Usted está aquí: lunes 8 de mayo de 2006 Espectáculos United 93, difícil rencuentro de Nueva York con el 11-S

Descarnado filme del británico Paul Greengrass

United 93, difícil rencuentro de Nueva York con el 11-S

"Quizá es demasiado pronto": familiares de las víctimas

DAVID USBORNE THE INDEPENDENT

Ampliar la imagen Fotograma de la cinta de Greengrass, presentada este fin de semana en el festiva de cine de Tribeca, en Nueva York

Nueva York. Los transeúntes de la calle 54 Oeste vieron el barullo afuera del teatro Ziegfeld y suspiraron: "otro estreno en Manhattan". Estaban la ritual alfombra roja, los paparazzi y las celebridades. Pero algo se les escapaba: una atmósfera casi de temor, la silenciosa inquietud en la cabeza de cada espectador: "¿De veras quiero ver esto? ¿Estoy preparado?"

Más que la primera noche de una película, la de ese martes de abril fue la primera del Festival Fílmico Tribeca, fundado por Robert de Niro y su socia productora, Jane Rosenthal, para revivir el bajo Manhattan tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Cuando el festival comenzó en 2002, De Niro escogió una comedia ligera para la noche inaugural: About a Boy, con la presentación estelar del actor británico Hugh Grant.

El auditorio en el Ziegfeld estaba tenso porque se disponía a ver United 93, de Paul Greengrass, crónica descarnada en tiempo real del secuestro del cuarto avión: el que nunca llegó a su blanco porque se desplomó en Pensilvania.

El filme fue polémico desde que comenzaron a exhibirse los avances. Algunos cines retiraron los anuncios del estreno por las quejas de los asistentes. Ahora que se ha estrenado, por lo menos las personas pueden escoger entre verlo o no. No será una decisión fácil.

Ya se ha desatado un fiero debate, no sobre la cinta -que ha ganado elogios casi reverentes de la crítica: "Brillante, señera y enfocada con precisión", refirió New York Magazine-, sino sobre cuestiones de oportunidad y buen gusto. ¿Es demasiado pronto para que el arte se ocupe de un trauma tan fresco?

Tal vez sorprenda que hasta ahora quienes han corrido ese riesgo no son estadunidenses, sino británicos. Paul Greengrass, quien comenzó su carrera haciendo documentales antes de docudramas, como Bloody sunday, es británico. United 93 fue realizada en gran parte en los estudios Pinewood, cerca de Londres.

También está David Hare: Stuff Happens (Suceden cosas), versión actualizada de la tragicomedia sobre Bush, Rummy, Condi y compañía y la guerra en Irak, comenzó temporada en el Public Theatre de Manhattan.

Por supuesto, poner en pantalla la agonía del 11 de septiembre para un auditorio masivo es otra cosa. La cuestión de la oportunidad es complicada. Estados Unidos se acerca al quinto aniversario de los ataques; tal vez sea tiempo suficiente para una película como ésta, porque las heridas no están tan frescas. De hecho, puede que los recuerdos se estén diluyendo un poco y tal vez sea necesario refrescarlos.

Sin embargo, cinco años no son nada. Consideremos: hace unos días, deudos de los pasajeros del United 93 cabildeaban en el Congreso para que se aprobaran fondos destinados a un monumento en el campo de Pensilvania donde cayó la nave. Con esa lentitud se mueven las cosas. Apenas el martes pasado -el día del estreno-, la ciudad de Nueva York llegó por fin a un acuerdo con el arrendatario de las Torres Gemelas, Larry Silverstein, sobre la reconstrucción de la Zona Cero, donde las cosas se mueven aún más lentamente.

Tributo a familiares

Y como ilustra la obra de Hare, la ola de réplicas del 11 de septiembre sigue tan poderosa como siempre para todos nosotros. La guerra al terror que esos ataques provocaron domina la política en Estados Unidos y Gran Bretaña, y toca en alguna forma la vida de todos. Pensamos en el 11 de septiembre cada vez que nos sometemos a las nuevas revisiones de seguridad. Observamos el filme de Greengrass y se nos quitan las ganas de volar.

Será difícil igualar en las cuatro paredes de un cine la intensidad emocional del estreno. Muchos espectadores tuvieron contacto personal con lo ocurrido. Estaban en la Zona Cero cuando llegaron los aviones y las torres cayeron. Tal vez tomaron parte en el esfuerzo de rescate. La mayoría, al menos, estaba en la ciudad en ese día de despejado cielo azul.

También estaban presentes 90 parientes de los 40 pasajeros y tripulantes del avión. Robert de Niro expresó que la cinta es "un homenaje a la valentía" y luego rindió tributo a los familiares.

En United 93, Greengrass nos lleva de inmediato a la mañana en que Estados Unidos fue tomado por sorpresa. La cinta, filmada con cámara en mano, abre con los secuestradores rezando y preparándose mentalmente para el ataque, en un cuarto de hotel barato. Con deliberada lentitud, el director va siguiendo la tragedia: pasajeros y tripulantes se congregan en el aeropuerto de Newark.

El realismo es inmisericorde. Algunos papeles son representados por los propios protagonistas de los hechos. Ahí está, por ejemplo, el jefe de la Autoridad Federal de Aviación, Ben Sliney, tratando de lidiar con la revelación de los cuatro aviones secuestrados, además de controladores aéreos y oficiales militares.

La caracterización de los pasajeros es escasa, fuera de los momentos en que se escuchan las últimas llamadas telefónicas desesperadas a sus seres queridos. No hay demora morbosa en los instantes de extrema violencia, como el acuchillamiento del piloto y un pasajero.

Cuando el filme llega a su conclusión inevitable y devastadora, un coro de lamentos llenó las filas posteriores del Ziegfeld. Por respeto a los deudos, a quienes sufrieron el 11 de septiembre y tal vez al mismo Greengrass, los asistentes permanecieron en silencio y sin moverse durante los cinco minutos que duraron los créditos. Salieron de la sala con semblante sombrío, como de un funeral.

Greengrass logró la aprobación al proyecto de todas las familias enlutadas. De hecho, participaron estrechamente al dar a la cinta la mayor veracidad posible. También ayuda que él y Universal, la distribuidora, han prometido donar 10 por ciento de la recaudación de la primera semana a la construcción del monumento.

La mayoría de deudos presentes reconocieron que sus emociones después de la exhibición eran mezcladas, pero llenas de gratitud. Para Candyce Hoagland, tía del pasajero Mark Bingham, fue "una agonía... quizá sea demasiado pronto", dice.

La madre de Mark, Alice Hoagland, señala que "es una historia que merece contarse, porque habla de heroísmo sobrepuesto al mal. Se refiere a un grupo de personas que lucharon por salvar su vida y la de quienes estaban en tierra".

Gran parte del filme evoca el caos en tierra, en el tráfico aéreo y en los centros de mando militares. Da la impresión de que la burocracia de seguridad respondió escleróticamente a la crisis.

Greengrass tuvo razón al enfocarse en el destino del United 93. Cuando los pasajeros se amotinaron y trataron de retomar el control, no es seguro que tuvieran en mente la vida de quienes estaban en tierra -el filme especula que el objetivo era el Capitolio-: el primer instinto de cualquiera en esa situación es salvarse a sí mismo.

Pero su tema principal, como expresó De Niro, es la valentía humana. Es una película sobre el heroísmo en un día que fuera de eso sólo tuvo muerte y odio.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

 
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