Usted está aquí: lunes 19 de junio de 2006 Deportes Niño prodigio llaman los aficionados franceses al novillero Joselito Adame

Rafael Ortega y Angelino triunfaron en San Juan del Río con reses de seis hierros

Niño prodigio llaman los aficionados franceses al novillero Joselito Adame

Está confirmado que Jorge Gutiérrez se cortará la coleta, a fin de año, en la Plaza México

LUMBRERA CHICO

Ampliar la imagen Antonio Lomelín tendría que estar sin duda en un museo de la tauromaquia mexicana Foto: Archivo

Desbordantes de elogios llegan desde Francia comentarios de aficionados que el sábado, en la muy taurina ciudad de Istres, vieron actuar al "niño prodigio" mexicano, Joselito Adame, quien se enfrentó con un bravo novillo de Castillo Cabrera al que le desmayó los brazos en ceñidos quites por gaoneras y chicuelinas.

Con la muleta corrió la mano por la izquierda pero no redondeó la faena porque el bicho fue de más a menos y terminó parado. La insistencia del muchachito en cuajarlo hizo que el bovino se le pasara de tueste, lo que le planteó problemas para cuadrarlo antes de entrar a matar, cobrando una media en todo lo alto que le valió una merecida vuelta al ruedo.

Cerca de Istres, en la placita de Aix-sur-l'Ardur, ayer hizo el paseíllo Alejandro Amaya, protegido del presidente municipal de Tijuana, Carlos Hank Rhon, y del obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda. Aunque los toros de Carmen Cobaleda eran claros y fijos, el matador mexicano, como de costumbre, salió del festejo con más pena que gloria, tras alternar con el ibérico Luis Vilches y el francés Julián Lescarret.

Rafael Ortega, otra vez enorme

Mientras tanto, el sábado por la tarde en la plaza de San Juan del Río, cerca de la ciudad de Querétaro, el tlaxcalteca Rafael Ortega demostró una vez más por qué es la máxima figura de la fiesta brava mexicana. Si bien se retiró a la barrera con las manos vacías después de estoquear y lucir como siempre muy puesto frente a un ejemplar de la ganadería de Marrón, mató de volapié y le cortó las dos orejas al segundo de su lote, un capachito del hierro de Marco Garfias.

Con el maduro artista de Apizaco coactuaron Oscar San Román, que se fue en blanco, sin pitos ni palmas, y el también tlaxcalteca José Luis Angelino, que le tumbó un apéndice a su primero y saludó desde el tercio tras la lidia de su segundo, en una corrida que por la composición del encierro, formado por seis dehesas, fue más bien una limpia de corrales.

Con un ritmo de trabajo que no le concede un momento de descanso, Rafael Ortega estaba parado tras la puerta del patio de cuadrillas de la plaza de Villahermosa, Tabasco, vestido de luces para acompañar en el despeje a Jorge Gutiérrez y al rejoneador potosino Gastón Santos, cuando ayer, al cierre de esta página, una tormenta tropical había postergado indefinidamente el inicio del festejo en el que el diestro de Tula, Hidalgo, esperaba despedirse de la escasa pero conocedora afición choca despachando un encierro de Santa Fe del Campo.

Chavalillo, listo para la México

No deja de ser curioso que mientras el Mundial de Futbol atrapa la atención del planeta entero, las plazas del centro del país mantuvieron este fin de semana cerradas sus puertas, en tanto abrieron las suyas las que están enclavadas en poblaciones que celebran sus ferias anuales, como Papantla, donde ayer se enfrentaron en mano a mano Eulalio López El Zotoluco y Uriel Moreno El Zapata; o la de Orizaba, Veracruz, que reunió a Ricardo López El Cade, a Martín Herrera y a Pedro Luis Chavalillo con un sexteto de la vacada de José Julián Llaguno.

En declaraciones a un diario especializado, Chavalillo, de sólo 17 años de edad, contó que en lo que va de este 2006 ha toreado apenas cuatro tardes pero ya está y se dice "preparado" para debutar en la Monumental Plaza México.

Por su parte, la empresa del hermoso redondel de piedra laja que se encuentra en Kichil, Yucatán, ofreció una función mixta con la participación del matador de toros francés Michel Lagravere y el novillero mexicano Roberto Jesús, ante cuatro rumiantes de San Marcos.

Jorge Gutiérrez se va, se va...

Con su actuación de ayer en Villahermosa, Jorge Gutiérrez sigue cerrando etapas en la ruta hacia la tarde en que se cortará la coleta, quizá para siempre, en el curso de la temporada, esperemos que ahora sí de verdad "grande", 2006-2007 de la México. Desde hace varios años, el maestro hidalguense trae el santo de espaldas y su presencia en los ruedos en donde se juega la vida está marcada por el signo de la abulia -síntoma, según los expertos, de depresión-, una característica que toreros y empresarios han creído reconocer, aunque mucho más temprano, en el ex niño madrileño Julián López El Juli.

Gutiérrez, en justicia, ha sido uno de los más grandes toreros de México en la etapa correspondiente a la última cuarta parte del siglo pasado, y la gente no olvidará aquellas temporadas 90-91 y 91-92, en que se alzó como máximo triunfador, integrando la terna estelar que con él formaban Mariano Ramos y David Silveti. Ay, qué tiempos, señor don Simón...

 
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