre el humo y la música en vivo en algunos de los puestos, el visitante degusta los pejelagartos asados con chile ama shito, tortillas al mojo de ajo y, para rematar, un plátano asado con queso y crema.

"Tengo amigos en Monterrey y el Distrito Federal a quienes les tengo que mandar por avión algunos pejelagartos asados, porque les encantó", nos cuenta Antonio Naranjo.

Los pejelagartos chicos tienen un costo de entre 60 y 70 pesos. Los grandes cuestan entre 200 y 350 pesos.

Los lugareños dedicados a la artesanía adquieren el cuero escamoso de este animal, el cual rellenan y venden disecado.

En contraparte, las autoridades de Tabasco y de la UJAT se preocupan porque esta especie no se extinga.

El pasado 23 de septiembre, el director de Recursos Naturales de la Sedespa, Andrés Pedrero Sánchez, entregó a indígenas chontales del poblado de Olcuatitán 2 mil alevines de pejelagarto "para repoblar la zona".

Según explicó, la entrega es parte de un programa impulsado por esa dependencia, el cual tiene "la finalidad de reactivar económicamente la zona e incentivar la producción acuícola, así como proteger la fauna silvestre de la región".

 
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